miércoles, 28 de mayo de 2014

HOMENAJE A GARCÍA LORCA





moja
como el agua del lago
como el agua del río
como el agua del mar

duele
como el llanto de un anciano
como el llanto de un muchachito
como el llanto de mamá

sábado, 3 de mayo de 2014

HOMENAJE A ALBERTO GIRRI






CACERÍA

Episodio primero



Las víctimas,
y los victimarios,
en principios esquivos,
coincidentes,
que el que mira
ojo dispuesto
frente a quién es mirado,
pintura en suspensión
en delicadas ramas,
subsumidos, y bajo el viento
dotados,
en levilísimas transformaciones,
que al aire dan consistencia de reflejo.
No dude, no
transforme su labor en venganza.

El punto mirado por el cazador
tronco
nada más:
pedestales con pedestales inciertos,
rotación
de sangre y sonrisa
donde el cazador discierne
la forma, eficacia en lo dispar,
y animales que ven su complacencia,
ruidos, oscilar de sombras.
Aunque llegado el tiempo del disparo,
reacción como acción
de copas sacudidas,
viento,
ahuyentar de los múltiples,
tras estruendos, corridas,
cae la víctima en posición de rezo
ante legendarias narraciones del padre,
aseguran no es furia la violencia
entrenada, no es alegría.

Sólo tensa conversión
de impulsos, poderosa,
figuras que en la niebla indiferente se borran,
ojos preguntando a la muerte,
en los bosques gavilanes,
altos nidos,
en recurrente afirmación:

apoya el arma en tu hombro

Lo que difiere perdura,
sucumbe lo que se repite.



Episodio segundo



Maizal,
nocturno avanzado
en círculos, fijo,
que auriolan la atención,
y por momentos cesantes,
escaldado espejismo,
bajo el sol de noche
vibrátil, entre faroles
a gas
linternas luminarias,
porque un punto se mueve con nosotros.

Visión de un blanco
de centro en centro,
hasta el hallazgo
previsto de que el merodeo
profusamente sostiene su aullido
fijado en los charcos
de la muerte de la vista.

Razones de humo,
mientras suspendidas señas
en debilísima rotación:
las víctimas o los victimarios,
disparan.

Veces son nubes, unidas y trabajando la luz,
desnudez del cielo, si faltan,
andar con la vista en alto,
bajarla a que vigile nuestros pasos.

O si surgen: lámparas de fantasía;
unas deshilando la fronda
y otras en solamente plasmadas,
lentos ejercicios de contacto.


domingo, 20 de abril de 2014

EL POEMA EN BOLAS



EL POEMA EN BOLAS



XXXXXXXX
XXXX
XXXXXXXX
XXXX


¿XXXX?
XXXXXXXX


¿XXXX?
XXXXXXXX!!!





miércoles, 16 de abril de 2014

HOMENAJE A ARTURO CARRERA





TEMPORAL NOCTURNO



Lluvia como ensayo
de una caída más vasta,
más insistente y helada.



Porque un pájaro
suma su escasísimo trino
al desorden fastuoso del cielo:



las hojas anchas y perfumadas,
los contornos en la desnudez borrosa;
y el cuerpito hundido
en una melodía que sorprende al cansancio.



Sentimos el estallido de las nubes
cada vez más radiantes y extensas.



Avanzamos más;
una vereda entera
hasta el próximo toldo.



...oímos?



(un sonido rojo,



empapado)



¿o solamente pensamos más
en un dolor exiguo y cerrado?



Con esfuerzo distinguimos un coche:
alguien que pasa y advierte
nuestra cerril aislación
en la tormenta.



Estamos donde hay una vidriera
y en la luz exhausta descubrimos
un spot que cuelga, apagado, torcido...



¿A qué alturas llegará este canto
si le permitimos oyendo un avance
lento, desigual, en un ímpetu
de inconstante lucidez y pasión?



Los ojos en el pío-pío de la forma,
su chapoteo como relato cabal.





martes, 15 de abril de 2014

QUIROGA TIGER 1


LA ENSEÑANZA DEL PAISAJE




Aún siendo el mayor de los pecadores
podrías recorrer el mar del error,
 en la nave de la Verdad.
Bhagavad Guita






1


El Mal,
como lo llaman ellos, incide en el aspecto de quienes una vez recuperados
          vuelven hacia la ciudad.
Las concentraciones de la nariz dan la pauta de la calidad
                 de vida,
antes de la operación, después de la operación, y a juzgar                          
             por el poco deporte
que realizan, parece inútil el uso de bolsos y
las precauciones
en general. Es bien sabido que la falta
           de trabajo produce descanso, y que el descanso
mal aprovechado
           produce aburrimiento. En los edificios
a medio terminar, en los hoteles del Tigre y en todas
las islas que contienen la vegetación en forma de plegaria
hace su trabajo
más allá del país y su      
          aglomeramiento o partición.
No es raro encontrar
un bolso en los malecones, un muchacho dormido
junto a una pala clavada. Los milagros son como islas, ritmos,
                     en el agua
           solidaria y comunal. Con ella llenan un balde,
bañan a un bebé o apagan un incendio,
       y siempre es un golpe más fuerte
el que viene del  agua aglomerada que se despista,
como los ángeles en el sunami
         no supieron nunca qué hacer
todavía espero
que me recojan. Estás pálido. Lo suficiente para humillarte, digo
 y me subo a la lancha. El río está blanco
            como una nube.
                   La embarcación avanza.
                  Una pareja besándose señala
la cercanía de las cabañas.
Ahora se morían las olas en la orilla
           y eran las cuatro con dos soles.
Pero la energía de cierto displacer
sonaba tristemente mientras la proa trozaba el espejo empañado.
Después, de las cabañas rodeadas de zarzas azules,
de los tilos arrinconados contra la costa.
Mucho después de armar
         el bolso, la ropa, los recuerdos. Pero
    el motivo se deshace a medida que avanzo,
              por eso te elegí a vos
 como confidente. Al acabar el verano las hojas invaden
             el agua blanquecina,
habitan el malecón y la gota.
El trabajo y el recuerdo piensan en el hospital:
nada podrá escapar del gesto fantasmal de nuestras aperturas.
             Al mediodía volvemos a la carne, por encima
del sexo las contracciones aumentan,
         aumenta el movimiento del aire. Pareciera
      que el río lechoso nos hablara por medio de giros o
de líneas parejas.
             Mientras el hambre
trae transpiración o desmemoria y lucidez extraña: todo esto
         que me quiere decir
horizontalmente la luz y no comprendo. El hospital del Tigre.
               Y al ser tan
simples las hojas y las raíces expuestas nos sentimos
       aterrados y hablamos del mediodía
       que arroja
su brisa atravesando las islas del Oeste.
Siguió el modelo del futuro para elegir cada vez,
              como al cruzar
           Montes de Oca nadie lo viera,
pintó un  nuevo amanecer con sangre a lo largo
de la pierna izquierda que permanecía  vendada.
       Alterado y acompañado por la honestidad
               ve la cortina y se asusta.
Vienen a conversar con vos.
                     Detrás  de los barbijos
como casas de castor: una madera mal plantada,
las piedras y
        el resplandor que marean. En un mismo
lugar el exponente de luz y el  maestro  de  medicina conversan
sobre las posibles soluciones para tu problema.
                    Pero al instante
abandonás la cama como si fuera domingo.
Toda la vida persiguiendo
                 la velocidad con la pierna que rompió
al haberla metido bajo el agua como a un bagre.
Entonces la velocidad se hace brillo
y la cama se transforma en un bote, nadie
         se sorprende de                            
ver un móvil tan débil.



3.



       Era la cama veintitrés y las cortinas azules no dejaban
pasar la luz, no sabía si era la tarde o la madrugada,
seguí oyendo
          los gritos y viendo
        mi sangre sobre la cuerina. No podía ser más veloz.
Se dice que entré sin respirar, a verme en el agua de la orilla mientras
        armabas tus bolsos. Saludé, el pañuelo conmovió al puerto,
puerto humilde,
                   unas tablas
y la escalera que podía romperse.
                      Muertos de serenidad al escuchar
                 el motor, compitiendo
con los mirlos y la mismísima corriente
que rozaba la proa y la estela que dejaba detrás.
Entonces tomé
la raicilla con las manos y la saqué del barro,
anegada, hubiera
                       muerto.
La puse en tierra seca, debajo de un arbusto.
          Moví la cabeza: vi millones de raicillas anilladas entre sí.
               De lejos parecía tierra firme, ir es un pantano. Entonces tomé
       otra raicilla con las manos. A fuerza de cultura llegué
              hasta aquí,
pero esto no responde a tus preguntas. Estás centralizado
                    en una excusa que te permita seguir,
comprendo, si fuera invierno podrías solazarte
                   bajo el poncho, pero no tenés poncho,
apenas un saco color salmón, con el que recorrés los barrios
           pobres donde la tristeza sonríe. Y este
es un milagro que no puede definirse al oír, el ruido
                del agua alrededor de la lancha,
mientras la última hora te parece infinita como la corriente que te lleva,
                 del puerto a las islas,
donde las hortensias se mojan las rodillas.
Fue sin duda esclarecedor,
     tu silencio. Cupo la posibilidad de un accidente.



Un descuido profesional. Pero al besarla sintió por primera vez
      la contextura del aire
en una oración larga, dura, pronunciada por la Mente.
Nadie lo discute,
                     es el número uno, en unos de los
tantos grupos de los que solés hablar,
lo que aprueban todos,
           lo que imitan que lo mantienen. Es un ermitaño
del siglo veintiuno que tiene un televisor para sentarse.
La embarcación
                  rodea una isla y se mete
en un riacho, donde las ramas cuelgan hasta doblarse,
y el agua es ahora negra como no tener con qué,
aquí ya no hay hortensias, se escuchan los mirlos
            y está la presunción
de que hay un lenguado debajo.
Aunque no nos interese el río sigue.
Salir del río sería tomar
entre las manos arena y en la Mente
un paisaje de corazones azules.
Me bajo pero no lo abandono,
este malestar me inspira como pocas
              cosas lo pueden hacer,
veo la hilera de hortensias,
         los sauces en conjuntos pequeños por detrás de las zarzas,              
                   tilos.
Veo la casilla rodeada de perros.
        Los perros anuncian el trabajo,
y el trabajo anuncia a la angustia, porque el silencio
                   está
                   arrancando las hojas
   y esparciéndolas por el suelo. Y aunque sanen mi herida
                sé que no tiene fin,
                    y que los
motivos por los que me curan son apenas una pretensión
                  de equilibrio comunal,
una manía de conducir a la fe
                                que no tiene fe
y que no trabaja para la vida hacia un modelo            
                 deportivo.
                        Mi sonrisa,
                claro que la recuerdo.
Observo que la embarcación comienza
                    a deslizarse más rápido,
la corriente a nuestro favor levanta la popa y la empuja con las manos.
                La casilla no está lejos,
cinco minutos de caminata y alcanzo la loma.
Sobre la loma está la casilla,
sobre la casilla hay un mirlo de cabeza rojiza.
Entonces sentí la emoción que corría por mis brazos,
                 apreté el botón, me recosté y miré hacia la ventana.
             Las casas y los edificios pequeños
apretados donde algunos vidrios reflejaban el sol de las islas.


La sombra del árbol se hacía más grande, que el árbol mismo.
Qué pensé.                    
       Nada, el agua
ya turbia por el atardecer se volvía misteriosa. Caminaba esquivando
               las cañas
intentando ir derecho,
la noche sería una casilla sin luz sostenida por la tierra.
Te lo digo porque te oía conversar,
te pasabas un pañuelo por la frente,
quiero refrescarte,
con el recuerdo del calor de la casilla,
con el recuerdo de una barca que gira sin sentido,
                  pero que roza todos los sentidos al girar.
Adonde mire
veo multiplicarse, las florecillas turquesas
              de las santaritas.
El agua que aquí es más clara define el valor de la mañana.
                      Si estuvieras conmigo no conversaríamos,
tomaríamos té sin pensar en las madres,
                       diríamos que un padre
es aquello que separa las cañas, sólo lo necesario para avanzar,
sólo lo necesario para avanzar. ¡¡¡Cuántas de tus bravatas
                        tienen ahora
                     sentido para mí!!  Estoy aquí para
contarte que existe un lugar en el mundo,
un lugar muy grande y lejano y otra vez grande.
Todo esto es nuestro, te leo los labios                          
                como si estuviéramos enamorados.
Entonces comprendí la insistencia de la emoción
y lo que ella quería que yo hiciera.
              Me propuse entrar y dejarme llevar
                por las hortensias,
                 las santaritas, las cañas,
los tilos y las zarzas azules. Tantas transformaciones para ser
                   un recién nacido. No tengo
un río que sea mío, tampoco sientes tú que tienes
lo que quieres.
Las manos, tal como las conocemos nosotros,
         son un par de dioses delirantes.
Esto es realidad y a ti te asusta.
Hay que seguir,
sacarse los anillos
y entrar en los colores divinizados por la divergencia.


