
domingo, 20 de abril de 2014
miércoles, 16 de abril de 2014
HOMENAJE A ARTURO CARRERA
TEMPORAL
NOCTURNO
Lluvia
como ensayo
de
una caída más vasta,
más
insistente y helada.
Porque
un pájaro
suma
su escasísimo trino
al
desorden fastuoso del cielo:
las
hojas anchas y perfumadas,
los
contornos en la desnudez borrosa;
y
el cuerpito hundido
en
una melodía que sorprende al cansancio.
Sentimos
el estallido de las nubes
cada
vez más radiantes y extensas.
Avanzamos
más;
una
vereda entera
hasta
el próximo toldo.
...oímos?
(un
sonido rojo,
empapado)
¿o
solamente pensamos más
en
un dolor exiguo y cerrado?
Con
esfuerzo distinguimos un coche:
alguien
que pasa y advierte
nuestra
cerril aislación
en
la tormenta.
Estamos
donde hay una vidriera
y
en la luz exhausta descubrimos
un
spot que cuelga, apagado, torcido...
¿A
qué alturas llegará este canto
si
le permitimos oyendo un avance
lento,
desigual, en un ímpetu
de
inconstante lucidez y pasión?
Los
ojos en el pío-pío de la forma,
su
chapoteo como relato cabal.martes, 15 de abril de 2014
QUIROGA TIGER 1
LA ENSEÑANZA DEL PAISAJE
Aún siendo el mayor de los pecadores
podrías recorrer el mar del error,
en la nave de la Verdad.
Bhagavad Guita
1
El Mal,
como lo llaman ellos, incide en el aspecto de quienes una vez recuperados
vuelven hacia la ciudad.
Las concentraciones de la nariz dan la pauta de la calidad
de vida,
antes de la operación, después de la operación, y a juzgar
por el poco deporte
que realizan, parece inútil el uso de bolsos y
las precauciones
en general. Es bien sabido que la falta
de trabajo produce descanso, y que el descanso
mal aprovechado
produce aburrimiento. En los edificios
a medio terminar, en los hoteles del Tigre y en todas
las islas que contienen la vegetación en forma de plegaria
hace su trabajo
más allá del país y su
aglomeramiento o partición.
No es raro encontrar
un bolso en los malecones, un muchacho dormido
junto a una pala clavada. Los milagros son como islas, ritmos,
en el agua
solidaria y comunal. Con ella llenan un balde,
bañan a un bebé o apagan un incendio,
y siempre es un golpe más fuerte
el que viene del agua aglomerada que se despista,
como los ángeles en el sunami
no supieron nunca qué hacer
todavía espero
que me recojan. Estás pálido. Lo suficiente para humillarte, digo
y me subo a la lancha. El río está blanco
como una nube.
La embarcación avanza.
Una pareja besándose señala
la cercanía de las cabañas.
Ahora se morían las olas en la orilla
y eran las cuatro con dos soles.
Pero la energía de cierto displacer
sonaba tristemente mientras la proa trozaba el espejo empañado.
Después, de las cabañas rodeadas de zarzas azules,
de los tilos arrinconados contra la costa.
Mucho después de armar
el bolso, la ropa, los recuerdos. Pero
el motivo se deshace a medida que avanzo,
por eso te elegí a vos
como confidente. Al acabar el verano las hojas invaden
el agua blanquecina,
habitan el malecón y la gota.
El trabajo y el recuerdo piensan en el hospital:
nada podrá escapar del gesto fantasmal de nuestras aperturas.
Al mediodía volvemos a la carne, por encima
del sexo las contracciones aumentan,
aumenta el movimiento del aire. Pareciera
que el río lechoso nos hablara por medio de giros o
de líneas parejas.
Mientras el hambre
trae transpiración o desmemoria y lucidez extraña: todo esto
que me quiere decir
horizontalmente la luz y no comprendo. El hospital del Tigre.
Y al ser tan
simples las hojas y las raíces expuestas nos sentimos
aterrados y hablamos del mediodía
que arroja
su brisa atravesando las islas del Oeste.
Siguió el modelo del futuro para elegir cada vez,
como al cruzar
Montes de Oca nadie lo viera,
pintó un nuevo amanecer con sangre a lo largo
de la pierna izquierda que permanecía vendada.
Alterado y acompañado por la honestidad
ve la cortina y se asusta.
Vienen a conversar con vos.
Detrás de los barbijos
como casas de castor: una madera mal plantada,
las piedras y
el resplandor que marean. En un mismo
lugar el exponente de luz y el maestro de medicina conversan
sobre las posibles soluciones para tu problema.
Pero al instante
abandonás la cama como si fuera domingo.
Toda la vida persiguiendo
la velocidad con la pierna que rompió
al haberla metido bajo el agua como a un bagre.
Entonces la velocidad se hace brillo
y la cama se transforma en un bote, nadie
se sorprende de
ver un móvil tan débil.
3.
Era la cama veintitrés y las cortinas azules no dejaban
pasar la luz, no sabía si era la tarde o la madrugada,
seguí oyendo
los gritos y viendo
mi sangre sobre la cuerina. No podía ser más veloz.
Se dice que entré sin respirar, a verme en el agua de la orilla mientras
armabas tus bolsos. Saludé, el pañuelo conmovió al puerto,
puerto humilde,
unas tablas
y la escalera que podía romperse.
Muertos de serenidad al escuchar
el motor, compitiendo
con los mirlos y la mismísima corriente
que rozaba la proa y la estela que dejaba detrás.
Entonces tomé
la raicilla con las manos y la saqué del barro,
anegada, hubiera
muerto.
La puse en tierra seca, debajo de un arbusto.
Moví la cabeza: vi millones de raicillas anilladas entre sí.
De lejos parecía tierra firme, ir es un pantano. Entonces tomé
otra raicilla con las manos. A fuerza de cultura llegué
hasta aquí,
pero esto no responde a tus preguntas. Estás centralizado
en una excusa que te permita seguir,
comprendo, si fuera invierno podrías solazarte
bajo el poncho, pero no tenés poncho,
apenas un saco color salmón, con el que recorrés los barrios
pobres donde la tristeza sonríe. Y este
es un milagro que no puede definirse al oír, el ruido
del agua alrededor de la lancha,
mientras la última hora te parece infinita como la corriente que te lleva,
del puerto a las islas,
donde las hortensias se mojan las rodillas.
Fue sin duda esclarecedor,
tu silencio. Cupo la posibilidad de un accidente.
Un descuido profesional. Pero al besarla sintió por primera vez
la contextura del aire
en una oración larga, dura, pronunciada por la Mente.
