domingo, 25 de noviembre de 2012

Capítulo Segundo

“Otro bosque en otro”

“No hay saltos en la naturaleza:
todo está graduado, matizado;
si entre dos seres cualesquiera
existiera un vacío ¿cuál sería
la razón del paso de uno a otro?
No hay un punto por encima o por debajo del cual
se aproximen por ciertos caracteres y se alejen por otros.”

Charles Bonnet,
(1720-1793)
“Contemplation de la nature”


húmedo el acuerdo entre ramas hermanas del reflejo que jamás se gasta, la forma, y en la forma lo inconexo, de verte a tí o saber distancia que plasma la urgencia dorada, en la estética racia esta jornada, brillo en limones a posible rozamiento, teniendo precisa conciencia y dimensión de tus brazos así, solamente así, y lo que purgas, con la memoria en los caminos que se suceden juntos, “sed”, ya no disciernes la costa, tu lugar agranda, la ingrávida empatía en la labor, examinando piedras y cantos en la ubicuidad de tu avanzar sin recorrido, girando repentinamente, que argumentos para tí son tan resistentes o elocuentes, tampoco escribes, de lo visto en el trasluz de tu estudio que llamea, insistencia, tu otro pie, ahora te arrastra, a la mudanza la microscopía que no guía pero canta, planta maestro, oyendo el día entero, por qué buscar destino se mezcla desatino de corrientes, impalpable moverse en la luz de tu arcabuz, destrozado, casi arco, forma en la sombra confesante la razón que al defender deshaces, confundiendo y hablando ronco tronco a tu costado, titilante sede que clama, un amor de que olvidaste suyo el uso y amarillo contraste, el guía no está con vos ahora, no lo tenías



trabajando allí te percibes, separando ramas que de tan bajas y endebles, exigen que te luzcas como precisión en punto y acomodo de tus fuerzas, amas lo que irrumpes, cuidas lo que rompes de a trazos en contigüidad o diferencia, ya que de pronto claros, zonas permanencia donde preguntas otra vez alrededor, cercenada la energía por el caso, interrumpido tu estar entero en el desvelo aventurando, atajos que lograrían mejor, estorbos que cautivan, rápidos, quietud en las montañas que no sabes si podrás, envuelto, en la deslumbración cesante del espacio entretejido que te mira, entrar y salir, en un bolso guardar aquella piedra, plumas, de todo tipo clasificación tutora de vos frente a las hojas, lo típico abrumante, enorme artesanía las formas terminales, su fin como presencia en la inocencia del pacto, firmado por vos con esto que te turba



enorme raíz tropiezas, puesto que nadie ve, en los avances aquél dibujo, ilustrando la respiración, la fuga el aislamiento, ¿considerarías, qué importa?, mas la poderosa rosa que no esperaste porque así no hablaban los libros, ploriferación de formas y nombres, presunta utilidad que alguien, atribuyó a tierras, trizas en aguas contingentes, donde el bullicio es otro, y es algo distinto a todo tu mano separando la hierba cuando por fin accedes, a mirar esas hormigas





suspensión arrecia y borrosa, más aquí, distingues la fronda, otra vez, noche, inclinada levemente, y en el trono que la desmesura fue poniendo en las ramas a él, vigía, en el silencio imposible de tus pasos, y como en cámaras plumíferas existe una y otra vez, tapando en la dureza el ritmo, lo que en él es índice o encubrimiento, es en ti querella con su pupila de siempre estar perseverar, otra vez en tu comienzo, que los secretos leonados no vuelquen, precipiten la sentencia que danza castillos invertidos y luz de fuerza, “mira”, hojas que frutos anotando, los máximos deslizamientos, tu voraz ingeniería, que en el día se pasea y se marea cuando entiende, el júbilo precioso de las crestas, el oteo interminable o la oval, mansedumbre de su aspecto, podría matar, aventuras cuando juntas, lo visible real la circunstancia, y el violento desvelo que lo cubre



si ritmo es presunción
de sentido
empujas nuevamente
la imagen desierta de tu bolso
un pozo que paseas a la par con los ojos en alto
más frutas
ahora tu pierna izquierda