Mi pierna requería descanso, asegurado, mentalmente dispuesto
                me preparé
para unos días de reposo, por las ventanas enormes veía
las estrellas difusas por la luz de la ciudad.
                      Y no parecía ser distinto a lo demás,
           ejemplo y reflexión,
yo dormía y saboreaban mi sangre, se sabe:
un hospital presume todo, y de todo presume.
Más: el espejo del río asegura que nos vemos bien.
El otoño es un día virulento, la primavera
                  con su anillo de bodas y el invierno ya viejo,
sin nietos, sin hijos y sin mujer, se miran pasar.
El verano parece diferente,
        su aspecto es el de una primavera para siempre.
Vemos los tilos instalados, firmes. De mucho
me deshice para llegar hasta aquí, es importante saber elegir
entre lo útil y lo que nos sirve,
nos parecemos tanto a lo que necesitamos
que no logramos desvincularnos al instante,
                      como es necesaria el agua para el pez,
y la luz genuina que filtra la hoja que todavía no cae.
Estoy en el cielo destrozado como un rostro,
     purificado de la mezcla de paciencia y malestares,
estoy acompañado
                     por un fuego que no arde,
a pocos pasos del río donde también hay estrellas.
                Un momento de estupidez y todo se transforma.

Considerá, entonces,
que la madrugada y el oxígeno serán necesarios,
cuando saltes esa cerca que te tiene detenido.
El odio por el cielo es normal,
el aburrimiento y la ira son hermanos,
la enfermedad y el poder son parientes lejanos.
Ninguna pregunta, ese no es tu problema.
La compañía casi continua,
a través de tus brazos tu alejado lugar,
volver a dormir para siempre cada noche y
soportar a tus amigos y los caprichos
de la realidad que te rodea. Pero esto se está poniendo difícil,
                   y tus brazos no parecen dar abasto,
con toda la mercancía que sube
                         y la mercancía que baja, vieja ya, en la saliva,
                             en la orina.
Grave es no amar, la emoción no es sólo un líquido
       que chorrea de tu Mente.
La autocompasión te puede llevar a viejo.


En parte la orilla y en parte el río mismo marcan el progreso,
no sabemos qué es atrás pero lo señalamos,
hoy que la isla cumple años deberías estar,
                       los miles
de colores de las ramas confirman la información. Y bajás
                         porque te
esperan en la orilla, y  eso no es ser valiente, sabés,
que lo que sigue es un juego de niños frente al
verdadero paseo que
                    te prometiste. Esta es tu forma,
             ¿cuál podría ser
si no? el río serpentea y está siempre en fuga,
visto desde el  Norte,
desde el Sur parece que siempre está llegando.
Hace muchos años que estás cabeza abajo.



3.



Siento tu cuerpo con mis pies, ya no avanzamos.
              El aburrimiento brillante
teje una manta de estrellas.
El conocimiento se come las uñas mientras mira en el agua los reflejos.
Se puede comprobar con un palo, en las orillas.
El lanchero
penetraba en los cursos populares, de grado o por fuerza y,
            según los casos, ponderaba más o menos la resistencia
de la embarcación. Las estrellas  yacían en el agua,
                          de una lisura admirable…
los tramos cada vez más cortos me confundieron
            en colaboración con el cansancio de mi cuerpo.
De la ribera
venía un vocerío confuso, la certidumbre se hizo también a un lado.
        Por el diálogo de la mirada veo pasar
una rama seca,
veo burbujas
 en el agua oscurecida por la oscuridad,
              pasan camalotes llenos de desinterés.
Fascinado alcanzo a tocar uno
y siento un picor. El veneno de todas estas cosas
es de una seducción
                   indestructible. En el espejo,
en la ribera que murmura, en la lancha que ronronea y
           se sacude febrilmente
            mientras el lanchero sueña con el desierto.
Tacuaras punzantes, pajonales podridos.
            Regresaban derrengadas
las imágenes del día, los últimos minutos en que
la luz volvió granates
al agua y la maleza. Todo lo que falta ahora va tomando
            cuerpo, en una
                      revancha donde la nitidez
                   se agacha para que pase un viento de colores.
Morados, los brazos siguen recibiendo el reposo que te falta.
En un camastro, sobre la cuerina manchada con sangre.
                 En un edificio sin terminar
con treinta por piso.
En una noche en la que el verano no pesa,
desde la lluvia nos llega la revelación esclarecida de un labio,
que se dobla y se levanta,
               que baja, se estira, reposa. Cómo
llegué hasta aquí, me asombra la dulzura del trauma.
La frialdad que rompe las ventanas
                también ha venido a que la escuche,
pero duermo un sueño que
                    desenfoca mis recuerdos, y quiero
dormirme como un policía, quiero que me traten como a un policía.
               Detrás no hay secretos,
adelante la aguja marca 93. Sigo sintiendo dolor.



      Entran por los ojos los paisajes, la Mente y
lo que llaman inteligencia
                  sobrenadan y, a punto de colapsar,
se refugian en un recuerdo todavía inmaduro. He visto y veré tu cuerpo
              que se hunde con el frío,
acompañando con gemidos
el transporte hacia atrás.
Amasada por la necesidad se transforma en lo vivido y no se atreve a recibir órdenes,
el agua la representa muy bien.
                           No tiene
                           rumbo, avanza
reconociendo lo profundo,
diferenciando lo profundo de lo alto, hacia
               los espacios todavía vacíos que la llaman.
El candor indiferente arrasa la ribera.
                La orilla retrasa el aspecto acostumbrado mientras      
             las aves
recuerdan la evidencia. Ha conseguido cambiar aquella
regularidad que nos tranquilizaba. Cuando permanecemos
en el cambio no valoramos
          la constancia, no valoramos la quietud. Pero cómo
deseamos
la aparición que
representa a la
madre fría que vuelve
con el último beso entre las faldas.
Me
                         imagino si yo fuera tu
Mente, pero quedo mudo si me lo planteo a la inversa.
Duermo. Puedo
esperar que las transformaciones se produzcan. La aventura
me trata amablemente
             y aflojo los
párpados. Junto a la costa,
la lancha está atada a un palo podrido.
Surge la mañana mezclada de penumbra,
cada madrugada le deja un rastro de desesperación.



4.



      Me precipito por una barranca mora,
he pisado mal y he tropezado con una roca,                    
mi pierna está resentida.
Sigo insistiendo como un árbol talado, encuentro mi paso debilitado
               pero continuo
fascinado por un arroyo que parece comprenderme.
Cruza la isla como la Cicatriz de la Bondad.
Es una historia
                                paralela,
un recuerdo que vuelve a encarnar en este día,
en que los pájaros no se alejan y estimulan mi insistencia.
                  Detrás de
                       un muro de tacuaras
encuentro al río, allí se deforma el arroyo hasta desaparecer.
Recorro
la costa custodiada por tacuaras,
          los pajonales podridos perfuman el aire,
                        entre el agua y las tacuaras apenas
                 hay unos centímetros de barro,
camino como un egipcio para no caer al agua.
                    Hace frío y no
                           importa. No voy solo.
Desde que me crucé contigo
me acompaña tu problema,
pero aún no sabría aconsejarte, porque estoy
              hechizado por el olor a podrido y
concentrado                            
en mantener el equilibrio, las tacuaras
retroceden unos metros más adelante,
               estoy por llegar a la casilla. Mi pierna parece haberse
recuperado, voy a calentar agua y frotarme
la hinchazón con un trapo. Atrás de los vidrios
                    vibra la ciudad,
sólo veo las crestas e incluso algunas construcciones
no parecen acabar,
       se pierden en lo alto del vidrio.
         Por consejo
                 del médico estoy bebiendo
mucho, los medicamentos, al parecer,
son densos y difíciles de digerir,
mi pierna hinchada no me molesta, me molesta
la honestidad de los que
            trabajan aquí, me molesta la
soberbia del jovencito que me palpa
 como si fuera una fruta y estuviera en el mercado. En casa tengo
una tuna, no muy a mi gusto, que me trae problemas con mi
mujer.
                    Imparcialmente puedo
decir que es bonita pero en cambio, si me comprometo con mi fantasía
                 debería decir que me transporta, y que da
cada día un mensaje de cierto tipo de luz que nadie reconoce para mí.
Sabiendo que es incomprensible no se lo comento a nadie.
En el patio
tomamos tragos y hablamos de Vivaldi.
Mis amigos son estúpidos,
           y yo no soy más.
Mi tesoro, mi único tesoro es una obsesión y
su posibilidad. Estoy sentado en un muelle abandonado,
varias de las tablas
se han deshecho por el sol y la humedad y han colapsado,
me saco los zapatos y me arremango
                los  pantalones, paso mis
piernas por uno de uno de los huecos y
            llego con ellas hasta el agua, sumerjo mis
                  pies hasta
                  los tobillos. El día está
                    frío y el agua también, sin embargo hasta
el sol está muy fuerte y a los pocos minutos
siento que me arden la cara y el cuello.
La pierna
                      lastimada no me duele, el frío del agua
          es un calmante
                      pero en cambio
siento al frío como daño en la pierna que tengo sana.
       Esto no me sorprende: aquí liberado puedo meditar con naturalidad,
no tengo que consensuar
                  con nadie hasta
qué hora voy a quedarme mirando el agua.
          Llega la Luna y todo empeora,
lo que sucede es que no hay luz, la luz
                  es la que no llega lejos... Contradicción.
                 Los obstáculos son
también parte de mi pensamiento y no quisiera que recibas
una
                idea equivocada acerca de cómo es mi Mente. Sobre
todo sabiendo que esperás que te responda rápidamente,
pero llevo
                    seis semanas recorriendo la
zona y en las pocas cabañas y casillas en las que incursioné
no supieron que decirme sobre
tu problema. Mi nombre es
                   Santiago, soy periodista. Y a renglón seguido
les relataba todo tu embrollo. Muchos dieron un portazo, y otros tantos
              me trataron como a un simpático demente, me convidaron
              galletas y té. No te
             angusties, estoy con
lo tuyo de aquí para allá. Mañana me recoge
                      una lancha a las cinco y media.



     Arrogancia o paradoja, ironía o desinterés.
Nada, escuchá. La certidumbre endurecida por la entrada,
a la vida resuelta casi por completo.
En la orilla dos
pájaros buscan comida. Los hombres cuando buscan
se encuentran
                   con su orilla
                    y mareados, también, prefieren decir
que el agua es el final.
Aseguran entonces que han acabado de revisar todo,
          absolutamente todo
                     lo accesible. Sin embargo
podríamos contar las miles de maneras que impulsan y
                  permiten la transformación del estómago,
la transformación de la vista.
Si yo no estuviera convencido del poder que generamos juntos
              hace
              mucho me
              hubiera ido, ¿Cómo podría creer en tus palabras o
en lo afiebrado de tus preguntas?
Ocurre que también a tu edad perdí
                       confianza en mi naturalidad. ¿Cómo podría esperar
un final positivo? Estaba en un parque
rodeado de pinos y sentí, de pronto,
                     que los árboles eran personas.
Empecé a mirar mejor, vi hombres y mujeres, jóvenes y
                niños, ancianos. Tomé a una niña por las ramas.
Entonces todos los árboles comenzaron a mirarme,
me miraban y miraban a la niña y me comparaban con un aprovechador,
un anciano dejó caer una
piña y me golpeó la cabeza. Vi pasar las nubes de blanco a gris,
entendí que se trataba de una gran familia o
de algo así como una comunidad.
                   Y lo cierto es que el cielo
me rodeó como a una montaña,
transmitiéndome toda su intensidad
                          en la inminencia de un rayo,
poco después de una gran explosión
                que acompañada de viento
hizo que un muchacho torciera su espalda hacia atrás, mientras una mujer
                     sostenía el equilibrio endureciendo la cintura.



5.



   Mi rostro no estaba en el agua.
Seguía concentrado mientras el frío me
                   subía por las piernas. El frío
trajo temblores esporádicos. Volví a mirar
el agua pero mi rostro no estaba,
                       sólo comprobé que
el ardor de mi cuello no había disminuido.
Los tobillos insensibles más el estómago ansioso.
Me daba miedo que
                              llegara el final. ¡Tenía tanto,
por fin, que hacer por vos y por mí!
¡Tenía el sentido de mi vida al alcance
de las manos! Pero el cuerpo me ponía un tope. El agua
helada me expulsaba
                         de la concentración mientras
           el sol me atraía y me mantenía
con la vista clavada en el agua lechosa,
buscaba mi rostro entre los pajonales, mis huellas
          llegaban desde la casilla un poco
interrumpidamente:
             por el movimiento
                    lentísimo del barro que había cubierto algunas,
por las huellas de algunos animales que habían cruzado las mías.
Nos amenazan,
                   verdad. Nos
instan a detener toda transformación, verdad. Con el dinero
que se
                   lleva la corriente se
escapa nuestra dignidad, asistimos a un enfrentamiento
mientras
                cambiamos de lugar. Si fuimos niños
mimados no se explica, dicen, que llevemos una vida
con un cuerpo y con
                   un deseo que
también se transforma,
sólo porque quiere alcanzar al agua
que se va,
                     para que vuelva
de la muerte o del misterio calmo de sus partes, se mezclan.
              Todos los
hospitales están en la orilla, los médicos
aterrorizados por la corriente
                        se refugian en su credo,
un credo de obediencia a las entrañas y
oposición a la ensoñación
           de la sangre
que recorre la carne como una aventurera.
             Somos la sangre de un mundo que no para de nacer,
según compruebo en las estrías de esta caña,
que ostenta unos brotes verdísimos y tiernos.
               La costa arenosa y
                morada, mi ropa
mugrienta y la limpieza de mis objetivos, la claridad que
marea al plantear
que sólo la alcanzaremos a través del vagabundeo y
               la atención.
Contigo y nuestras fuerzas juntas avanzo hacia una vivienda,
dejo atrás un muelle
masticado por la corrosión, frío y calor,
             me encuentro con esto
                cuando la puerta se abre. La casa
está abandonada, soy el huésped de una ruina reciente.
Las sillas
con las patas apretadas por las arañas.
Miro al piso como un murciélago.
                    La casa rodeada de lajas está
lejos de la costa, y he caminado media hora hasta dar con ella.
            Ningún vidrio roto,
el frío y el calor son una misma cosa,
la presencia y el abandono no pueden distinguirse,
aquí la aventura se vuelve inaccesible,
sobre todo cuando
compruebo que
pasando la cocina hay una puerta que da a un taller.
                  No mis manos, la pala,
                       las herramientas y el color de las paredes son tristes.
         Un lugar ideal para trabajar.
Hay restos de tallas y una soldadora, hay una montaña de
hierros oxidados,
                  dos vidrios enormes dan al camino que lleva al río.
            Siento un ruido
que viene de Barcelona, veo un bebé retorcido en una cuna de mimbre.
               El padre no reconoce que sueña de noche,
y de día cuando lo intenta, se sabe,
no puede y entonces, toma hasta emborracharse,
                     jugo de zanahoria. La mujer lo cuida
tanto que no tiene tiempo de pensar en él, y su trabajo
también lo distrae de tal                              
                      manera,
que ya no puede comprender la diferencia entre amor y vigilancia. Su casa
es un cuartel. Su cuerpo
es un martillo que golpea las sábanas, así y todo, sonríe
                 en las reuniones y
                          parece estar muy motivado. En realidad está
desesperado desde que terminó el bachillerato y no se
atreve a aceptar un compañero,
en cambio yo estoy contigo porque tu llamado no cesa, no quiero
                             que mates a tu
                    hijo, entendeme,
vendrá seguramente cuando llueva sobre tu mujer,
entre el relampagueo furtivo
                   y la luz difusa,
un exceso lleva a otro exceso,
y como el amor es una locura que todos compartimos,
espero que sepas sostener la respiración en la tormenta.