Nadie lo discute,
es el número uno, en unos de los
tantos grupos de los que solés hablar,
lo que aprueban todos,
lo que imitan que lo mantienen. Es un ermitaño
del siglo veintiuno que tiene un televisor para sentarse.
La embarcación
rodea una isla y se mete
en un riacho, donde las ramas cuelgan hasta doblarse,
y el agua es ahora negra como no tener con qué,
aquí ya no hay hortensias, se escuchan los mirlos
y está la presunción
de que hay un lenguado debajo.
Aunque no nos interese el río sigue.
Salir del río sería tomar
entre las manos arena y en la Mente
un paisaje de corazones azules.
Me bajo pero no lo abandono,
este malestar me inspira como pocas
cosas lo pueden hacer,
veo la hilera de hortensias,
los sauces en conjuntos pequeños por detrás de las zarzas,
tilos.
Veo la casilla rodeada de perros.
Los perros anuncian el trabajo,
y el trabajo anuncia a la angustia, porque el silencio
está
arrancando las hojas
y esparciéndolas por el suelo. Y aunque sanen mi herida
sé que no tiene fin,
y que los
motivos por los que me curan son apenas una pretensión
de equilibrio comunal,
una manía de conducir a la fe
que no tiene fe
y que no trabaja para la vida hacia un modelo
deportivo.
Mi sonrisa,
claro que la recuerdo.
Observo que la embarcación comienza
a deslizarse más rápido,
la corriente a nuestro favor levanta la popa y la empuja con las manos.
La casilla no está lejos,
cinco minutos de caminata y alcanzo la loma.
Sobre la loma está la casilla,
sobre la casilla hay un mirlo de cabeza rojiza.
Entonces sentí la emoción que corría por mis brazos,
apreté el botón, me recosté y miré hacia la ventana.
Las casas y los edificios pequeños
apretados donde algunos vidrios reflejaban el sol de las islas.
La sombra del árbol se hacía más grande, que el árbol mismo.
Qué pensé.
Nada, el agua
ya turbia por el atardecer se volvía misteriosa. Caminaba esquivando
las cañas
intentando ir derecho,
la noche sería una casilla sin luz sostenida por la tierra.
Te lo digo porque te oía conversar,
te pasabas un pañuelo por la frente,
quiero refrescarte,
con el recuerdo del calor de la casilla,
con el recuerdo de una barca que gira sin sentido,
pero que roza todos los sentidos al girar.
Adonde mire
veo multiplicarse, las florecillas turquesas
de las santaritas.
El agua que aquí es más clara define el valor de la mañana.
Si estuvieras conmigo no conversaríamos,
tomaríamos té sin pensar en las madres,
diríamos que un padre
es aquello que separa las cañas, sólo lo necesario para avanzar,
sólo lo necesario para avanzar. ¡¡¡Cuántas de tus bravatas
tienen ahora
sentido para mí!! Estoy aquí para
contarte que existe un lugar en el mundo,
un lugar muy grande y lejano y otra vez grande.
Todo esto es nuestro, te leo los labios
como si estuviéramos enamorados.
Entonces comprendí la insistencia de la emoción
y lo que ella quería que yo hiciera.
Me propuse entrar y dejarme llevar
por las hortensias,
las santaritas, las cañas,
los tilos y las zarzas azules. Tantas transformaciones para ser
un recién nacido. No tengo
un río que sea mío, tampoco sientes tú que tienes
lo que quieres.
Las manos, tal como las conocemos nosotros,
son un par de dioses delirantes.
Esto es realidad y a ti te asusta.
Hay que seguir,
sacarse los anillos
y entrar en los colores divinizados por la divergencia.
Mi pierna requería descanso, asegurado, mentalmente dispuesto
me preparé
para unos días de reposo, por las ventanas enormes veía
las estrellas difusas por la luz de la ciudad.
Y no parecía ser distinto a lo demás,
ejemplo y reflexión,
yo dormía y saboreaban mi sangre, se sabe:
un hospital presume todo, y de todo presume.
Más: el espejo del río asegura que nos vemos bien.
El otoño es un día virulento, la primavera
con su anillo de bodas y el invierno ya viejo,
sin nietos, sin hijos y sin mujer, se miran pasar.
El verano parece diferente,
su aspecto es el de una primavera para siempre.
Vemos los tilos instalados, firmes. De mucho
me deshice para llegar hasta aquí, es importante saber elegir
entre lo útil y lo que nos sirve,
nos parecemos tanto a lo que necesitamos
que no logramos desvincularnos al instante,
como es necesaria el agua para el pez,
y la luz genuina que filtra la hoja que todavía no cae.
Estoy en el cielo destrozado como un rostro,
purificado de la mezcla de paciencia y malestares,
estoy acompañado
por un fuego que no arde,
a pocos pasos del río donde también hay estrellas.
Un momento de estupidez y todo se transforma.
Considerá, entonces,
que la madrugada y el oxígeno serán necesarios,
cuando saltes esa cerca que te tiene detenido.
El odio por el cielo es normal,
el aburrimiento y la ira son hermanos,
la enfermedad y el poder son parientes lejanos.
Ninguna pregunta, ese no es tu problema.
La compañía casi continua,
a través de tus brazos tu alejado lugar,
volver a dormir para siempre cada noche y
soportar a tus amigos y los caprichos
de la realidad que te rodea. Pero esto se está poniendo difícil,
y tus brazos no parecen dar abasto,
con toda la mercancía que sube
y la mercancía que baja, vieja ya, en la saliva,
en la orina.
Grave es no amar, la emoción no es sólo un líquido
que chorrea de tu Mente.
La autocompasión te puede llevar a viejo.
En parte la orilla y en parte el río mismo marcan el progreso,
no sabemos qué es atrás pero lo señalamos,
hoy que la isla cumple años deberías estar,
los miles
de colores de las ramas confirman la información. Y bajás
porque te
esperan en la orilla, y eso no es ser valiente, sabés,
que lo que sigue es un juego de niños frente al
verdadero paseo que
te prometiste. Esta es tu forma,
¿cuál podría ser
si no? el río serpentea y está siempre en fuga,
visto desde el Norte,
desde el Sur parece que siempre está llegando.
Hace muchos años que estás cabeza abajo.
3.
Siento tu cuerpo con mis pies, ya no avanzamos.
El aburrimiento brillante
teje una manta de estrellas.
El conocimiento se come las uñas mientras mira en el agua los reflejos.
Se puede comprobar con un palo, en las orillas.