podrías beber de este arroyo, simulando en la paz de tu externo la extrema obsesión, el hambre roer tu cuerpo lo que miras, tumbado en la hierba disfrazado con la eternidad que tu juicio creó, plantas, siempre plantas, y preguntarse y sin cesar buscar, el perfecto insecto al mediodía, sonoro de pronto invisible y recurrente, ya sabes, chicharras, pájaros nos miran, la serena sentencia en la raíz, escrita por la fortuna en tu muñeca, travesuras, o saber, quién paró, lo feliz trazando mapas demenciales y consejos, arroyo seguirá, estando y abrumando filamentos reversos y amable explicación, que diste



así, nunca sabrás si es posible, y las ramas habitarán tu sueño para siempre, alternando, ociosas figuras en tu mente, balcones espaciosos, creciendo, o tal vez, la rotura en lo imprevisto que te guía con ellas, evitando recordar, tu peso, entre tus manos y el hombro la distancia, la oscuridad queriendo y no, el mero viento, la nube que se aburre y el conejo que salta, no sé si servirá que fomentes nuevamente



« pero explícame por qué has decidido que el domingo sea esto »



aunque admiro tu insistencia, yo, no hago estas cosas, pero tú encendiste los vagones de la muerte tanto antes, para por fin la lancha, endebles escalones, y bajar en triunfante soledad tu sueño a la isla, propiciando en el paisaje un lenguaje, o marca que te diera la certeza si la empresa vacilara, puesto que no es permanente, yo, ninguno de nosotros, tal es así que tu respuesta movida en el motor extraño aquella tarde, consiguió decirte,“nadie más que tú disfruta, creando peligro”; te escribiré pronto, sabrás cómo lo hago yo cuando me toca, viene



y puedo y quiero, entrar sin cesar en el misterio, de la empapada, forma del sitio sin temor, en total disposición de caminata y tanteo, lo que veo, es para mí remedio en el medio del camino, cuando escruto huellas, mido el balanceo y la tregua, el telar monocorde en quién vigila, la zona de toda imprudencia, por parte de gente que se presente así, anteojos especiales, lápiz y papeles de sobra, mas libros que copiaron de aquello lo que menos discierno, tormentas, el rayo bajo del espejo de la piedra lisura, preparando el oído, ambas manos y la fantasía, para que de día la noche también esté, predicando en peñascos y laderas su nombre, diría ella, la tardía reacción que insectos preguntan esquivando en su horizonte nervaduras, plantas de otro clan si las hay, y ante todo, gente como uno, andando por andar



seguir te parece correcto, lo que otros llaman hurgar, ¿es en vos, corazón vivencia y sendero entero de tu pausa?, buscar, certeza en tu cabeza que batuta las opciones, acercase, en silencio avanzar hasta las ramas lejanas, desde aquí, sólo manchas contra el otero lijado, donde presientes, lo existente patente en su armoniosa equidistancia, entre cielo y tierra, dudando verdemente pero no tanto, en el ascenso, en la intrusión del hundimiento que si no, ¿podrías imaginar un vivir sin pedir o un crecimiento, empujado por la soledumbre en la merma?, tú no, seguramente, por más que la gente hubiera mirado tus trastos como fue, mitad perseguir tu saber, y otra parte oscultación que la sospecha



inaprensible abecedario tu foto, duraznero mediano que sombrea, líquidas zonas, en la vecindad, trasmitiendo puro y olvidado recuerdo, “muerdo”, yo estuve allí, procesión de caricias instinto, bellísimo solo, contra el aire sin fondo el horizonte, y pájaros intermitencia, latidos, mirada rasgada cada pulso, que concreción se logra y altísimo es el mundo donde ocurres asusta



buenas y malas ideas se parecen, allí dentro el túnel no es, ni grande ni pequeño, ni oscuro ni esplendente, frente a frente mundo y tu cabeza, palpas la piedra, su perfil en retroceso de finísima silueta que sujeta, pasados arrebatos, accidentes como agentes de quién sabe qué premeditación, la piedra, y alrededor, mirando tus pies, lodo, transformando tu imagen sobre dónde te has metido, llevado por quién, blanda superficie que mancha y pátina, de suburbio vegetal donde animal vive junto al frío evidente de su ser, “lodo”, camino de atención y alternativas, afrenta o pregunta de inclemente suceso que es eso, materia en licuescencia queriendo que te quedes, acompañes con tu cuerpo allí su llanto, y mueras en serio, en la dispersa emoción de la existencia