6.



Mi respuesta no es Dios. Tu respuesta no está
en el desierto de
                      Atacama.
                     La solución no sería
dibujar un círculo en la arena y sentarte a esperar.
La solución es que me
                        aceptes como
compañero y confíes en mi ignorancia.
                        Mi pobreza está llena de posibilidades.
De las veces en que me propuse ayudarte ninguna fallé,
cierto, y mi cansancio todavía
                        no encaja en ninguna
clase de desesperación. Duro como un vidrio.
                       Sólo hay una manera
de detenerme, y sabés de qué estoy hablando
                      en cuanto a mi
aventura y su final. Su final es tu sonrisa. ¡Me emociona tanto
pensar
                  en el regreso! ¡Qué charla que
vamos a tener! En tanto, procurá no estar sólo,
          sostené tu esperanza y
no claudiques. A mí me esperan unas semanas de barro y
movimiento.
Me encargo, la próxima espero que puedas ayudarme,
                    sé que estás verde,
                  pero existe un alimento que no se degrada
y que permanece y se recupera por la bondad de tu boca.
Hay aquí tantas alusiones a tu problema
                que me es imposible dar un paso atrás.
                         Sólo la belleza nos
obliga, la costa que se acerca y se aleja nos obliga,
a pensar en
             nuestras manos como
un par de cosas importantes. Comprendés que así como se hace un tejido,
                 una manta para transitar
por las montañas más altas, se hace una mermelada de durazno. A veces
                   hace calor, otras nieva copiosamente y las casas
parecen dueñas del volumen.
Aunque escuches a los perros desde la
orilla, no es
seguro que haya alguien que te atienda. El frío filoso me rodea,
           camino para mantener el
                     calor, tu problema
regresa a mí cuando junto a la senda,
          veo el esqueleto de un
                  pajarito. Recuerdo
la cuerina y entonces,
veo tu rostro iluminado por mi promesa.
          Te doy un té y no podemos evitar
referirnos a las madres.
El malhumor resalta que la idea que tenemos
ahora de la vida es insatisfactoria.
                    A esto se suman, el cansancio por la
                hora, y por el corazón, el            
                cansancio de la sangre.
Podemos hacer de esta vida la Burbuja de Sumatra,
o podemos trasladarnos y disentir,
o aflojarnos el cinturón,
cruzar diez veces la frontera,                
aunque nada de esto
            garantiza nada.
El vacío que sale de las tazas nos envuelve por completo.
No sé dónde está. Conseguí
averiguar la zona, la región donde posiblemente
                     encuentre a alguien
capaz de contestar. La pregunta no es compleja,
por el contrario, es muy simple.
                      De todos modos y ya
que yo tengo dinero hago lo que se me ocurre.
La respuesta es compleja.
Salvar la sangre que te enciende y colorea tus ojos es mi obsesión.
             Si fueras un hombre ya,
               entrarías por esta misma frase,
                         o en una pausa cualquiera,
a este mundo donde la duda florece
y descarga su emotividad,
dedicada enteramente a cuidarnos. En el baño
                me peino y me lavo.
                     El piso empatrullado sostiene
                     la cama y la mesa
de luz, pero yo estoy hundido.¡Mirá la comida que me dan!
Siento furia,
ese es mi problema, tengo furia por no poder caminar,
y sentir que a tanto
                       vagabundeo no le he dedicado la
                       suficiente atención.
Después de la respuesta no entendí,
               en cambio me sentí calmado
cuando me llegó
            la siguiente pregunta.
El médico se jactaba de haber partido la manzana.                          
                      En tanto siga costando tanto no quiero volver
al tema. Tengo
la fruta entre mis manos y debo responder. Exigente. Nunca
oí un pedido tan
genuino y general, algo así como cómo debe ser
la “Clave del Amor”.
                      Arturo y yo
seguimos buscando. No sé. Hace años que no lo veo,
                no tomó la lancha el día aquél. Dame
un motivo para no seguir.
                La presión se transfigura
              cuando los pajonales podridos pasan
como nubes por debajo del muelle.
El hambre hipnótico
realiza su trabajo y se hace de lo necesario. Pasan dos
lanchas
con rumbo
                        desconocido. Los motores
se escuchan todavía después de que las lanchas desaparecen.
Atraviesan la maleza en monos de sonido.
Han tomado un curso menor,
y lo grande del río comunica su enseñanza en el ostinatto del marrón.
¡¡Cuántas aves cruzan de un lado
al otro del río,
durante un largo silencio manchado de colores brillantes!!
Los nidos quién
                sabe donde están, pero el
espacio de la utilidad es claramente el aire poblado de perfumes.
                      Sacáte la corona y poné los pies
              sobre la tierra. La lluvia
que ahora está marcando, el fin
de una aventura
dentro de otra gran aventura, el cansancio del cuerpo que no
                          admite ningún
argumento. Fuera de toda certidumbre tus pies saben,
lo que tu boca
no sabe es que yo llevo ya seis semanas sin jugar,
porque buscar en
                donde nadie perdió nada
parece estúpido, en cambio me consta que regularmente
se triunfa por acciones como la mía. Subo
a la lancha. Son las cinco y media.
 


7.



     Añoro el inicio. Todo era tan sorprendente y me sentía
tan motivado por resolver tu problema. Cuando te digo
que no juego no estoy jugando.
              Soy estricto, deploro la fantasía, pero
las santaritas alrededor de las cañas y las cañas,
       a lo largo de la orilla,
me conmueven como a otros los conmueve
un accidente de tránsito.
                Aquí el que juega se aburre, paradoja que
lo verdadero nos dispara en la cara desde cada vida viviente
que pasa,
de la ausencia a la presencia, sea por un giro de la lancha,
                 sea por
             inventar un camino y dejar, la organización antigua
del espacio.
       El paisaje por los ojos sólo se recorre por telones sucesivos,
a medida que avanzamos se van abriendo
                          y uno tras otro nos presentan
una distribución razonable y peculiar, ¿o nunca
te asustaste por alguna razón?
No me importan este tipo de planteos, la cuestión es
                     que sigo adelante,
                   y que me humilla la belleza hasta
pensar que es un diseño realizado por...      Siento temor.
                      Esto que hago
                         no tiene recompensa. Tengo una idea inútil.
                           Quiero compartirla con
vos y tus amigos, quiero pegar carteles por toda la ciudad.
              En cambio me
conozco y sé que voy a guardarla para mí,
  para que sea mi descanso
               frente a las cosas incomprensibles y dolorosas.
Qué querés,
estoy solo y tenés que comprenderme, a diferencia de un
espejo
                            “la carta” opina,
sobre todo cuando no tiene “texto”. Así es aquí y en todas
partes.
Esta es la idea que me está conmoviendo:
soy barro en el que raíces y pájaros abrevan según su gusto,
                          soy un bambú que no te reconoce,
a no ser como bambú,
a no ser como tacuara punzante,
porque la naturaleza
nos teme terriblemente,
porque el poder y su dentadura
contra nadie fueron
                           más despiadados.
Ahora veo un agujero donde metieron un bote, ¿qué pasa abajo?,
permanezco sentado ¿qué pasa alrededor?,                                                            
                            alrededor hay
     ciertas cicatrices que fantasean con la acción.
                            Un brote cargado,
musgo alrededor de una piedra.
Siguen pasando pajonales podridos.
Lo que veo es un
                  calendario, puedo
anticipar las tormentas,
puedo calcular los momentos de calma,
               y lo uno
                     mezclado con lo otro. Una capacidad misteriosa pesa la piedra,
luego palpa el musgo.
Nada menos necesario que preguntar
lo evidente.
                        Cuando tu problema encarnó,
otra presencia lo acompañó cariñosamente.
Fantasmas de las orillas avanzan hacia mis pies.
Ahora es distinto.
Veo un sauce volcado como un moribundo.
La visión se agudiza.
Los yuyos parecen cruces.
El cementerio llega y me rodea.
Me incorporo y veo pasar el agua bendita.  


     
        Me emociono al sentir en mis brazos la corriente
que pasa. Duermo
por momentos. Transpiro y tengo frío, sucesivamente,
los arqueros
                   patrullan las camas con olor a muerte.
El análisis que yo hago de la situación es patético.
Estoy en un circo donde
                               sobran payasos,
donde los leones se tropiezan
                       y se llevan los aros por delante. Miro mis
sábanas, la silla, la cuerina manchada con sangre. ¿Qué locura me está
           rodeando,
dependiendo como dependo,
de la inclinación de
                     una aguja?
Nunca había imaginado esto que es algo así como un Reloj de la Vida.
Es importante.
¿Qué explicación tendría si no semejante emplazamiento?    
                 seis
                      pisos de engranajes hipertróficos,
un médico cada cuatro pacientes, cuatro enfermeras por
médico. Me parece que me estoy confundiendo,
y no sé si hago bien en quedarme en la carpa
porque quizás debería salir y mirar para comprender,
y responder para preguntar.
Estuve seis días en una jaula abierta,
                  pensé en los monasterios del Tibet. Un médico ve
nacer y morir, sonrío al instante, sucesivamente se van
enlazando la
ausencia y la presencia. La desaparición es histórica y no
debería
         exigirnos ningún razonamiento.
Para la salida un bolso y mi sonrisa, poca
gente parece sentir alegría,
          acá en las islas el ritmo es otro,
la potencia del paisaje lo arrastra todo.
                Sólo nos queda agradecer y disfrutar:
la intimidad está extendida, lo cual no es un secreto. Acepto.
                       Mi voz
retumbó en la cabina de la lancha. Volví al espacio
   para los pasajeros y me recosté.
Los lancheros son personas serenas,
   han asimilado con lentitud la enseñanza del paisaje,
han aprendido
   a irse y a volver,
   han visto cientos de despedidas y recibimientos,
han transportado mujeres a punto de parir hasta el hospital,
                       han llevado cadáveres de ahogados,
han visto serpientes y peces y saben
distinguir las islas por sus formas y tonalidades:

más ocre,
oval,
    angosta y larga,
verde oscuro,
alta,
verde amarillento. Por un momento me siento
un tonto mientras le miro la nuca.
El pelo del color del río me impresiona.
                 Estamos llegando.
   La acumulación de maniobras coloca la lancha junto al muelle.
                La maleza
   controlada me recibe respetuosamente,
          en cambio la humedad casi humana
se introduce rápidamente por mi vestimenta.
                   Siento el frío en una imagen dominante.



8.



De esta suerte no paraba de sembrar envidia,
y más en pequeños corazones,
que de todo se llenan fácilmente. Lo que no considero
tu problema, tu problema es cómo asignas miedo
                   a zonas de felicidad. Podría pensarse que
               es razón de la corriente,
que el agua que se va enturbiando,
                despacio nos insta y murmura sobre la muerte.
En los pasillos del hospital, mientras esperan
            los ascensores y se ven en las orillas de un espejo.
También fácilmente se aburren de los milagros diarios,
esa es la orilla a la que yo le temo, no reír ni
llorar más, aunque
                        me gustaría entender a Buda un poco mejor.
Sabés de lo que hablo,
está oscuro y nos alejamos
                de la costa,
el río se ensancha y las orillas no se ven.

Pantanosas,
cenagosas,
fangosas,
tremedales y anegadas.

¿En lo que sabés de mí qué hay, que te inspire confianza,
que te prometa cierto tipo de lucidez,
para jugar el juego que aburre?