El lanchero
penetraba en los cursos populares, de grado o por fuerza y,
según los casos, ponderaba más o menos la resistencia
de la embarcación. Las estrellas yacían en el agua,
de una lisura admirable…
los tramos cada vez más cortos me confundieron
en colaboración con el cansancio de mi cuerpo.
De la ribera
venía un vocerío confuso, la certidumbre se hizo también a un lado.
Por el diálogo de la mirada veo pasar
una rama seca,
veo burbujas
en el agua oscurecida por la oscuridad,
pasan camalotes llenos de desinterés.
Fascinado alcanzo a tocar uno
y siento un picor. El veneno de todas estas cosas
es de una seducción
indestructible. En el espejo,
en la ribera que murmura, en la lancha que ronronea y
se sacude febrilmente
mientras el lanchero sueña con el desierto.
Tacuaras punzantes, pajonales podridos.
Regresaban derrengadas
las imágenes del día, los últimos minutos en que
la luz volvió granates
al agua y la maleza. Todo lo que falta ahora va tomando
cuerpo, en una
revancha donde la nitidez
se agacha para que pase un viento de colores.
Morados, los brazos siguen recibiendo el reposo que te falta.
En un camastro, sobre la cuerina manchada con sangre.
En un edificio sin terminar
con treinta por piso.
En una noche en la que el verano no pesa,
desde la lluvia nos llega la revelación esclarecida de un labio,
que se dobla y se levanta,
que baja, se estira, reposa. Cómo
llegué hasta aquí, me asombra la dulzura del trauma.
La frialdad que rompe las ventanas
también ha venido a que la escuche,
pero duermo un sueño que
desenfoca mis recuerdos, y quiero
dormirme como un policía, quiero que me traten como a un policía.
Detrás no hay secretos,
adelante la aguja marca 93. Sigo sintiendo dolor.
Entran por los ojos los paisajes, la Mente y
lo que llaman inteligencia
sobrenadan y, a punto de colapsar,
se refugian en un recuerdo todavía inmaduro. He visto y veré tu cuerpo
que se hunde con el frío,
acompañando con gemidos
el transporte hacia atrás.
Amasada por la necesidad se transforma en lo vivido y no se atreve a recibir órdenes,
el agua la representa muy bien.
No tiene
rumbo, avanza
reconociendo lo profundo,
diferenciando lo profundo de lo alto, hacia
los espacios todavía vacíos que la llaman.
El candor indiferente arrasa la ribera.
La orilla retrasa el aspecto acostumbrado mientras
las aves
recuerdan la evidencia. Ha conseguido cambiar aquella
regularidad que nos tranquilizaba. Cuando permanecemos
en el cambio no valoramos
la constancia, no valoramos la quietud. Pero cómo
deseamos
la aparición que
representa a la
madre fría que vuelve
con el último beso entre las faldas.
Me
imagino si yo fuera tu
Mente, pero quedo mudo si me lo planteo a la inversa.
Duermo. Puedo
esperar que las transformaciones se produzcan. La aventura
me trata amablemente
y aflojo los
párpados. Junto a la costa,
la lancha está atada a un palo podrido.
Surge la mañana mezclada de penumbra,
cada madrugada le deja un rastro de desesperación.
4.
Me precipito por una barranca mora,
he pisado mal y he tropezado con una roca,
mi pierna está resentida.
Sigo insistiendo como un árbol talado, encuentro mi paso debilitado
pero continuo
fascinado por un arroyo que parece comprenderme.
Cruza la isla como la Cicatriz de la Bondad.
Es una historia
paralela,
un recuerdo que vuelve a encarnar en este día,
en que los pájaros no se alejan y estimulan mi insistencia.
Detrás de
un muro de tacuaras
encuentro al río, allí se deforma el arroyo hasta desaparecer.
Recorro
la costa custodiada por tacuaras,
los pajonales podridos perfuman el aire,
entre el agua y las tacuaras apenas
hay unos centímetros de barro,
camino como un egipcio para no caer al agua.
Hace frío y no
importa. No voy solo.
Desde que me crucé contigo
me acompaña tu problema,
pero aún no sabría aconsejarte, porque estoy
hechizado por el olor a podrido y
concentrado
en mantener el equilibrio, las tacuaras
retroceden unos metros más adelante,
estoy por llegar a la casilla. Mi pierna parece haberse
recuperado, voy a calentar agua y frotarme
la hinchazón con un trapo. Atrás de los vidrios
vibra la ciudad,
sólo veo las crestas e incluso algunas construcciones
no parecen acabar,
se pierden en lo alto del vidrio.
Por consejo
del médico estoy bebiendo
mucho, los medicamentos, al parecer,
son densos y difíciles de digerir,
mi pierna hinchada no me molesta, me molesta
la honestidad de los que
trabajan aquí, me molesta la
soberbia del jovencito que me palpa
como si fuera una fruta y estuviera en el mercado. En casa tengo
una tuna, no muy a mi gusto, que me trae problemas con mi
mujer.
Imparcialmente puedo
decir que es bonita pero en cambio, si me comprometo con mi fantasía
debería decir que me transporta, y que da
cada día un mensaje de cierto tipo de luz que nadie reconoce para mí.
Sabiendo que es incomprensible no se lo comento a nadie.
En el patio
tomamos tragos y hablamos de Vivaldi.
Mis amigos son estúpidos,
y yo no soy más.
Mi tesoro, mi único tesoro es una obsesión y
su posibilidad. Estoy sentado en un muelle abandonado,
varias de las tablas
se han deshecho por el sol y la humedad y han colapsado,
me saco los zapatos y me arremango
los pantalones, paso mis
piernas por uno de uno de los huecos y
llego con ellas hasta el agua, sumerjo mis
pies hasta
los tobillos. El día está
frío y el agua también, sin embargo hasta
el sol está muy fuerte y a los pocos minutos
siento que me arden la cara y el cuello.
La pierna
lastimada no me duele, el frío del agua
es un calmante
pero en cambio
siento al frío como daño en la pierna que tengo sana.
Esto no me sorprende: aquí liberado puedo meditar con naturalidad,
no tengo que consensuar
con nadie hasta
qué hora voy a quedarme mirando el agua.
Llega la Luna y todo empeora,
lo que sucede es que no hay luz, la luz
es la que no llega lejos... Contradicción.