cada vez más, lo raro en quien se separó, apuntalando el proyecto en el misterio cotidiano y lentitud, ves que también aumenta, lo decreciente no finge, aspira solamente a que tú y tus ojos descubran, abran el velo, y si ves en la corriente jamás será tu viaje lo que cuida, separando inertes de pura lozanía, que brinda con el día y ni pregunta ni oculta, allí, de alguna manera piedra en preferencia, detalles, si el avance de luz carboniza lo que buscas, lo que ya tienes en tus manos, a punto de extinguirse verás


enciendes, llama del pasado, recuerdo fogata que regresa, olor del calor, plena oscuridad a pasos de distancia, rodeandoté, y como tú comes, alimenta la noche la penumbra, la duda que te ayuda, frío, soportando el consabido temor de estar, entre piedras inhumanas y ramajes que a la tenue luz son, sin origen frondas, flotantes pinturas en la miniatura de la noche si tus ojos arriba



fácil entrar contigo, él, te respeta, y de alguna forma se torna, más lúcido laberinto cuando escrutas, mides en pequeños tallos la enorme divergencia, lo plural, ofrecido a la vista por él; él él, lo distinto desnudo, escudo es la razón cuando se aumenta y el cielo, moteado bastidor de vuelta la esperanza, agrisa dimensión y revuelve, hasta volverse gota en la pura contingencia, de temperaturas que fracturan las gamas, desequilibrio, deshidratando celeste, dices; llover así es llover, frondas, decrecientes detalles el reflejo continuado, y nacer a la concreta desnudez tu vida sin preguntas, ya que es obvio, no responderá, la nube que en la furia se vacía, cambiando, bajo por alto, lleno por ligero, y luego de nuevo, temporadas donde ni lo atiendes, recorriendo cualquier distancia con tu bolso, tu rasante pericia clamando en el blanco el surgimiento, no de hormigas, puesto que cerraron, llover termina y engendra el imposible, ¿qué más?



hubo un día, repito, lo hubo para tí, quizás ya percibías, quizás, leyendo perdiste aquello por lo que te fuiste, al bosque solo con cuchillos con linterna, son árboles, y así estarán, callados en tus labios golosina o silencio que en sí, no tiene manantial son, así, árboles son árboles



irse yendo llevando lucidez a las fronteras, mentales arboledas insensibles, al rigor mayor o la violencia, mero desmerecer lo cierto que detrás de tu discurso insiste, congeniando con la fantasía y el amor abstracto por las formas, lo que hormas es para cualquier dentro el pensamiento, así mintiendo apasionadamente, frías las manos, verdadero el respeto, y entender, que uno es alguien que está avanzando, sólo eso



¿gritar para qué?, ¿donde suave reticencia te abriga cuando armas, estaca por estaca, y lluvia no será problema ni tras telas imagen que derrumbas?, como animal pasar la noche, “cueva”, la noche que pasa es un negro animal, “cueva”, deslizamiento puedo y lo veo, para esto me recuerdo chico, las estrellas todas muy despacio, de lámparas arrastradas y el lomo suavemente, cese en las montañas allá, grupos conjuntos o una, sola, no pudiendo qué peso definir su irradiación, elegido el sitio donde lomo brinda con el movimiento, ¿ves?, ¿te propones ignorar, acaso, horarios o real agotamiento adentro?, bajo fauna, lunar obligación y gravedad precisa, ¿qué cosas te imaginas que sos?, no, no digo que sonrías, digo, que duermas ahora tu pregunta

miércoles, 8 de febrero de 2012

Spinetta




Hay cinco nubes
Ellas representan lo que sube

Hay diez estrellas
Ellas representan lo que frena

Hay cien acordes
Ellos representan las voces

Hay mil murallas
Ellas representan al que calla.


lunes, 6 de febrero de 2012

avenida

Qué importa que nadie me ame
Grito por la calle
Porque tiene nombre

Nombre de guerra

Apellido español

Gustaría una taza de té???

Los motores cuelgan de la parra

de a uno

Van cayendo

Sobre mis brazos aunque no me importa
Si emociono al metal
O si el metal es algo insensible a mis palabras.

Alfredo Zitarrosa 1985.

Alfredo Zitarrosa 1985.

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