Tenés que entender que con esto
termino. Mirando el río. Mirando
las orillas. Bajo de la lancha.
Son las siete y media y la luz empieza a escasear,
                 está bajando la marea.
La sombra de los tilos que cae sobre el agua
se confunde con la oscuridad del río,
               sólo superficie.                                
                      Y nadie hubiera creído allí,
al oír la ternura de las voces
que quien reía entonces con las criaturas
era el mismo hombre de acento duro y breve de media hora antes.
            Y que quienes en verdad  
dialogaban desde hace mucho eran la sombra incipiente y yo.
Cerré de nuevo los ojos, porque lo que yo quería ver
             era muy distinto de los crudos reflejos de la senda laqué,
                     y del  marco del espejo del lanchero,
                     también laqué.
Las mismas costumbres adentro y afuera del río,
la profundidad debería guardar, pensé,
en su secreto plomizo y arraigado,
                       una descripción de la noche detallada
como en ningún otro sitio se podría dar. Pero prefería hablar
en movimiento: del hospital y las islas.
Las criaturas cambiaban de la imagen al perfume,  
                        y la humedad acentuaba
la cercanía de las ramas tronchadas para trasladar a los caballos.
Parecido a una locura. Con algo más de significado,
                    algo más de
                 permanencia y amalgamamiento.
El río corre sin reglas ni medida, miro mejor,
                  en cualquier dirección y a cualquier hora del día.
No existen cauces para la libertad de su carrera,
             ni normas para el despliegue de su energía.
Posee una  extraordinaria velocidad y un ardiente deseo
                 de correr.
              De modo que se da todo entero
                    en sus disparadas salvajes.
Completamente concentrado en el perfume
y el furtivo desenrollarse del río, cuento con la participación
                        de la inteligencia también.
Para recuperarme del silencio lleno de inquietas escenas,
para determinar la procedencia de una lancha
o el paradero del perfume de una planta que no veo. La vegetación
                          y sus sucedáneos: el caballo y la parrilla.

Me aburría la continuidad de la iluminación
                          y sólo pensaba en dormir, en dormir la
                                 estridencia
                          y el brillo del atardecer que ardía
                          mientras el agua se retiraba rápidamente.
Melancolía, sentí tristeza. La oscuridad como carencia me
                impulsaba a realizar nuevos experimentos,
en su mayoría equivocados, fallidos. Traté de revivir
un sauce y no pude, allí sí que pasó la corriente,
                retirando del tronco las gamas
                          del ocre y el marrón,
ablandando la corteza,
         desnudándolo como a un niño sucio.
                Como si las grandes voces que supieron realizar una abertura
en la orilla y el río
y convertir todas las visiones en un deseo no hubiesen sentido
                        el abandono o la intemperie.
Mi soledad se confrontaba con el paso de una lancha. Obreros,
los primeros, luego las madres y los niños. Adelante. Mi lápiz puede
quebrarse en cualquier momento.
                       Tenemos que seguir amigo,
sobretodo nosotros, no importa que se hunda el mundo,
que el tiempo se consuma en un abrir y cerrar de ojos,
                                           la puerta que nos espera
combina el  color del pasado con el color del futuro.
Y con un motivo mucho más secreto y poderoso que el nuestro
               permanece      
mirando pasar a todos a través suyo.

Pero existe un nuevo amanecer, en el que los tilos nuevos en un verde nuevo sobre la orilla nueva regresan. Recuerdo. Regresa el viento nuevo con el sonido nuevo de las nuevas lanchas.



9.



A partir del día once se ven los resultados, el cuerpo empieza
                         a transformarse en oso. Y algunas de sus señales
son muy características. Por ejemplo en el pecho.
         Nos recuperamos pronto y comenzamos a planear nuestra próxima aventura,
ya que el entorno es otro,
al final        
de las manos, podrías combinar esto con los diarios,
para obtener la mejor interpretación de la época.
No te interesa.              
Ok, dejame tomarte de las manos, relajate,
aquí está la época,
con sus héroes que resultan ser muy poco prácticos,
                      están embobados por la brisa primaveral
que los visita. La piel no se opone jamás. Los ojos no se oponen jamás.                            
Nos mareamos y sentimos alegría. Pensabas
que preguntando te ibas a salvar del esfuerzo pero
no es así, por fin estás dando al parecer,
               una reacción positiva
           al responder a mis comentarios sobre la      
                                     averiguación        
                                     que estoy haciendo.
     Te lo agradezco, es bueno distinguir,
si uno está solo o si lo han abandonado.
Mi humor está muy poderoso. Si no hubiese vuelto
             tendría una idea muy diferente sobre tu preocupación. Pero resulta
                           que me siento fuerte como un motor, y mi cuerpo
                   es una lancha que avanza contra la corriente.
Los pajonales podridos nos          
anuncian la opinión de la naturaleza,
         esto es belleza me digo, y termino riendo como un jovencito.
Al acabar el traslado tomamos el equipaje, la mochila,
                            los bolsos de mano, la bolsitas
con comida. Lo que viene es una incursión todavía más intensa de  
                          lo que fue hasta ahora.
Pero tengo certidumbre, la escena es especial,
la embarcación avanza y badea todas las complicaciones del Paraná.
               De rodillas es investigar, caminar es investigar, entre los sauces
nuevos en la nueva ribera, del nuevo perfume de
                          las flores nuevas que consigue que olvidemos el mareo,
por tanta realidad suprasensible. Comprendo que sólo a vos te interesan:
las casillas que brillan en el medio de la noche,
                los perros angustiados que corren rodeando la luz,
las zarzas que sabemos azules pero
                           están agrisadas y tumbadas.
La luna estropea todo
y en la complacencia de un amanecer imposible
nos refugiamos juntos,
         comemos,
hablamos de las madres
y del atavismo mortal de nuestras propias visiones.
                Tenemos que recuperarnos. Todavía no visitamos
los altos y presentimos bien. Allí donde los isleños son
más rudos todavía que en las cercanías donde estamos:
función de fuerza,
               sorda y de zarza ardiendo,
la palabra colgando de otro palo.
         Estamos necesitando un cambio de comunidad
y no nos atrevemos a decirlo, en cambio
                  utilizamos todas nuestras fuerzas
para transformarnos a nosotros,
un disparate bastante extendido que no se sabe de
dónde viene. A cambio el río tiene un origen,
                      y podemos rastrearlo hasta congelarnos.
Esto es bien sabido, lo que no se sabe es que detrás de
la luna y el viento ciclotímico
hay un refuerzo de vida para detener al río,
                      para tomarlo con las manos y ponerlo de pie.
Su altura no puede medirse,
y el escándalo complica el goce de los gestos
de una cultura como esa.

QUIROGA TIGER 2

10.



¡Tanta fantasía para curar la soledad!
No entendí sus explicaciones ni consigo
                           asustarme, por lo que tejen alrededor mío
toda un fábula de padecimientos. El peligro, me dicen,
                            al que estuviste expuesto,
te tiene que servir como lección. Entonces recuerdo
las palabras que intercambiábamos con el lanchero,
allí sí había una enseñanza,  
                                que aquí se olvida o se escamotea,
porque también resulta angustiante que se desprecie
lo que adora uno.



11.



Las ventanas se han estremecido.
El temporal sacude la casilla que se arraiga en la oscuridad.
Los perros aúllan debajo de los tilos.
                            Me asomo y no veo nada.
                            Hace ya tres horas que llueve torrencialmente.
Mañana viajo rumbo a los altos. Ahora me siento fuerte como un toro
                       a las cinco en punto de la tarde.
Dejo entrar a los perros, no sé de dónde me sale esta piedad.
Están lloriqueando. Están mojados.
              Uno se sacude y me salpica la cara.  
                            Claro, estoy despierto…
                            y no espero más que ellos,
que me vayan abriendo las puertas
cuando ya todo parezca perdido,
que el final se transforme en un principio. Ayer
                a la mañana viajé hasta la ciudad
                    para  comprar alimentos y una campera impermeable. Comprendí
que la ciudad no se deja penetrar por asuntos como el tuyo,
vos y yo permanecemos atados a la fuente primordial,
oyendo un canto único en todas las criaturas que respiran con fuerza,
manteniendo el mundo marcado por un recorrido constante.
                 Lo importante
                           es que no se duerman todos en el mismo momento,
              si no que, en cambio, se vayan pasando la presencia, el mundo.
          El espumoso anaranjado del sol se lo debemos  
                             a las nubes,
                             para empezar,
 y ellos nos deben el silencio. Gracias,
le digo, esta campera sí que es bonita. Hay
                      que ver tantas cosas inútiles,
hay que equivocarse tantas veces, hay… Nadie me va a detener,
tenés que saber que voy a volver, que voy a darte un
                         elixir de hortensias y pelo de perro
por el que vas a reír más de lo acostumbrado.
Parece una banalidad, me dirían. El aburrimiento me
dedica un temporal. Yo agradezco.  
                     Comprendo a mi nueva campera,
                            comprendo el hospital. Lo importante es
la dirección en la que van la maravilla y el desastre,
que siempre se confunden. Llegan a premiar gente por lo segundo.
                    Pero esta             
                            ciencia que siento surgir en mí me marea y
le creo, comienzo a practicarla. Los resultados son copiosos
pero, de discutible valor, es decir, su valor se puede discutir,
            puede ser rechazado in toto
                                     o incorporarse a la cultura de la ciudad.
Pero el puerto no se deja penetrar. Vuelvo
con mi campera y también se marchan,  después, a contar
lo ganado, a charlar
                             de lo que pasó en el día.
En una casa como esta, donde también escuchan
la lluvia sobre el techo. Pasa: mezclaste a Agatha Christie con Platón,
sos malvado como yo. Parece que Sócrates en algún sentido
tenía dinero. Las opciones del saber son pocas, pero
la sabiduría se transforma en un múltiples-usos cuando     
                            encarna.
                   Encontramos más de su uso que de su origen.
          Voy a golpear una puerta.
He ahí un problema al que no voy a dedicarle ningún razonamiento.
                           Voy a golpear una puerta.
Voy a golpear una puerta, voy a golpear una
              Puerta. Voy a golpear una puerta..
Después del comienzo viene la primera parte.
voy a golpear una puerta.
Voy a golpear una puerta,
voy a golpear una puerta, voy a golpear
una puerta.
Así es que traje al hospital a la presencia mientras ausentaba al Tigre,
                      voy a golpear una puerta,
y luego los fui mezclando como un cocinero.
El que bebe lo que ha sido preparado con amor y lucidez
                      alcanza la felicidad inútil, es decir,
tiene una experiencia estética. Disfruta de los pajonales                  
                     podridos,
                        que ahora están pasando espaciadamente.
Por ejemplo, porque la bajante retira el cuerpo del agua de la vista
y se lleva la última sensación de nieve.
           ¿No es lindo
          permanecer inmóvil,           
               observando cómo retira su lengua de la orilla?
                   ¿No causa risa el trabajo de los pájaros del agua?
Lo que sigue es la idea de los Fantasmas.
            ¿sentís el perfume?
Si lo que escucha asusta es música de verdad. Y si
la música es de verdad los fantasmas están.
No encuentro el piloto, dicen tus amigos que en verdad te ves fatal.
                     ¿Creés en la representación automática? Una  
            tacuara
al lado de la otra. En verdad inextricable.
En la orilla la resaca que la bajante deja. Sabiendo
lo inmerecido del dolor busco una solución. Me levanto el pantalón
                 hasta la rodilla. Lo que veo es un corte de unos siete             
        centímetros. Me acerco a la orilla a limpiarme pero
un poco de barro proveniente del agua hace que el corte
comience a arderme. Entonces
                   me paso solamente la mano  
                         mojada. Saco unas medias del bolso
y me fabrico un torniquete. Hace ya más de una hora que
tropecé. Pero recién siento el dolor ahora.
                                   Me calmo. Pongo mi pensamiento en el río
y lo extiendo de orilla a orilla. Enfrente hay un muelle,
aparentemente hay una casilla, las zarzas azules no permiten                        
                             distinguir. Me reconforta saber que esperás
mi respuesta y que estoy aquí para ayudarte. Miro hacia arriba.
Este cielo podría estar sobre el mar. No voy a acometer ahora  
                           el                                                  
                     fraccionamiento del cielo ni su distribución.
No sé el Padre Nuestro ni tengo cuentas,
para dividir mi dolor y curarme con quince mantras.
Comienzo a abrirme
                        camino a través
                   de las tacuaras y las cañas.
Los hijos tienen que ser paridos para que las madres no mueran.


           
12.
           