Los obstáculos son
también parte de mi pensamiento y no quisiera que recibas
una
idea equivocada acerca de cómo es mi Mente. Sobre
todo sabiendo que esperás que te responda rápidamente,
pero llevo
seis semanas recorriendo la
zona y en las pocas cabañas y casillas en las que incursioné
no supieron que decirme sobre
tu problema. Mi nombre es
Santiago, soy periodista. Y a renglón seguido
les relataba todo tu embrollo. Muchos dieron un portazo, y otros tantos
me trataron como a un simpático demente, me convidaron
galletas y té. No te
angusties, estoy con
lo tuyo de aquí para allá. Mañana me recoge
una lancha a las cinco y media.
Arrogancia o paradoja, ironía o desinterés.
Nada, escuchá. La certidumbre endurecida por la entrada,
a la vida resuelta casi por completo.
En la orilla dos
pájaros buscan comida. Los hombres cuando buscan
se encuentran
con su orilla
y mareados, también, prefieren decir
que el agua es el final.
Aseguran entonces que han acabado de revisar todo,
absolutamente todo
lo accesible. Sin embargo
podríamos contar las miles de maneras que impulsan y
permiten la transformación del estómago,
la transformación de la vista.
Si yo no estuviera convencido del poder que generamos juntos
hace
mucho me
hubiera ido, ¿Cómo podría creer en tus palabras o
en lo afiebrado de tus preguntas?
Ocurre que también a tu edad perdí
confianza en mi naturalidad. ¿Cómo podría esperar
un final positivo? Estaba en un parque
rodeado de pinos y sentí, de pronto,
que los árboles eran personas.
Empecé a mirar mejor, vi hombres y mujeres, jóvenes y
niños, ancianos. Tomé a una niña por las ramas.
Entonces todos los árboles comenzaron a mirarme,
me miraban y miraban a la niña y me comparaban con un aprovechador,
un anciano dejó caer una
piña y me golpeó la cabeza. Vi pasar las nubes de blanco a gris,
entendí que se trataba de una gran familia o
de algo así como una comunidad.
Y lo cierto es que el cielo
me rodeó como a una montaña,
transmitiéndome toda su intensidad
en la inminencia de un rayo,
poco después de una gran explosión
que acompañada de viento
hizo que un muchacho torciera su espalda hacia atrás, mientras una mujer
sostenía el equilibrio endureciendo la cintura.
5.
Mi rostro no estaba en el agua.
Seguía concentrado mientras el frío me
subía por las piernas. El frío
trajo temblores esporádicos. Volví a mirar
el agua pero mi rostro no estaba,
sólo comprobé que
el ardor de mi cuello no había disminuido.
Los tobillos insensibles más el estómago ansioso.
Me daba miedo que
llegara el final. ¡Tenía tanto,
por fin, que hacer por vos y por mí!
¡Tenía el sentido de mi vida al alcance
de las manos! Pero el cuerpo me ponía un tope. El agua
helada me expulsaba
de la concentración mientras
el sol me atraía y me mantenía
con la vista clavada en el agua lechosa,
buscaba mi rostro entre los pajonales, mis huellas
llegaban desde la casilla un poco
interrumpidamente:
por el movimiento
lentísimo del barro que había cubierto algunas,
por las huellas de algunos animales que habían cruzado las mías.
Nos amenazan,
verdad. Nos
instan a detener toda transformación, verdad. Con el dinero
que se
lleva la corriente se
escapa nuestra dignidad, asistimos a un enfrentamiento
mientras
cambiamos de lugar. Si fuimos niños
mimados no se explica, dicen, que llevemos una vida
con un cuerpo y con
un deseo que
también se transforma,
sólo porque quiere alcanzar al agua
que se va,
para que vuelva
de la muerte o del misterio calmo de sus partes, se mezclan.
Todos los
hospitales están en la orilla, los médicos
aterrorizados por la corriente
se refugian en su credo,
un credo de obediencia a las entrañas y
oposición a la ensoñación
de la sangre
que recorre la carne como una aventurera.
Somos la sangre de un mundo que no para de nacer,
según compruebo en las estrías de esta caña,
que ostenta unos brotes verdísimos y tiernos.
La costa arenosa y
morada, mi ropa
mugrienta y la limpieza de mis objetivos, la claridad que
marea al plantear
que sólo la alcanzaremos a través del vagabundeo y
la atención.
Contigo y nuestras fuerzas juntas avanzo hacia una vivienda,
dejo atrás un muelle
masticado por la corrosión, frío y calor,
me encuentro con esto
cuando la puerta se abre. La casa
está abandonada, soy el huésped de una ruina reciente.
Las sillas
con las patas apretadas por las arañas.
Miro al piso como un murciélago.
La casa rodeada de lajas está
lejos de la costa, y he caminado media hora hasta dar con ella.
Ningún vidrio roto,
el frío y el calor son una misma cosa,
la presencia y el abandono no pueden distinguirse,
aquí la aventura se vuelve inaccesible,
sobre todo cuando
compruebo que
pasando la cocina hay una puerta que da a un taller.
No mis manos, la pala,
las herramientas y el color de las paredes son tristes.
Un lugar ideal para trabajar.
Hay restos de tallas y una soldadora, hay una montaña de
hierros oxidados,
dos vidrios enormes dan al camino que lleva al río.
Siento un ruido
que viene de Barcelona, veo un bebé retorcido en una cuna de mimbre.
El padre no reconoce que sueña de noche,
y de día cuando lo intenta, se sabe,
no puede y entonces, toma hasta emborracharse,
jugo de zanahoria. La mujer lo cuida
tanto que no tiene tiempo de pensar en él, y su trabajo
también lo distrae de tal
manera,
que ya no puede comprender la diferencia entre amor y vigilancia. Su casa
es un cuartel. Su cuerpo
es un martillo que golpea las sábanas, así y todo, sonríe
en las reuniones y
parece estar muy motivado. En realidad está
desesperado desde que terminó el bachillerato y no se
atreve a aceptar un compañero,
en cambio yo estoy contigo porque tu llamado no cesa, no quiero
que mates a tu
hijo, entendeme,
vendrá seguramente cuando llueva sobre tu mujer,
entre el relampagueo furtivo
y la luz difusa,
un exceso lleva a otro exceso,
y como el amor es una locura que todos compartimos,
espero que sepas sostener la respiración en la tormenta.
6.
Mi respuesta no es Dios. Tu respuesta no está
en el desierto de
Atacama.
La solución no sería
dibujar un círculo en la arena y sentarte a esperar.
La solución es que me
aceptes como
compañero y confíes en mi ignorancia.
Mi pobreza está llena de posibilidades.
De las veces en que me propuse ayudarte ninguna fallé,
cierto, y mi cansancio todavía
no encaja en ninguna
clase de desesperación. Duro como un vidrio.
Sólo hay una manera
de detenerme, y sabés de qué estoy hablando
en cuanto a mi
aventura y su final. Su final es tu sonrisa. ¡Me emociona tanto
pensar
en el regreso! ¡Qué charla que
vamos a tener! En tanto, procurá no estar sólo,
sostené tu esperanza y
no claudiques. A mí me esperan unas semanas de barro y
movimiento.
Me encargo, la próxima espero que puedas ayudarme,
sé que estás verde,
pero existe un alimento que no se degrada
y que permanece y se recupera por la bondad de tu boca.
Hay aquí tantas alusiones a tu problema
que me es imposible dar un paso atrás.
Sólo la belleza nos
obliga, la costa que se acerca y se aleja nos obliga,
a pensar en
nuestras manos como
un par de cosas importantes. Comprendés que así como se hace un tejido,
una manta para transitar
por las montañas más altas, se hace una mermelada de durazno. A veces
hace calor, otras nieva copiosamente y las casas
parecen dueñas del volumen.
Aunque escuches a los perros desde la
orilla, no es
seguro que haya alguien que te atienda. El frío filoso me rodea,
camino para mantener el
calor, tu problema
regresa a mí cuando junto a la senda,
veo el esqueleto de un
pajarito. Recuerdo
la cuerina y entonces,
veo tu rostro iluminado por mi promesa.
Te doy un té y no podemos evitar
referirnos a las madres.
El malhumor resalta que la idea que tenemos
ahora de la vida es insatisfactoria.
A esto se suman, el cansancio por la
hora, y por el corazón, el
cansancio de la sangre.
Podemos hacer de esta vida la Burbuja de Sumatra,
o podemos trasladarnos y disentir,
o aflojarnos el cinturón,
cruzar diez veces la frontera,
aunque nada de esto
garantiza nada.
El vacío que sale de las tazas nos envuelve por completo.
No sé dónde está. Conseguí
averiguar la zona, la región donde posiblemente
encuentre a alguien
capaz de contestar. La pregunta no es compleja,
por el contrario, es muy simple.
De todos modos y ya
que yo tengo dinero hago lo que se me ocurre.
La respuesta es compleja.
Salvar la sangre que te enciende y colorea tus ojos es mi obsesión.
Si fueras un hombre ya,
entrarías por esta misma frase,
o en una pausa cualquiera,
a este mundo donde la duda florece
y descarga su emotividad,
dedicada enteramente a cuidarnos. En el baño
me peino y me lavo.
El piso empatrullado sostiene
la cama y la mesa
de luz, pero yo estoy hundido.¡Mirá la comida que me dan!
Siento furia,
ese es mi problema, tengo furia por no poder caminar,
y sentir que a tanto
vagabundeo no le he dedicado la
suficiente atención.
Después de la respuesta no entendí,
en cambio me sentí calmado
cuando me llegó
la siguiente pregunta.
El médico se jactaba de haber partido la manzana.
En tanto siga costando tanto no quiero volver
al tema. Tengo
la fruta entre mis manos y debo responder. Exigente. Nunca
oí un pedido tan
genuino y general, algo así como cómo debe ser
la “Clave del Amor”.
Arturo y yo
seguimos buscando. No sé. Hace años que no lo veo,
no tomó la lancha el día aquél. Dame
un motivo para no seguir.
La presión se transfigura
cuando los pajonales podridos pasan
como nubes por debajo del muelle.
El hambre hipnótico
realiza su trabajo y se hace de lo necesario. Pasan dos
lanchas
con rumbo
desconocido. Los motores
se escuchan todavía después de que las lanchas desaparecen.
Atraviesan la maleza en monos de sonido.
Han tomado un curso menor,
y lo grande del río comunica su enseñanza en el ostinatto del marrón.
¡¡Cuántas aves cruzan de un lado
al otro del río,
durante un largo silencio manchado de colores brillantes!!
Los nidos quién
sabe donde están, pero el
espacio de la utilidad es claramente el aire poblado de perfumes.
Sacáte la corona y poné los pies
sobre la tierra. La lluvia
que ahora está marcando, el fin
de una aventura
dentro de otra gran aventura, el cansancio del cuerpo que no
admite ningún
argumento. Fuera de toda certidumbre tus pies saben,
lo que tu boca
no sabe es que yo llevo ya seis semanas sin jugar,
porque buscar en
donde nadie perdió nada
parece estúpido, en cambio me consta que regularmente
se triunfa por acciones como la mía. Subo
a la lancha. Son las cinco y media.
7.
Añoro el inicio. Todo era tan sorprendente y me sentía
tan motivado por resolver tu problema. Cuando te digo
que no juego no estoy jugando.
Soy estricto, deploro la fantasía, pero
las santaritas alrededor de las cañas y las cañas,
a lo largo de la orilla,
me conmueven como a otros los conmueve
un accidente de tránsito.
Aquí el que juega se aburre, paradoja que
lo verdadero nos dispara en la cara desde cada vida viviente
que pasa,
de la ausencia a la presencia, sea por un giro de la lancha,
sea por
inventar un camino y dejar, la organización antigua
del espacio.
El paisaje por los ojos sólo se recorre por telones sucesivos,
a medida que avanzamos se van abriendo
y uno tras otro nos presentan
una distribución razonable y peculiar, ¿o nunca
te asustaste por alguna razón?
No me importan este tipo de planteos, la cuestión es
que sigo adelante,
y que me humilla la belleza hasta
pensar que es un diseño realizado por... Siento temor.
Esto que hago
no tiene recompensa. Tengo una idea inútil.
Quiero compartirla con
vos y tus amigos, quiero pegar carteles por toda la ciudad.
En cambio me
conozco y sé que voy a guardarla para mí,
para que sea mi descanso
frente a las cosas incomprensibles y dolorosas.
Qué querés,
estoy solo y tenés que comprenderme, a diferencia de un
espejo
“la carta” opina,
sobre todo cuando no tiene “texto”. Así es aquí y en todas
partes.
Esta es la idea que me está conmoviendo:
soy barro en el que raíces y pájaros abrevan según su gusto,
soy un bambú que no te reconoce,
a no ser como bambú,
a no ser como tacuara punzante,
porque la naturaleza
nos teme terriblemente,
porque el poder y su dentadura
contra nadie fueron
más despiadados.
Ahora veo un agujero donde metieron un bote, ¿qué pasa abajo?,
permanezco sentado ¿qué pasa alrededor?,
alrededor hay
ciertas cicatrices que fantasean con la acción.
Un brote cargado,
musgo alrededor de una piedra.