A raíz de las concentraciones doloras
he medido la fuerza                        
de mi alegría. No todas las sonrisas son de la misma
                naturaleza.
                               Está la sonrisa del claudicante,
la sonrisa del enamorado y la sonrisa del muerto,
y las combinaciones respectivas y sus respectivos                           
                            significados.
                           La mía es la sonrisa del niño,
a cuenta de que lo más impresionante es lo que se nos
presenta
como grande y monolítico, es decir, la estimación del río, la
relación
de una isla con la otra, la relación                       
de una casilla con la vegetación circundante.
¿Creés que podrás esperarme un poco más? No estoy
seguro de si
            aún estás interesado.                     
Yo soy una parte y vos la otra.                     
Te pido por favor que traspases esta barrera de cinco
gramos y me digas: aún lo siento.  
La lancha se alejaba mientras un sol aniñado pretendía
ocupar el cielo de cabo a rabo. Atravieso una plantación de
tomates y vigilado
                     por cinco perros tanteo mi rumbo.
                       De todas formas y                        
como pasa siempre, empezamos por los otros
y seguimos con nosotros.
Comprendo que me espera un pensamiento tropical,
me acomodo
              la campera y comienzo a caminar.
                        Hemos estado dos horas y media
vadeando el Paraná, o sucedáneos suyos.  
El amanecer todavía
inmaduro me dificulta distinguir en el resplandor. Veinte
metros más
                                              adelante hay una casilla.
Desierto, tierra de noviazgos: recortar las filiaciones
extensas de una filiación directa. Tengo que mantener la
concentración, mi confidente, vos,
                            mi madre. Todos los estímulos
convergen hacia el hombre. De ahí se origina,  
entonces, la manera
                             como se realiza                     
                              la conjunción de nuestras partes,
las partes respectivas que son la unidad superior propietaria
y
las comunidades poseedoras, el usufructo utilizado:
la máquina del país.                                 
                          En este
                        mismo sentido, su engranaje aglutina toda clase de                                                             
                  funciones:
combinaciones diferentes entre cantidad de luz y humedad,
                              combinaciones diferentes entre lluvia y viento, y,                
                lo que es aún muy raro:
combinaciones altruistas entre los silencios y el sonido.                           
                                      Entonces no sé si debería ponerme
un casco verde o un casco amarillo.
Es claro que los tomates son del dueño de la isla,
pero no
está definido finalmente si la isla es
                        de quien es su dueño.
Entonces no sé si tocar un SOL o un LA.                
Todos los días, desde las siete de la mañana, cuando la
                    temperatura
de la costa empieza a exceder la temperatura media,
                          que es aproximadamente la del río,
el aire que descansa sobre este sopla
hacia la tierra. Estoy esperando que me atiendan, el dueño                                             
              de casa
puede no estar,      
el dueño de casa puede ser sordo,
                  el vínculo con
el tomate no se altera por la destrucción
                               del aparato auditivo.                    
En la gran enseñanza del río hay un punto,
                              totalmente salvaje, que
nos indica, que la energía es ilegible y que no puede ser
atrapada         
        por ninguna configuración que la                   
               Mente le sobreimprima. Aquí está
la tardanza del lugareño, mi posición estimulada por
tu problema, el techo sostenido por cuatro paredes.
                       Se borra.                                           
Toda tentativa de organización fracasa. La desnudez
es aun mayor
cuando las partes se juntan.
                         Hay ramas secas
alrededor de la casilla, las junto para preparar un fuego, está
haciendo mucho frío y el viento tartamudo me amenaza.     
                     Levanto la cabeza y veo el cielo,
                      está gris y parece pintado,
la casa que no tiene alero agranda la presión.
Me alejo de la casilla para buscar más ramas.
                      Cómo sería mi estupor
cuando a metros de allí,  
encuentro la estría de un río completamente vacía, ahora,
                                          en la mañana plena, un cauce sin
agua. Los psicólogos se arrodillarían
junto a lo que estoy viendo, algo así como
un trastorno de la personalidad del paisaje.
              Han robado o he perdido mi cantimplora, no la
encuentro en
el bolso. ¿Quién podría? ¿Robar es tan fácil?, puede haber            
                   sido
                 uno de esos tantos niños que venían en la lancha,    
              allí la saqué para beber y
la dejé a un costado de mi bolso. Sus colores
estridentes son muy llamativos. No recuerdo lo que
hice a continuación, el
discurso
del lanchero me pareció más importante que el mío, Estaba  
tan                       
       aburrido
que me faltaban fuerzas para controlar la influencia del
entorno.
                Así se enajena uno en la conversación con
los demás, así te roban como
le roban a un niño. En homenaje a la pregunta del río seco
decido
acampar allí. Traigo toda la leña que encontré.
A esta altura ya no se dónde debería estar cada
cosa.
Camino rodeado de santaritas y respiro el perfume del
hospital,
lo que veo enfrente me perturba,
                     me siento perturbado por primera vez.
¡¡¡Por favor el cielo y su destilación en verde y ocre,
                        las riberas y los muelles de sonrisas
que flotan sobre la maldición de la ciudad!!!,
carne sangrienta que nos obliga a recordar el castillito de la
                       cultura y               
                       sus estancias. Detrás del tejido vital
vuela la avispa de las dolencias, con sus trucos agrietados y
el agua sucia que beben los que buscan
                la
                  explicación.
Dos o tres días de fiebre sobre los pies de piedra,
al abrigo de la opinión sagrada sin símbolos para la
Mente                                       
densificada por la humildad. El río sin agua
profundizaba la pregunta
manteniendo sus paredes por un poder automático.
Lo perpetuo
de los astros la explicación de la vista. La oferta tropical se
logra
desplazar a través del exponente delicado hacia el
arenal
que amenaza. No sirve comer. No sirve dormir. El
alimento primordial
escapa del alcance del poseedor de la piedra del
maestro,
manteniendo el mundo marcado por un recorrido constante.
No está la tradición en mí
pero de todas formas puedo comenzar ya mismo
su redacción, variaría geográficamente varias veces
por minuto,
según qué tipo de carácter esté llamada a describir,
mi padre es el   
                           Río Colorado, y luego mi padre en mi
madre es
la Laguna de San Juan.
No parece servir para la devoción ni la ciencia, es una
tradición
a la
que no podríamos llamar falsa, impostada, sino más bien
una tradición
mixturada sumamente inútil,
para la representación de las “ formas de ser”
en cuestión. Observo la inutilidad del viento sin agua,
pregunto a
los árboles cómo debería comportarme después del golpe,
pero el
tejido no formula nada diferente a mi
sensación dominante. No hay respuesta.
A través
de la barranca asolada en el desinterés natural consigo
contemplar el
cadáver del futuro. Estoy perturbado.
Eso no se distingue en mis
pensamientos, tengo un ataque de unidad y eso es todo,
              verifico en mis manos
la completud de una fruta y no comprendo
el abandono ni
los vidrios sucios de la casilla. Veinte metros están
separando mi
formulación de la apariencia estridente de cada tomate. La
huerta
                 resulta de un templo mezclado con el
descanso de todas las
funciones. Quiero dormir. No puedo incorporar esta
evidencia a la
evidencia mayor.
No puedo postergar los nacimientos.



13.



Así como la risa le da sentido al vacío o mejor debería decir       
                      al despliegue de una hoja agujereada y la repara otorgándole sentido como hoja agujereada sin más.
Este privilegio del ser sobre el sentido siempre me pareció  
                       sencillo de comprender,
                        ja!!! por eso podía realizarme donde la vida me pusiera sin quejas y con acero en la voluntad. Cada cual desplegará su obsesión en esos tres o cuatro centímetros
                              de frases alocadas,
por lo cual no tendrían que echar a los graciosos
de las altas esferas, como sucedió con Pilar
                        en “ Casa de Gobierno”. ¿Por qué te echaron,                     
                         Horacio? Porque hacía bromas, la risa carcome las jerarquías, me dijo, y atento que no tenía ni lejanamente el carácter de Cristo.
                         Cruzo la estría y mi bolso
                        se zafa. Evidentemente aquí hay una energía. Mucha tristeza debe haber dado en la época en que empezó a mermar. Sangre y espuma. Me acomodo el bolso.
                      ¿Habrá habido indígenas aquí?
                  Alguien lo debe de haber velado.
Me doy cuenta que hay plantas secas a lo largo de toda
la orilla, de uno y otro lado. Sí, han querido salvarlo: descubro                       
               un círculo de piedras
a pocos metros del cauce.
Sigo caminando y paso junto a otro círculo idéntico.
Mi sorpresa se vuelve más verdadera cuando  
                descubro que yo mismo soy
                 el centro de un círculo enorme:
cientos de piedras me rodean. 

14.



Después de dos kilómetros de paisaje igualmente árido
me encontré de nuevo frente a las cañas,
                     primero en pequeños
                    grupos, luego como propiamente maleza.
Sin duda se debía a la cercanía del río. No pude volver a la casilla
porque me conmoví tanto que olvidé mi orientación.
                      Empecé a penetrar entre las cañas,
entonces, que ya surgían de la tierra masivamente. ¿Dónde
encontraría un muelle? El plan era llegar a la costa y
una vez allí recorrerla hasta encontrar uno. De fracasar
                         el plan, de optar por el camino más largo
o complicado, tendría que hacerme de un elemento sonoro
para llamar la atención cuando pasara una lancha,
las otras opciones eran construir una bandera
o llamar la atención colgándome de un árbol.
Hay sauces cuyas ramas avanzan unos tres o cuatro metros sobre el agua.
De todas  
         formas, perderse nos enfrenta al trabajo o a la muerte, y yo
tenía bastante por hacer, así que empecé a      
                         caminar hacia la izquierda.



15.



Fruto de una nostalgia espacial, sudaba y soñaba
con las islas.
Me ofrecieron una extremaunción y mi reacción
                fue negativa.
Los edificios se expandían como nieblas en la madrugada.
           Estar despierto como valor de
observación y capacidad de escucha. La reacción sanadora en                
                su vínculo
            con la clase de agilidad mental del día.
Ya en el colmo del rojo con tiras amarillas la manzana
se me presentó y seguí a su lado. Los tres metros
              que me separaban de la  puerta.
La puerta por donde pasaban los payasos, y las ventanas
por donde pasaban los leones heridos. Sintiendo en los                        
                          brazos
                      un líquido ceremonioso. La boca y la nariz
en las colinas solares. Respirando un
                   aire filtrado
por las hojas, creado por las hojas.
Las imágenes giraban alrededor del camastro,
                   rozaban la cuerina manchada con sangre,
seca hace días. A mi derecha el Reloj de la Vida, a mi izquierda
la vida: el bolso y las fotos, las fotos de cuando estuvimos
                      juntos en Valeria del Mar.
Susana me llamó y hablamos horas. Medio dormido y medio  
                      despierto la acompañé siendo generoso
con mi autolimitación. A eso de las seis me sirvieron otro
plato de oxígeno y sentí verdaderamente lo que es saciar el
                                apetito. Pagaba con mi cuerpo y
con mi tiempo, todos los cuidados excesivos que los arqueros
me prodigaban. Con la excusa de sanar mi pierna
                        me ofrecían toda clase de elixires.
Recordé una canción francesa que hablaba sobre el puerto,
la silbaba mientras me cambiaban las vendas y
            consideraban la cicatrización. Positivo.
 Seis días por once años es negocio. Reconocer entre las                              
                   cañas y las tacuaras
un círculo de piedras es negocio también.
¿Qué valoración podrían hacer
las damas pálidas de las auroras físicas? ¿Cómo podría
                           despertar, si los años sin dormir
se apilaban como revistas de moda? Me recordaron
que el barro es una fuente de contagio, que quizás esa fue la mezcla
                                   fatal, el barro entrando y saliendo
de una herida pequeña la hizo grande y recursó una infección.
Entonces se explicaban los mareos, y me dijeron que tal tipo
                      de infección podía incluso
inducir a reacciones alucinantes. ¿Es que no hay árboles sobrevolados
por ángeles, y por ocultos jardineros criados tan raramente, que sin 
                     pertenecernos, nos cargan?
Sonreí por dentro.
Mi cuerpo era un labio recubierto por sábanas blancas.
Mi cuerpo era una lengua peluda que generaba silencio.
           Porque sentí respeto. Pero respeto ordinario, es decir, 
           respeto común. El mismo respeto que recorría las
habitaciones piso por piso, consolando a los motociclistas 
                    nerviosos y a los ancianos de mente blanca.
Podía caminar si llevaba el suero conmigo. El pasillo central                  
con plantas artificiales me recordó ciertas
                     Analectas de Confucio.
Siempre fui bruto porque mi delicadeza se
confunde con la maldad. En los días anteriores al golpe                         
                       desaparecieron
                          muchísimas                                      
preocupaciones, y sentía que se aproximaban hermosos días
con hallazgos hermosos. No fue buena idea vadear
                        ese riacho repleto de piedras y ramas secas.                     
                          No fue buena idea
caminar durante días a lo largo de la costa para encontrar un
muelle, como si entre lo absurdo y lo heroico no hubiera
                    diferencia. ¿Existe el tiempo, el destructor,  
                    realmente? Ay, el
fantasma de lo pasajero, atraviesa la recepción como una
humareda fina: “Tsang Wen Chung tenía una enorme tortuga
                     en un habitación en cuyas paredes había
representaciones de montañas, y plantas acuáticas en las  
                   columnas ... ¿De qué clase era su sabiduría?”



16.