Siguen pasando pajonales podridos.
Lo que veo es un
calendario, puedo
anticipar las tormentas,
puedo calcular los momentos de calma,
y lo uno
mezclado con lo otro. Una capacidad misteriosa pesa la piedra,
luego palpa el musgo.
Nada menos necesario que preguntar
lo evidente.
Cuando tu problema encarnó,
otra presencia lo acompañó cariñosamente.
Fantasmas de las orillas avanzan hacia mis pies.
Ahora es distinto.
Veo un sauce volcado como un moribundo.
La visión se agudiza.
Los yuyos parecen cruces.
El cementerio llega y me rodea.
Me incorporo y veo pasar el agua bendita.
Me emociono al sentir en mis brazos la corriente
que pasa. Duermo
por momentos. Transpiro y tengo frío, sucesivamente,
los arqueros
patrullan las camas con olor a muerte.
El análisis que yo hago de la situación es patético.
Estoy en un circo donde
sobran payasos,
donde los leones se tropiezan
y se llevan los aros por delante. Miro mis
sábanas, la silla, la cuerina manchada con sangre. ¿Qué locura me está
rodeando,
dependiendo como dependo,
de la inclinación de
una aguja?
Nunca había imaginado esto que es algo así como un Reloj de la Vida.
Es importante.
¿Qué explicación tendría si no semejante emplazamiento?
seis
pisos de engranajes hipertróficos,
un médico cada cuatro pacientes, cuatro enfermeras por
médico. Me parece que me estoy confundiendo,
y no sé si hago bien en quedarme en la carpa
porque quizás debería salir y mirar para comprender,
y responder para preguntar.
Estuve seis días en una jaula abierta,
pensé en los monasterios del Tibet. Un médico ve
nacer y morir, sonrío al instante, sucesivamente se van
enlazando la
ausencia y la presencia. La desaparición es histórica y no
debería
exigirnos ningún razonamiento.
Para la salida un bolso y mi sonrisa, poca
gente parece sentir alegría,
acá en las islas el ritmo es otro,
la potencia del paisaje lo arrastra todo.
Sólo nos queda agradecer y disfrutar:
la intimidad está extendida, lo cual no es un secreto. Acepto.
Mi voz
retumbó en la cabina de la lancha. Volví al espacio
para los pasajeros y me recosté.
Los lancheros son personas serenas,
han asimilado con lentitud la enseñanza del paisaje,
han aprendido
a irse y a volver,
han visto cientos de despedidas y recibimientos,
han transportado mujeres a punto de parir hasta el hospital,
han llevado cadáveres de ahogados,
han visto serpientes y peces y saben
distinguir las islas por sus formas y tonalidades:
más ocre,
oval,
angosta y larga,
verde oscuro,
alta,
verde amarillento. Por un momento me siento
un tonto mientras le miro la nuca.
El pelo del color del río me impresiona.
Estamos llegando.
La acumulación de maniobras coloca la lancha junto al muelle.
La maleza
controlada me recibe respetuosamente,
en cambio la humedad casi humana
se introduce rápidamente por mi vestimenta.
Siento el frío en una imagen dominante.
8.
De esta suerte no paraba de sembrar envidia,
y más en pequeños corazones,
que de todo se llenan fácilmente. Lo que no considero
tu problema, tu problema es cómo asignas miedo
a zonas de felicidad. Podría pensarse que
es razón de la corriente,
que el agua que se va enturbiando,
despacio nos insta y murmura sobre la muerte.
En los pasillos del hospital, mientras esperan
los ascensores y se ven en las orillas de un espejo.
También fácilmente se aburren de los milagros diarios,
esa es la orilla a la que yo le temo, no reír ni
llorar más, aunque
me gustaría entender a Buda un poco mejor.
Sabés de lo que hablo,
está oscuro y nos alejamos
de la costa,
el río se ensancha y las orillas no se ven.
Pantanosas,
cenagosas,
fangosas,
tremedales y anegadas.
¿En lo que sabés de mí qué hay, que te inspire confianza,
que te prometa cierto tipo de lucidez,
para jugar el juego que aburre?
Tenés que entender que con esto
termino. Mirando el río. Mirando
las orillas. Bajo de la lancha.
Son las siete y media y la luz empieza a escasear,
está bajando la marea.
La sombra de los tilos que cae sobre el agua
se confunde con la oscuridad del río,
sólo superficie.
Y nadie hubiera creído allí,
al oír la ternura de las voces
que quien reía entonces con las criaturas
era el mismo hombre de acento duro y breve de media hora antes.
Y que quienes en verdad
dialogaban desde hace mucho eran la sombra incipiente y yo.
Cerré de nuevo los ojos, porque lo que yo quería ver
era muy distinto de los crudos reflejos de la senda laqué,
y del marco del espejo del lanchero,
también laqué.
Las mismas costumbres adentro y afuera del río,
la profundidad debería guardar, pensé,
en su secreto plomizo y arraigado,
una descripción de la noche detallada
como en ningún otro sitio se podría dar. Pero prefería hablar
en movimiento: del hospital y las islas.
Las criaturas cambiaban de la imagen al perfume,
y la humedad acentuaba
la cercanía de las ramas tronchadas para trasladar a los caballos.
Parecido a una locura. Con algo más de significado,
algo más de
permanencia y amalgamamiento.
El río corre sin reglas ni medida, miro mejor,
en cualquier dirección y a cualquier hora del día.
No existen cauces para la libertad de su carrera,
ni normas para el despliegue de su energía.
Posee una extraordinaria velocidad y un ardiente deseo
de correr.
De modo que se da todo entero
en sus disparadas salvajes.
Completamente concentrado en el perfume
y el furtivo desenrollarse del río, cuento con la participación
de la inteligencia también.
Para recuperarme del silencio lleno de inquietas escenas,
para determinar la procedencia de una lancha
o el paradero del perfume de una planta que no veo. La vegetación
y sus sucedáneos: el caballo y la parrilla.
Me aburría la continuidad de la iluminación
y sólo pensaba en dormir, en dormir la
estridencia
y el brillo del atardecer que ardía
mientras el agua se retiraba rápidamente.
Melancolía, sentí tristeza. La oscuridad como carencia me
impulsaba a realizar nuevos experimentos,
en su mayoría equivocados, fallidos. Traté de revivir
un sauce y no pude, allí sí que pasó la corriente,
retirando del tronco las gamas
del ocre y el marrón,
ablandando la corteza,
desnudándolo como a un niño sucio.