Detrás de unas magnolias rodeadas de malvones estaba el
arroyuelo, de un metro y medio de ancho al que pronto dejé
                                     atrás. Podía morir caminando
                              hacia la izquierda pero eso era
                                glorioso. Era de una hermosura terrible
porque El Dorado estaba bajo el agua, junto con el Pejerrey,
los Dientudos, las Mojarritas y Tortugas que repentinamente         
                          aparecían y se
hundían, protegiendo su locación
                          en el marrón madera del río.
El sonido del agua me inspiraba pensamientos pacíficos.
                                  Me llenaba de mundo como el cadáver  
                       de César Vallejo.
Tenía ocurrencias y les ponía melodías, caminaba gozando
de la luz y cantando. Los luthiers obtienen unas cuarenta
                        guitarras por cada paraíso joven, en cambio
el sauce no tiene buen sonido, y lo mejor “de lo mejor”
es el paraíso adulto.  
                           “A capella”, sucio y
lastimado.. Pensando en vos, en tu problema y en mi          
                          promesa,
                         en la necesidad enteramente íntima
de tu acompañamiento  telepático.  
                                  ¿Entenderías que en mi tardanza
                                   no había ni un minuto de
deshecho, pérdida, que observaba apasionadamente cada    
                           detalle nuevo, cada divergencia específica
del verde y cada transformación del ocre en amarillo cobrizo?
Vale la pena que te preguntes qué utilidad tiene  
                         todo esto para tu problema.
La utilidad simplemente fraternal de saberte
acompañado de sensaciones puras, en la ciudad que te rodea                
                 como un círculo de piedras, donde también
simplemente, las flores desde los balcones nos llaman a la reflexión,
aunque sea penosa, fútil. Lo primero que 
                            quisiera es que distingas en tu entorno
y comprendas que sos un amable animal que está en peligro,
¿qué clase de peligro?, ¿la pérdida incesante de energía que                    
                                supone la imitación de una máquina? Por ejemplo.
He ahí un punto.
              Estás en el Monte de la Piedad, caíste siete veces y no das
un palmo de distinción, la distinción de vivir pese a las heridas
de ciertas horas profundas
                 en las que la dicha se quiebra como un cristal.
Las mismas pruebas para despedirse o llegar. Eso me perturba.
Pero mi sonrisa y lo que canto mientras recorro la  
                               costa significan vida después de la                           
                                  muerte, de la muerte
                                   que quizás he traspasado para volver
a mi cuerpo y comprender que puedo ayudarte, y que semejante tarea
se me atribuye porque en mi primera vida vi 
                             lo suficiente, por lo que al ver lo mismo                       
                             por segunda vez soy más puro que un 
                             niño superdotado.
¿Cómo conseguiste comunicarte conmigo, si somos un puñado en un gesto único de adoración? Incluso la mayor    
                      parte de   
                             los creyentes no lo sabe,
                             salvo a veces, por pequeñas señales puestas
para avisarnos y al momento retiradas, en parte o totalmente.
De tal manera el espectro de colores se aísla y compone imágenes imposibles de mirar,
sólo deja su huella  
                             en un
                             grupo de tonos limitados y gamas
de los mismos sobre el soporte vegetal y la materia degradable del río.
Es la condición del secreto que envuelve lo más querido y lo cierra sin que eso  
                     sea definitivo.
Cuanto más tiempo más se comprende. Encaramos una imitación
en la medida de nuestras posibilidades,
                      lo que significa que podemos lograrlo o no.
Cuando sepas tu verdad, no te lances a preocupar el ánimo
de quienes no están en condiciones de escucharla,
                           ya que las enseñanzas fuera de tiempo
lo distanciarían de la acción,
                           en la que sólo verían confusamente
una verdad a medias. La oración y la mortificación
son como dos alas para volar al cielo. ¿Tu amigo estará preparado?
                             Despreciemos la virtud viviente y elogiemos la que
ha desparecido. Tendrías que comprender que un hombre es rico
desde que se ha familiarizado
                               con su escasez.



17.



Recuerdo al Prefecto Ortiz cuando
me hablaba de los desfiles: no importa adónde va el batallón,
lo que importa es 
            cómo camina. No puedo ignorar que
los árboles viejos me observan con sus ojos marrones,
que las lanchas son cosas que casi no recuerdo,
que mirándolos fijo
                             puedo obtener mucho más de lo soñado:
corroídos por la densidad del aire y atendiendo al reclamo subterráneo
y a sus dones no se desplazan. Una situación
                            mortal para un hombre, la crucifixión y
la demanda celeste que se afila y recorta la tela
sobre la que el Tigre está pintado. La tela en la cual me muevo
                             constantemente, tejida para mí. Sumando
los años de cada sauce comprendo mi dependencia
a través de las raíces de la lengua. Poca comida. Dividirla. Suelo
                                         pensar solo, y cuando no puedo busco
en mi Mente la solución adecuada, sin que me importe que la idea
sea ajena, sin que me importe no gozar de los  
                                    honores
                                    de un descubrimiento introspectivo
de factura propia. ¿Cuándo vas reaccionar?
¿Estaré caminando hacia vos, aunque no vea tu cara agrandándose
                      con mi marcha? Me enfrentaba a la parte más escabrosa de la costa,
curvada por decenas de pequeñas bahías,
donde los pajonales podridos se amontonaban
produciendo la impresión de un suelo firme.
Tuve primeramente esa confusión y de ella resultó
que me mojé la pierna izquierda hasta la rodilla. La ilusión que no
                          viene del corazón y nos despista, alterando nuestro juicio y el valor de lo que la mirada sustrae del entorno. Estigma pantanoso del límite curvilíneo incesante.
                           Caminar entre pajonales podridos
y muros de tacuaras. Volví rápidamente a la técnica egipcia y la dificultad
se tornó menos fuerte. Pero en ocasiones      
                              caminaba
                              sin mirar mis pies. Pero el recorrido presentaba la mayor exigencia.
Mi espíritu deportivo estaba en deuda con la travesía.
Pero me distraía silbando y con las
                   manos simulaba dirigir a una gran orquesta
Meditaba sobre las posibles causas que podrían haber determinado
el vaciamiento del río. Todo Mente. Nada
                             natural me conformaba, pensaba
en catástrofes mentales, en la dilución de la fuerza plural
de los indígenas que aún pudiendo salvarlo
                             lo esquilmaron hasta matarlo. Estaba cómodo en mi cama
mientras el tiempo se perdía. Pasaban las patronas y los especialistas,
incluían en sus informes el color de mis ojos y mis huellas dactilares.
                     Habrían de haber estudiado con los cadáveres experimentales
que posee la Facultad de Medicina.
                         La frialdad se debía de haber trasladado
de los libros a los aspirantes, y de estos a los cadáveres.             
                   Siendo las siete
de la mañana, comenzaban a escucharse las vibraciones
de los motores a lo largo de la avenida y de las calles         
                                adyacentes.
El sonido subía desesperado como una araña amenazada,
y comunicaba a los vidrios el nerviosismo que lo poblaba.
                          Dejé de atender a los vidrios. Miré mi pierna y entendí
gran parte del tratamiento, estar quieto. Las patronas traían buenas y malas noticias.
               Los médicos partían una manzana por cada visita.
       Pero la atención no es la forma del amor que me
interese más. La historia quería enlazarse con su propio 
                      comienzo. Por lo que cuento con una habilidad deforme
que vende mucho. Cuando publico mis            
                          investigaciones, pocos parecen entender,
la declaración de amor a la Armonía no limita ni sugiere ningún planeamiento territorial.
Te regalo un país en marcha. A vos.        
                            A tu madre.
Y despierto porque me habla mi gato.



18.



Van cuatro horas de caminata, la izquierda es lo peor,
no quiero tener problemas con nadie. Consigo ver unos veinte
            metros adelante. Reconozco un fulgor rojizo
y un verde bajo y vivo. Entonces comprendo que elegí lo
mejor. Al acercarme comienzo a ver con más nitidez,
                  los tomates
                        están grandes y brillan con una estridencia propia.
Acelero mi paso. Siento una alegría inmensa. Unos quince metros y
me encuentro con la huerta y la casilla. La
                        apariencia de abandono de la casilla resulta de la comparación
con el fulgor de la huerta. Me acerco a la casilla. Voy a golpear la puerta. Pero
mi brazo se detiene
            unos centímetros antes del contacto.
El dueño de casa puede no estar, el dueño de casa
                        puede ser sordo, el vínculo con el tomate
no se altera por la destrucción del aparato auditivo.
                        Después de golpear varias veces comienzo
a rodear la casilla en busca de una ventana. Hay una del flanco
derecho. Me asomo y empiezo a distinguir: hay una cama
                        donde nadie duerme, hay una mesa humilde y un armario,
la casa está vacía. Decido entonces, seducido por la idea de un descanso profundo,
forzar la entrada y
                        apropiarme del lugar. ¡¡Qué bien me haría estar un par
de noches protegido de la intemperie y dormir como se debe!! Vuelvo
al frente de la casa, trato de estimar
                        cómo abrirla sin destruirla, o dejar agujeros por donde
pueda pasar el viento.  En el flanco derecho hay un pequeño galpón,
pienso que posiblemente allí debe de
haber herramientas. Y no me equivoco: un serrucho,
decenas de madejas de piolín, una sierra pequeña, una
            pala, varios hatos de leña, un tacho de pintura de
            diez litros,
cuatro destornilladores, un hacha, un martillo y varios  
                            frascos con
                        clavos y tornillos. Suficiente, tomé  los destornilladores
y el hacha por si la operación se complicaba.
                  Adentro del galpón encontré varias sillas, tomé una,
no lo podía creer, me imaginaba sentado al sol después de un buen almuerzo,
sentado
entre la huerta y la casilla.
                Me había hecho un cálculo muy de mente práctica.
Soplaba un viento cada vez más fuerte, el cielo se volvía gris
                     y estaba por estallar una gran tormenta.
Cuando volví al frente de la casa encontré la puerta abierta,
la miré impresionado, los destornilladores se me cayeron de
            las manos. Otra ráfaga de viento y la puerta golpeó ruidosamente contra el marco. Empezaban a caer las
                        primeras gotas. Me acerqué y la empujé.
Entré y sonreí por la grandeza de mi
           suerte. Afuera estallaba la lluvia y yo estaba bajo techo,
en unos estantes descubrí una lámpara de kerosén,
         pero todavía era temprano, no obstante la probé y conseguí,
                        acomodando la mecha, que la misma funcionara.
              Un día hermoso e inolvidable.
Salí de la casilla y corrí bajo la lluvia hasta el galpón. Estaba
                        empezando a hacer frío. Tomé el tacho
y dos hatos de leña y volví a la casilla. Encendí un fuego dentro del tacho y
me quedé pensando acostado en la cama, el calor me estremecía…
tuve que entornar la puerta y la ventana para evitar la acumulación de humo. Así fue que al
                poco rato me dormí.



19.


El sol le ganó la pelea a la tormenta y apareció por el Este
rozando la orilla y entrando de a poco hasta la huerta,
la casilla, hasta el corazón mismo de la isla.
Despierto con la vista puesta en la ventana, está sucia,
miro alrededor y comienzo a descubrir telas de araña,
            todo está comunicado por ellas, a no ser la silla
que traje del galpón que tiene un ecosistema propio.
              Sorprendentemente me siento mal, no mi cuerpo. He
dormido unas doce horas seguidas y siento la relajación.
-Me prometiste ayudarme y te internaste en un Petit Hotel.
Siento lo que estás pensando. Siento tu furia y el nacimiento
de tu desconfianza, aunque sé que en muchos momentos te sentías así.
               Afuera la huerta cubierta
                         de rocío. ¿Querés que descargue
toda mi energía en la respuesta a tu problema, querés
que en caso de no encontrarla, o de hallarla y de resultarte paradójica
                        me crucifique ante tu positivismo lírico?
Tal vez este libro no sea para vos,
tal vez este libro esté compuesto de respuestas
          que son para un problema que no es el tuyo. Enseguida me corrijo.
                        ¿Es que existe un problema diferente al tuyo?
Ahora quizás entiendas la forma de mi exposición. Ahora quizás entiendas
que cuando falta hay que llenar y eso es
                        más que suficiente. Describe y organiza,
o construye, según cómo lo quieras entender. Me doy cuenta
de que tu problema fue el aliciente para encarar un problema
                        mayor,
                        donde tu problema estaba incluido.
La pureza del sufrimiento depende del diámetro del Alma.
            Continuas desgracias turban el juicio. La memoria
               de la desgracia es dulce y sirve de recreo
en la prosperidad. Sabés. Siempre deja la ventura una puerta abierta
                en las desdichas
            para dar remedio a ellas.
No sé si responderte así te calma más que la descripción del  
                           río,
                        que los pajonales podridos pasando como nubes
               por debajo del muelle, que el sol ardiendo en el cuello
                               y en los hombros. De todos modos dentro de este problema mayor
                 está mi problema, y el tuyo       
                        y el de tu madre, también, ya lo dije.
Estás en condiciones de cerrar este libro,
si estás listo para mirar fijo
esas viejas cosas que te expulsaron.
A partir del encuentro se suceden los acontecimientos,
te presiento. Estás con la vista clavada
                         en esta página, bamboleándote de izquierda a derecha,
                    de arriba hacia abajo, mareos, de izquierda a derecha.
Sos como un río delirante repleto de manías,
lo que te impide
                                detenerte y observar,
                            observar y comprender,
                            comprender y realizar.
Dispuesto a todas las transformaciones espero en mi silla.
Si estoy en silencio es que digiero los sucesos.
Te gusta verme sufrir. Te gusta que haya una distinción primordial
que hacer acerca de todo esto: nuestros progenitores
fueron aventureros e incluso guerreros.
                           Durante la dinastía Tang hubo un rey
que se convirtió en poeta a partir de su encarcelamiento,
sólo quiero que no llegues a ese límite, tenés que vivir la      
                                     imitación y
                                  la divergencia cuanto antes!! Entendeme, no quiero que termines encerrado.
Sólo quiero poner una estatua en el medio de tu Mente.
¿Te estarás poniendo nervioso porque dejé de filtrar la realidad?
Suponiendo que estuviera comenzando la segunda parte
                consideraría la defensa de nuestro vínculo,
ignorando ciertas diferencias ideológicas
que aunque me ponen triste,
no alcanzan a destruir nuestro pacto.
Te imagino con rumbo impreciso,
caminando entre magnolias y santaritas, acercando tu cuerpo al agua para ver
               tu rostro.
                  Algunos pensarían que estás perdiendo el tiempo.
Pero vos, que sabés
la historia Roma, la Psicología,
         la historia de Rusia, la Medicina,
la historia de Inglaterra, la historia de la Iglesia,
no te resulta escandaloso sin embargo ambicionar conocimiento
a través de estas cosas tan sencillas.
             Frases así me gustaría escucharte decir.
 Ya habrá oportunidad. Confío.
Vas a entender no entendiendo,
trascendiendo toda ciencia.
En tanto me considero una persona provisoria desde que nací,
jamás me detuve, siempre un piso más alto,
en el hospital más grande del mundo


20.