Como si las grandes voces que supieron realizar una abertura
en la orilla y el río
y convertir todas las visiones en un deseo no hubiesen sentido
el abandono o la intemperie.
Mi soledad se confrontaba con el paso de una lancha. Obreros,
los primeros, luego las madres y los niños. Adelante. Mi lápiz puede
quebrarse en cualquier momento.
Tenemos que seguir amigo,
sobretodo nosotros, no importa que se hunda el mundo,
que el tiempo se consuma en un abrir y cerrar de ojos,
la puerta que nos espera
combina el color del pasado con el color del futuro.
Y con un motivo mucho más secreto y poderoso que el nuestro
permanece
mirando pasar a todos a través suyo.
Pero existe un nuevo amanecer, en el que los tilos nuevos en un verde nuevo sobre la orilla nueva regresan. Recuerdo. Regresa el viento nuevo con el sonido nuevo de las nuevas lanchas.
9.
A partir del día once se ven los resultados, el cuerpo empieza
a transformarse en oso. Y algunas de sus señales
son muy características. Por ejemplo en el pecho.
Nos recuperamos pronto y comenzamos a planear nuestra próxima aventura,
ya que el entorno es otro,
al final
de las manos, podrías combinar esto con los diarios,
para obtener la mejor interpretación de la época.
No te interesa.
Ok, dejame tomarte de las manos, relajate,
aquí está la época,
con sus héroes que resultan ser muy poco prácticos,
están embobados por la brisa primaveral
que los visita. La piel no se opone jamás. Los ojos no se oponen jamás.
Nos mareamos y sentimos alegría. Pensabas
que preguntando te ibas a salvar del esfuerzo pero
no es así, por fin estás dando al parecer,
una reacción positiva
al responder a mis comentarios sobre la
averiguación
que estoy haciendo.
Te lo agradezco, es bueno distinguir,
si uno está solo o si lo han abandonado.
Mi humor está muy poderoso. Si no hubiese vuelto
tendría una idea muy diferente sobre tu preocupación. Pero resulta
que me siento fuerte como un motor, y mi cuerpo
es una lancha que avanza contra la corriente.
Los pajonales podridos nos
anuncian la opinión de la naturaleza,
esto es belleza me digo, y termino riendo como un jovencito.
Al acabar el traslado tomamos el equipaje, la mochila,
los bolsos de mano, la bolsitas
con comida. Lo que viene es una incursión todavía más intensa de
lo que fue hasta ahora.
Pero tengo certidumbre, la escena es especial,
la embarcación avanza y badea todas las complicaciones del Paraná.
De rodillas es investigar, caminar es investigar, entre los sauces
nuevos en la nueva ribera, del nuevo perfume de
las flores nuevas que consigue que olvidemos el mareo,
por tanta realidad suprasensible. Comprendo que sólo a vos te interesan:
las casillas que brillan en el medio de la noche,
los perros angustiados que corren rodeando la luz,
las zarzas que sabemos azules pero
están agrisadas y tumbadas.
La luna estropea todo
y en la complacencia de un amanecer imposible
nos refugiamos juntos,
comemos,
hablamos de las madres
y del atavismo mortal de nuestras propias visiones.
Tenemos que recuperarnos. Todavía no visitamos
los altos y presentimos bien. Allí donde los isleños son
más rudos todavía que en las cercanías donde estamos:
función de fuerza,
sorda y de zarza ardiendo,
la palabra colgando de otro palo.
Estamos necesitando un cambio de comunidad
y no nos atrevemos a decirlo, en cambio
utilizamos todas nuestras fuerzas
para transformarnos a nosotros,
un disparate bastante extendido que no se sabe de
dónde viene. A cambio el río tiene un origen,
y podemos rastrearlo hasta congelarnos.
Esto es bien sabido, lo que no se sabe es que detrás de
la luna y el viento ciclotímico
hay un refuerzo de vida para detener al río,
para tomarlo con las manos y ponerlo de pie.
Su altura no puede medirse,
y el escándalo complica el goce de los gestos
de una cultura como esa.
QUIROGA TIGER 2
10.
¡Tanta
fantasía para curar la soledad!
No
entendí sus explicaciones ni consigo
asustarme, por lo
que tejen alrededor mío
toda
un fábula de padecimientos. El peligro, me dicen,
al que estuviste
expuesto,
te
tiene que servir como lección. Entonces recuerdo
las
palabras que intercambiábamos con el lanchero,
allí
sí había una enseñanza,
que aquí se
olvida o se escamotea,
porque
también resulta angustiante que se desprecie
lo
que adora uno.
11.
Las
ventanas se han estremecido.
El
temporal sacude la casilla que se arraiga en la oscuridad.
Los
perros aúllan debajo de los tilos.
Me asomo y no veo
nada.
Hace ya tres horas
que llueve torrencialmente.
Mañana
viajo rumbo a los altos. Ahora me siento fuerte como un toro
a las cinco en punto de
la tarde.
Dejo
entrar a los perros, no sé de dónde me sale esta piedad.
Están
lloriqueando. Están mojados.
Uno se sacude y me salpica la
cara.
Claro, estoy
despierto…
y no
espero más que ellos,
que me vayan abriendo las puertas
cuando
ya todo parezca perdido,
que
el final se transforme en un principio. Ayer
a la mañana viajé hasta la
ciudad
para comprar
alimentos y una campera impermeable. Comprendí
que
la ciudad no se deja penetrar por asuntos como el tuyo,
vos
y yo permanecemos atados a la fuente primordial,
oyendo
un canto único en todas las criaturas que respiran con fuerza,
manteniendo
el mundo marcado por un recorrido constante.
Lo importante
es que no se duerman
todos en el mismo momento,
si no que, en cambio, se vayan pasando
la presencia, el mundo.
El espumoso anaranjado del sol se lo
debemos
a las nubes,
para empezar,
y ellos nos deben el silencio. Gracias,
le
digo, esta campera sí que es bonita. Hay
que ver tantas cosas
inútiles,
hay
que equivocarse tantas veces, hay… Nadie me va a detener,
tenés
que saber que voy a volver, que voy a darte un
elixir de hortensias y
pelo de perro
por
el que vas a reír más de lo acostumbrado.
Parece
una banalidad, me dirían. El aburrimiento me
dedica
un temporal. Yo agradezco.
Comprendo a mi nueva campera,
comprendo el
hospital. Lo importante es
la
dirección en la que van la maravilla y el desastre,
que
siempre se confunden. Llegan a premiar gente por lo segundo.