Uno va tras la perfección. Los estímulos aprovechables
se resguardan protegiéndose del olvido.
Tu estilo de vida puede 
                        que para muchos sea el peor.
Me pregunto, ¿han tenido una entrevista como la hemos tenido nosotros?
Se sabe la respuesta. Se han perdido a
                                  partir de una emoción fuerte,
pero en un sentido que nosotros conseguimos abortar, quiero decir,
               quedaron fascinados por el último    
Toyota y hacen el amor mientras miran la TV.
                    Con calefacción y electricidad constantes.
He aquí un invierno que no es. Por lo que
                                 el sentido del verano comienza
a derrumbarse desde los pisos más altos. Las polvareda lo cubre todo,
y en esa niebla el calor que se siente no puede
                         relacionarse con nada.
Tememos la separación entre naturaleza y cultura,
a través de los escombros. Mi perfección se mantendrá
hasta el día en que nazca nuevamente. Mi energía, en cambio, se mantendrá
                  a la vera
                   durante toda mi vida, ayudándome
a encontrar la pregunta justa, instándome a nuevos interrogantes.
Aunque es verdad que no te comunico nada
                          prácticamente. Porque querés saber
de qué manera se va aprendiendo. Puedo engañar a quien se presente.
Pero mi respuesta no será un
                     fetiche para que sigas igual. Te responderé,
y lo sé, con una descripción conmovedora que realce tu amor,
tu gratitud y tu armonía. La Jaula es mucho más grande de lo que vos
                   pensás,
              y vas a aprender a cantar en ella.
Jilguerito mío, jilguerito de tu madre. Ante todo un NO a la violencia.
Se trata de un asunto delicado, sin silencio.            
                         Delicado como las plumas de
                                  un pájaro.
Detrás de las hortensias aparecen las cañas.
Esto significa que el placer te llevará al trabajo,
siempre y cuando no renuncies al placer, lo que
no creo, o al trabajo, podría pasar.
Recuerdo que las hortensias son originarias del Japón.
Leí que producen hermosas flores rosáceas y azuladas                      
                      que poco a poco
pierden su color hasta quedar casi blancas.
      En tren de confesiones debo decir que me marea, que
                             todo este paisaje y toda su apelación
me marean. Sé que parecía un experto, al inicio de todo esto,
pero sólo fue para encarar el peligro acompañado, te
                       necesitaba junto a mí, necesitaba que
me leas. ¿No es gracioso lo que estoy diciendo? Cuanto más
placer más cañas nos esperan. O al revés, contemplamos 
        un murallón de cañas y tacuaras punzantes y  decidimos atravesarlo,
imaginamos el fin por una última abertura y
la aparición de las hortensias: placer!!,
                                  rodeados de colores.
Así es al revés y más mundano,
después del trabajo y aunque los ojos no compren nada, aunque el brillo
                               del dinero pertenezca a otra realidad
la realidad de las flores no se gasta en su lección,
                   siempre es  suave, precisa. No es cierto que
cuanto más recorras las islas
                                más dinero estás gastando, el dinero
se gasta, como el tiempo, insensiblemente entre el arroz
y los fideos. Nada. Tráiganme de vuelta. Me desperté gritando    
              a las tres de la mañana, en el hospital donde siempre es temprano, rodeado
de médicos seducidos por la opinión de piedra.
                             Estás grave. Lo sabía.
Como si más enfermo fuera mejor médico. Son cosas que no se comprenderían,
por eso no las comento con nadie. Había transpirado mucho
                             y la cama estaba empapada de sudor.
Vinieron las esclavas de los mutilados,
vinieron los consejeros del ateo, y entre frases y preguntas organizadas
                                me pusieron sábanas secas. Luego
de que se ausentaron pude ver mis venas,
y las arterias que las rodeaban. ¿Qué tipo de sistema fluvial me habitaba y
                                   giraba para darme vida? Pensemos
en el Tigre… ¿dónde se encontraría la fuente primordial de la sangre
y la energía para la vida que nos rodea? Los médicos
                                clasifican mis preguntas,
estas últimas son alucinatorias, producto del delirio de mi fiebre. Pero
no es la primera vez que pregunto esto.
              En una casa abandonada, un amigo mío, todos niños,
pisó una tabla podrida y hundió su pierna hasta la rodilla,
cortándose con un clavo de la tabla contigua.
                  Entonces me pregunté,
¿Qué tipo de sistema fluvial me habita y gira para darme vida?, ¿dónde
se encuentra la fuente primordial de la sangre
                                       y la energía para la vida que nos        
                                  rodea?
Pero la codicia entrega todo por un momento religioso y puro.
                  Como esa línea
                        blanquecina que señala el ahondamiento
de la noche. Como confesando:
la noche es un secreto 
  que se va con la Luna. Precisamente se va deformando mi atuendo.
No es nada. Ostenta manchas y dolores imaginarios.
           Por un túnel en el que al final
hay dinamita para el ánimo. ¿Ahora el problema soy yo?
Propongo a mi segunda parte que argumente las emociones
                 que crea a
                través de los sonidos y de los significados,
la parte no es el puerto del libro,
allí donde llega y descansa.
Mi mérito, si tengo alguno, es convencerte de que te juntes
conmigo en tanto y en cuanto dure este problema,
                              para qué.
                                 Has visto que se interrumpe,
                                     que está mezclado,
que amenaza con partir y regresa.
Compartir es mi mérito y tu mérito es compartir.
Tras la apariencia de una Obra construimos un
                            refugio poderoso y sutil.
Un lugar en el que nunca nos van a encontrar las malas noticias,
aquí por fin, están controladas. Sólo nos llega
                                el sufrimiento lírico, que viene hecho
de señales y de huellas, largo tiempo atrás producidas,
                        y enmascaradas luego,
                        en unas monedas de belleza. Tristeza y
                                   asombro son posibles remedios,
pero tristeza y aburrimiento son la mezcla fatal.
                Eso no debe ser compartido. A esto yo llamo calidad.                              
Comunidades inmensas
                               de lectores van tras un autor, y este mientras se esconde
o se escapa, piensa fríamente en la situación. Se siente víctima de un cocodrilo,
                   padece ataques
                                   de adicción y se recupera, solamente,
en la soledad de sus propias luces, que aunque parecen viejas luces
son las que él dispuso y fabricó. En las más
                                famosas librerías un tomo puede salir mucho.
Debo leer menos de lo que estoy diciendo, para encontrar el centro de mi clave,
para considerarme como
                            perteneciente a la Obra, para que
la Obra nos pueda ayudar a hablar. Primero está todo destruido. Un lema,
por ejemplo: ESCAPAR DE LAS PESADILLAS. Vista así,
la Obra es titánica.
                Y permanece todo el tiempo amenazada por la estabilidad.
Luego se agrega la palabra boca,
              lágrima, ensueño, fuente, anillo, y las cosas
se nos empiezan a ir de las
                              manos. Como el problema al que estamos atendiendo,
que cuanto más claro más dificultoso,
tu problema nos envía a recorrer la historia de la charla y la
                                         edad de las palabras, es decir,
cuáles viven hace mucho, cuáles acaban de nacer y morirán pronto,
cuales de la misma condición seguirán vivas de ahora
                                  en adelante. La edad de la Obra depende de esto.
Volamos sobre la naturaleza con papel y lápiz.
Rescatamos objetos desahuciados y los           
                               ponemos
                                       en marcha: hacia arriba el árbol,
el río hasta su desembocadura y cada cosa hacia su estado siguiente,
después pasamos una lima muy fina y juntamos a
                                unas con las otras.
Tenés la sensación en esta parte de que la Obra ya está terminada,
               pero no es cierto. Solamente camino
hacia la izquierda o me demoro en muelles destruidos.


Casi toda la literatura es la historia de cómo
un puñado de hombres “se han animado a hablar de”. Esto produce
                        valoraciones que superan el patrón
de la calidad incorporando al Corpus Mundial Obras de mala factura,
mas de mucho riesgo. Se decían cosas en estos
libros que podían, y en muchos casos pasó,
acercar al autor o al lector a la muerte, el destierro o la locura.
En una época lejana quemaban los libros, unos siglos después
                                            quemaban a los autores,
y a esta altura de la historia se los oculta bajo el rótulo de “creadores”.
Sin duda este nombre anda vacío por el mundo.
          Pero nada escapa a esta soldadura verbal a la que le he dado forma,
                      le he dado forma
                              hasta en los más mínimos detalles.
Esto es casi la sucesión del día, de la tarde y la noche.
Pero después de la noche hay un amanecer fijo
                        que es lo que estamos armando para los dos.
Cuando tapaba a Santiago te tapaba a vos.




21.



Entre las pajas de la orilla, que te ha hecho el jaguar,
se fueron echando al piso con las marcas de las garras,
                           así como rasgas las hojas de este libro
que ya no te gusta. Encontrándote tal vez desorientado
por la velocidad de las imágenes, arrastradas por una corriente profunda.
Aquí la edad ya no cuenta. Sólo recibe al color en un acto de inmadurez parcial.
Destilaciones del verde hacia el ocre brillante.
                        Destilaciones del verde hacia un sombreado marrón.
Cuántas posibilidades empiezan a surgir del agua del río
y a tomar posición en la isla. Así es el río después de
                                  la tormenta, trae desde lejanas distancias
materiales de novedad. Ya no te gusta este libro. Es horrible reconocer
que a uno lo dominan, pero es
                                 hermosa la hermandad y la función
del amigo. Él espera cuando nosotros esperamos.
Se ríe junto con nosotros. Recibe con una de sus manos las malas noticias
y con la otra mano distorsiona el contenido real, reemplazándolo
                por un contenido menos Mítico
             y por eso mismo menos doloroso.
Yo te invoco amigo de los efluvios, compañero del viento y la lluvia,
yo deseo que en mí se incorpore tu paciencia
                                y tu justicia. Hasta hace poco recorría todo esto
con la ingenuidad y los peligros que con ella vienen: el atiborramiento,
                      el delirio y la posibilidad
                               inexpresable, vale decir, la fe sin objeto.
Ahora que todo lo que debía hacer lo he hecho debo suplicarte que me ilumines.
Soy un cuarto con una ventana
                             pequeña que mira hacia el Sur,
veo bandoneones y milongueros, cantadores de cifras y payadores.
Me resulta temible tu respuesta pero mis
                         preguntas son cada vez más insistentes.
¿Debo irme hacia el Sur? ¿Hacia las fuentes de mi nacimiento?
 ¿Tendría que averiguar qué música escuchó mi
                                  madre durante el embarazo? Pero
algo me detiene, ahora el río es un símbolo de paz.
Me extiendo y me dejo llevar, la sintonía es perfecta, oigo la
                                         música del barro y de las piedras,
podría escribir una zamba submarina, tanto placer me da. Siempre lo agradecí,
no me ignores, no te alejes de este  
                                  Espejo Vocálico de las Almas.
En una transición que no resultó completa, tuve como experiencia
a una madre que vaciaba el Paraná,
                          acompañando la acción con algo de cantos y silbidos.
En rock eso significa amor, para mí caso no puede separarse
mucho de su significado de desgracia.
                            Con la música naciendo de la corriente, debajo de un sauce,
                           eufórico, abrigado apenas,
 sintiendo la información que crecía y que se iba comiendo la orilla,
                haciendo desaparecer
                          a las pequeñas piedras y a las grandes.
La base de las tacuaras se nublaba en el agua marrón.
                   Se terminó la literatura, dice la corriente y la arrastra,
entre la espuma encuentro una carta de defensa,
                  escrita por el río con una espina como pluma.
Hay en nosotros tanta adoración que no reconocemos lo útil,
por eso nos hemos perdido tras los golpes fuertes de la estética del Delta,
                      tras las apariciones y desapariciones
del paisaje que ocurren del día a la noche, y de la noche al día.
Como unos niñines deliramos sobre las entrañas del sol,
                          pensamos en su verdadero nombre y temblamos
como la luna en el solsticio. ¿Qué más hay detrás de la ventana? Vemos
pilas y pilas de libros, donde está todo
                              y mucho más,
pero luego de leerlos perdemos libertad y nos enfurecemos. Tratamos
                         de nivelarnos, la nivelación trae sueño,
y el sueño trae cartas más duras
                     que las cartas que trae la corriente. Ahora el río sube
por una escalera corroída e informe. Nosotros
lo esperamos mientras sentimos el barro en la planta de los pies.

Voy a interrumpir nuestro contrato en aras de una mayor información,
porque así lo exige tu problema.
Tu problema es más importante que
este libro,



Acerca de nuestro problema:
3 sueños verbales




FORMAS DE LA FE




Ten con favores a los de buen ánimo
Amigos del almuerzo de trabajo
Pero yo no puedo recibir más del caso
Seis con el suyo ya van


Si no me comprende
Siente que está desmerecido
Se arrodilla como en las películas
Y prueba cama y café


Muy perseguidos
Alcanzan la cresta
De cuando el médico no contesta


No me animaría
A pasearme con ellos
Pero los ojos que preguntan son muy bellos.




EL EXTRANJERO




En la periferia
Buscan evidencias
de la vida en Marte
Rumores aparte


Se dice que son buenos
Realmente buenos
Como los SANYO
Y los TOYOTA


Ahora la pista no sitúa al astronauta
Deja caer su sánguche
Y baja del adminículo


Ahora la pista no sitúa al astronauta
Lo despista prometiéndole una reflexión sobre su madre
Con el arte del que hace arte




A LA PREGUNTA




A la pregunta sobre cómo ocurrió
Articuló un NO, con mayúsculas
Para entrar en la jueza
Que miraba al fiscal


Las pilas de papeles
Orilleaban la puerta
Dejando a las pequeñas hojas
La virtud de un viento en el corredor


Supo responder y cuándo
Supo vestirse y desayunar
Supo trabajar por nada


Se merece entonces
El Emblema del Canciller
La jueza votó por él





de la solución de tu problema depende la belleza que puedas recibir y dar.
En un primer momento los dos parecíamos curados,
recorríamos el laberinto tropical sin
                            angustia. Así la cultura ha definido al viaje literario
como un espacio de recreación y un aliciente para la inteligencia.
Entonces me exigí que mi viaje
            literario fuera una cadena de preguntas y de informaciones,
y te transformé en un personaje que me oía y
opinaba. ¡¡¡Qué momentos hermosos
                        hemos  
                        pasado juntos!!! ¡¡¡en un personaje testigo!!!
¡¡¡ qué alucinaciones compartimos de cabo a rabo!!!
¡¡Y todavía seguimos juntos!!!, Nuestro amor es diferente. No te detengas,
me voy a encargar de que no dudes y voy a
            convencerte de que actualmente estamos rodeados del paisaje más universal que existe,
nada está salido del marco,
                a pesar de lo que parece haber pasado. ¿Estás seguro?
Te prometo continuar con el estilo que nos unió.
Pero el paisaje universal no tiene coto, y eso lo
                                mantiene presente. A partir de ahora          
                              todo va a cambiar.
Esta es mi promesa y la voy a realizar por los dos.    
  


22.



Pero así es que anuncio lo peor,
si el paisaje es un espejo vamos llorar y maldecir juntos.
Si el paisaje es una interioridad extendida o         
                             el lugar donde la interioridad se extiende
manejando el Don de la Representación realmente no sé qué nos espera.
Nunca lo hice. Te necesito, para acompañarme y
                      para que nos comparemos y aprendamos en qué lugar estamos
cuando no estamos en los libros. ¿O el amor es una forma de la ciudad?
                           Toneladas de cemento destruidos en un segundo
cubren la calle, a dos cuadras un hilo de humo nos adelanta la data del origen.
                     Explotan los periodistas ante las 
                                  cámaras. Los bomberos han olvidado
su función específica y están desorientados.
Hay muchos desaparecidos entre las ruinas de una idea importada. Más
                       madres y más té. Están usando lámparas de mano,
no hay corriente después de la explosión. Todo esto es sólo para nosotros dos.
Acaba de comenzar la tercera parte.
                            En la segunda nos emocionamos y nos asustamos
                    y en esta nos asustan y emocionan. Yo sé todo lo que hacés,
conozco tu duro trabajo y tu constancia,
            y sé que no podés soportar a los malos.
                   También sé que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son,
y has descubierto que son mentirosos. Pero los carteles eléctricos transmiten
                             una vibración distinta, que se ve entre la avenida y el árbol, como si hubiera
                      pájaros enormes
                             y luminosos posados en su copa. Estamos en donde no hay refugios,
la cama caliente es la cama quemada,
el agua para beber la dan los bomberos.
Querías conocer tu locación y lo estás haciendo.
Vamos de la mano hasta la
                              próxima esquina, detrás de un auto abandonado hay una ambulancia.
Todos los colores y todos los sonidos están presentes,
escucho los gritos que cambian
                            de frecuencia,
cada tanto hay un silencio donde la sirena respira para poder recomenzar.



23.


.
La ambulancia misma es dolor. Un niño que no sabe lo                 
                           que es la muerte es introducido
cubierto de mantas y custodiado por el llanto familiar.
El niño mira y no comprende la instalación callejera y apenas
             percibe la acumulación de vecinos y periodistas.
Le colocan la mascarilla de oxígeno y se siente un robot.
Esto sí que es jugar piensa el niño. Cuando
                                      el oxígeno comienza a circular de afuera
hacia adentro el niño comprende la inutilidad de su madre,
la inutilidad de su padre, y observa el barrio con algo
                                  de mareos y consternación. Ve gente que nunca
lo saludó, mirando desde las puertas traseras con una asombro
parecido al amor. Pero el amor es diferente a
                                   dejar que la fiebre te mastique durante
cuatro días y te haga delirar a la hora en que todos duermen. La madre
se acerca sin despertarse, le pregunta                          
                                cómo está y lo tapa y vuelve a acostarse.
El silencio convoca toda clase de padecimientos
y se extiende por el barrio poniendo de pie a todos los que sufren.
                    Llega otra ambulancia,
pero esta es azul oscuro y parece más grande. Desde la ventanilla el chofer
pregunta a la gente reunida si saben
                         dónde es el incendio, seis o siete personas le indican
el rumbo con unas palabras aclaratorias y medrosas. Entonces
la ambulancia reanuda su marcha y desaparece
                               girando hacia la izquierda en la primera esquina.
Ahora el niño que está solo sonríe,
                 puede comprender que tiene buena suerte, que cenar con su familia
                                           es insoportable como es insoportable el volumen de la radio, oxígeno, mamá lava y canta, papá canta mientras se afeita,
          mientras papá se afeita mamá le         
             prepara el bolso y coloca su vianda en el bolsillo derecho.
Yo duermo. Siempre duermo. Alrededor del calor de mi frente todo parece congelado.
                 Voy con este dolor a la escuela. Mi familia es peronista,
                  mis vecinos no son nada,
el chofer de la ambulancia pone un disco de Julio Sosa y acelera dos o tres
                                    veces con el móvil detenido.
Ya termina… Ya me llevan a mirar mi cuerpo en el Reloj de la Vida,
me llevan hacia un lugar donde hay cientos de niños
                            como yo. Me llevan al aeropuerto donde el           
                 cariño aterriza 2da Parte:
               Tiger Quiroga
Anotaciones a un horario sobre la ciudad.
Primer convenido previamente intento lírico.
                   con pastillas de colores y mascarillas
de carnaval.
                                  Se me van los pibes al otro lado,
                     ambulancias en todas las esquinas,
                            una nueva promoción para una vida nueva,
nueva vida en la vieja ciudad.
                Por oposición
              a las vigas un amarillo fuertísimo que anuncia el paso a nivel.
                   ¡¡Tanto tiempo esperando esto!! La acumulación
de automóviles presiona la línea de acción chupadora
de la unidad. Manteniéndose todos con el motor entre las manos
y transformando la esquina en una estación                              
                               donde el tren
                              no para.
Todos esperan que el tren pase y aventuran con qué rumbo
vendrá disparado desde las estaciones centrales,
porque podría ir a la zona más hermosa
                             de la ciudad o podría ir a la zona donde el óxido
habilita las voces que carraspean ante las cámaras de los comedores.
La pretensión es oscilante y la fuerza es de
                     buen origen. Entonces perforan
alrededor de las vías en busca del bebé.
            Para el mantenimiento del paisaje del sur,
pintan el puerto en cada vagón, y en los boletos
                            consta la misma actitud pero con sellos.
Entonces para qué seguir oyendo los resabios de las vías,
si el atardecer nos obliga directamente al oro.
                      Volver entonces   
                    con la defensa del emplazamiento en cuestión.
No necesita rimar. ¿Necesidades? Sólo que no se puede permanecer
todo el libro en el Tigre, debe haber una segunda parte que transcurra en la ciudad.
                                       Yo contesté que estaba a mi alcance, sin duda.
El proyecto de este documental por donde pasan los trenes perforados.
                           El teatro del proyecto
                                 que comienza a despertarse, al oír las sirenas de los remolcadores, “cucarachas del agua” dicen las gentes de las islas. Cuento esto porque luego de los
desplazamientos página por página
y de la cantidad de sucesos lingüísticos que se derraman no queda mucho para calcular.
El micro revienta el sonido con el humo podrido que despide.
Se acumulan los racimos de rosas, que van llegando
                 de sus seguidores,
te lee el Tarot y le pagás con cigarrillos. Oh Feliz!!! ¿Qué sentido tiene tu vida Vallejo?                                         
             sabría de lo que hablo.
Me están torturando con esa música
      de ballet y encima querés invitarme un pancho.
Para comer sobre la fuente de viento.
Donde lo que se pierde se vuelve irrecuperable.

                                 Sólo los       
                                             pájaros ven.




24.




A través del ave contemplé la claridad manchada de la noche.
                             Viajé y viví en un galpón abandonado,
en donde aprendí la medicina, la historia de la pintura,
la historia de la música. En cuyo centro había una mesa con una máquina
de coser y una sombrilla, lo lamentable
                    es que hable para comentarios de lo sombrío…
Siempre contemplé las construcciones como lo que son: construcciones.
No perdí la gracia cuando encontré o,
                              me pusieron en el camino: unas pastillas para los nervios.
Acá en el incendio se siguen llevando chicos. El fuego es el bobero más clásico para
                                   formar un grupito con la sombra
de los comentarios y las quejas. Si usted quiere detengasé.
Está prohibido hablar con la boca cerrada. He ahí un punto            
                     excluyente que nos define.
Yo, por dar un ejemplo, hablo como alguien que camina
                         sobre arena caliente. El recorrido de la costa a la sombra
de las santaritas es largo. El club es hermoso. Pero más larga es la escalera de los bomberos. Arriba es lo último
         y el derrumbe los va a hacer mudar violentamente.
Es lo que murmuran los bomberos escupiéndose a la cara.  
                  Me abrocho la chomba y
                    me subo a la puerta del camión
para mirarme en el espejo. Bajo, me veo bien, sólo que estoy un poco despeinado.
             Pero el espejo no recibe
                         ni devuelve el humo que nos está rodeando.
Aquí no hay heroísmo, por la confusión del surf
                    con el coraje nuestra época es tan incapaz.
No quieren ver el arco iris. Algunos ni saben que existe.
Sus sueños son copias de los posters neuronales.
                   El mar es viejo, démonos algo nuevo, dicen.
Para qué, ja!!! No hay manera de no dar en el centro
si llevamos manzanas con nosotros.
Manzanas viejas de viajar de la copa al plato.
Si llevamos amor en el corazón claro.
No hay manera de no dar en el centro.
Si el presente es lo más antiguo que tenemos, claro.



25.



Todos los esfuerzos concentrados en la conducta de las
                  llamas, algunas con pintas azules y base amarillenta,
como en el dicho popular también, en muchos                     
                            casos el humo no deja ver el fuego.
Apercibido por la temperatura que sube sin detenerse
decido protegerme y cambiar de lugar. Cruzo a la vereda de
                            enfrente. Veo el cartel ya dañado que dice:
SASTRERÍA. El calor que tengo me obliga a sacarme el saco.
Los enfermeros se comunican entre ellos por una radio.
                                  Dicen cuatro, cinco, seis…
bolsas de la morgue, camiones de la morgue, personal de la morgue,
eficiencia de la morgue, dirección de la morgue.
                                  Sin duda hacia donde estamos yendo,
para sacar a los muertos de a uno como a las pizzas caseras.                      
                        La casa marchita parece estar cansada de arder,
y tarda un poco más, unos diez minutos, hasta que los bomberos entran,
                aunque siguen escupiendo las paredes.
Hay un sillón quemado… me gustaría saber con el pellejo
de qué animal estaba recubierto.
            Eso me daría la clave, ¿de todo? ¿Cuántas personas hay aquí
capaces de perder el sueño
por la noticia de un drama ciudadano? En otro libro             
                         verdaderamente no hay nada.
Acá fue y será feroz. Esto sucedió por una sensación de dominio
que sólo fue nominal. A la hora del escándalo
                    mediático se esconde debajo de un escritorio
de tickets, tópico acotado, como jardín de infantes.
A partir de la operación de un encadenamiento romántico hacia vos.
                Pero no sabés si aburrirte o seguir tomando café.
¿que “esta consecutividad de lo paralelo” no está cerca?,
¿es un ataque hacia nosotros? Tuve
los mejores Maestros.









Tuve tiempo
                                  y elegí lo que hago.

Pero



mi aspecto es horroroso frente a la gente. Ya se me va a pasar, ya… ya… O simplemente es que te extorsiono, con
                                                 los argumentos mejorados por una muchacha de la experiencia. Una ex bañera del Club
                         Atlanta.
El Deporte Mental está obstruido por la realidad.
Que ahora se manifiesta orgullosa.
Pude con él.
       Pude con él.

        Pude con él.
Empiezan a llegar los camiones de arena.
    Pude con él.
El fuego se apaga con partes de playa.
Pude con él.
             Las luces de los distintos automotores componen una red en el espacio, con zonas de claridad y zonas        
                           sombrías. Pero porque estoy en el centro. Si me alejara del incendio entraría en la oscuridad, si me alejara de los camiones de arena que participan del incendio,
                              poco vería, estoy en un barrio pobre, estoy en una calle sin lámparas entre sombras que no se sabe dónde nacen ni adónde van. Tengo frío. Es hermoso como la luz en otoño, o hermoso               
como cuando el cielo celeste se abre paso
entre las nubes grises que lo restringen. Entonces,
si yo pudiera hacer
lo que quiero estaría en el loquero,
           me abstengo de millones de comentarios.
Estoy aquí por tu problema y tu confianza,
         esa confianza tuya que me ha permitido renacer por segunda vez.
¿Será la gracia? ¿Será el sonido que,
anticipadamente surge del alta voz para llamar
a quienes concurren a estos laboratorios?
Tengo la medida de mi salud en mis manos.
             Paso las manos por las veredas y por las avenidas.
¿El regreso será también, perder la vista para no desear,
                               y poder incorporarse a una Secta?

Ya es hora de que pierdas el zapato.

Alfredo Zitarrosa 1985.

Alfredo Zitarrosa 1985.

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