Pero esta
ciencia que siento
surgir en mí me marea y
le
creo, comienzo a practicarla. Los resultados son copiosos
pero,
de discutible valor, es decir, su valor se puede discutir,
puede ser rechazado in toto
o
incorporarse a la cultura de la ciudad.
Pero
el puerto no se deja penetrar. Vuelvo
con
mi campera y también se marchan,
después, a contar
lo
ganado, a charlar
de lo que pasó en
el día.
En
una casa como esta, donde también escuchan
la
lluvia sobre el techo. Pasa: mezclaste a Agatha Christie con Platón,
sos malvado como yo. Parece que Sócrates en algún sentido
tenía
dinero. Las opciones del saber son pocas, pero
la
sabiduría se transforma en un múltiples-usos cuando
encarna.
Encontramos más de su uso
que de su origen.
Voy a golpear una puerta.
He
ahí un problema al que no voy a dedicarle ningún razonamiento.
Voy a golpear una puerta.
Voy
a golpear una puerta, voy a golpear una
Puerta. Voy a golpear una puerta..
Después
del comienzo viene la primera parte.
voy
a golpear una puerta.
Voy
a golpear una puerta,
voy
a golpear una puerta, voy a golpear
una
puerta.
Así
es que traje al hospital a la presencia mientras ausentaba al Tigre,
voy a golpear una puerta,
y
luego los fui mezclando como un cocinero.
El
que bebe lo que ha sido preparado con amor y lucidez
alcanza la felicidad
inútil, es decir,
tiene
una experiencia estética. Disfruta de los pajonales
podridos,
que ahora están pasando
espaciadamente.
Por
ejemplo, porque la bajante retira el cuerpo del agua de la vista
y
se lleva la última sensación de nieve.
¿No es lindo
permanecer inmóvil,
observando cómo retira su lengua
de la orilla?
¿No causa risa el trabajo de
los pájaros del agua?
Lo
que sigue es la idea de los Fantasmas.
¿sentís el perfume?
Si
lo que escucha asusta es música de verdad. Y si
la
música es de verdad los fantasmas están.
No
encuentro el piloto, dicen tus amigos que en verdad te ves fatal.
¿Creés en la
representación automática? Una
tacuara
al
lado de la otra. En verdad inextricable.
En la orilla la resaca que la bajante deja. Sabiendo
lo
inmerecido del dolor busco una solución. Me levanto el pantalón
hasta la rodilla. Lo que veo
es un corte de unos siete
centímetros. Me acerco a la orilla a
limpiarme pero
un
poco de barro proveniente del agua hace que el corte
comience
a arderme. Entonces
me paso solamente la mano
mojada. Saco unas
medias del bolso
y me fabrico un torniquete. Hace ya más de una hora que
tropecé. Pero recién siento el dolor ahora.
Me calmo.
Pongo mi pensamiento en el río
y
lo extiendo de orilla a orilla. Enfrente hay un muelle,
aparentemente
hay una casilla, las zarzas azules no permiten
distinguir. Me reconforta
saber que esperás
mi respuesta y que estoy aquí para ayudarte. Miro hacia arriba.
Este
cielo podría estar sobre el mar. No voy a acometer ahora
el
fraccionamiento del cielo
ni su distribución.
No
sé el Padre Nuestro ni tengo cuentas,
para
dividir mi dolor y curarme con quince mantras.
Comienzo
a abrirme
camino a través
de las tacuaras y las cañas.
Los
hijos tienen que ser paridos para que las madres no mueran.
12.
A raíz de las
concentraciones doloras
he medido la fuerza
de
mi alegría. No todas las sonrisas son de la misma
naturaleza.
Está la sonrisa
del claudicante,
la
sonrisa del enamorado y la sonrisa del muerto,
y
las combinaciones respectivas y sus respectivos
significados.
La mía es la sonrisa del
niño,
a
cuenta de que lo más impresionante es lo que se nos
presenta
como
grande y monolítico, es decir, la estimación del río, la
relación
de
una isla con la otra, la relación
de una casilla con la vegetación circundante.
¿Creés que podrás esperarme un poco más? No estoy
seguro de si
aún
estás interesado.
Yo
soy una parte y vos la otra.
Te pido por favor que traspases esta barrera de cinco
gramos y me digas: aún lo siento.
La
lancha se alejaba mientras un sol aniñado pretendía
ocupar
el cielo de cabo a rabo. Atravieso una plantación de
tomates
y vigilado
por cinco perros tanteo mi
rumbo.
De todas formas y
como
pasa siempre, empezamos por los otros
y
seguimos con nosotros.
Comprendo
que me espera un pensamiento tropical,
me
acomodo
la campera y comienzo a caminar.
Hemos estado dos horas y
media
vadeando
el Paraná, o sucedáneos suyos.
El amanecer todavía
inmaduro
me dificulta distinguir en el resplandor. Veinte
metros más
adelante
hay una casilla.
Desierto,
tierra de noviazgos: recortar las filiaciones
extensas
de una filiación directa. Tengo que mantener la
concentración,
mi confidente, vos,
mi madre. Todos los
estímulos
convergen hacia el hombre. De ahí se origina,
entonces, la manera
como se realiza
la conjunción de
nuestras partes,
las
partes respectivas que son la unidad superior propietaria
y
las
comunidades poseedoras, el usufructo utilizado:
la
máquina del país.
En este
mismo sentido, su
engranaje aglutina toda clase de
funciones:
combinaciones
diferentes entre cantidad de luz y humedad,
combinaciones
diferentes entre lluvia y viento, y,
lo que es aún muy raro:
combinaciones
altruistas entre los silencios y el sonido.
Entonces
no sé si debería ponerme
un
casco verde o un casco amarillo.
Es claro que los tomates son del dueño de la isla,
pero no
está
definido finalmente si la isla es
de quien es su dueño.
Entonces no sé si tocar un SOL o un LA.
Todos
los días, desde las siete de la mañana, cuando la
temperatura
de
la costa empieza a exceder la temperatura media,
que es aproximadamente la del
río,
el
aire que descansa sobre este sopla
hacia
la tierra. Estoy esperando que me atiendan, el dueño
de casa
puede
no estar,
el
dueño de casa puede ser sordo,
el vínculo con
el
tomate no se altera por la destrucción
del aparato
auditivo.
En
la gran enseñanza del río hay un punto,
totalmente salvaje,
que
nos
indica, que la energía es ilegible y que no puede ser
atrapada
por ninguna configuración que la
Mente le sobreimprima. Aquí está
la
tardanza del lugareño, mi posición estimulada por
tu
problema, el techo sostenido por cuatro paredes.
Se borra.
Toda
tentativa de organización fracasa. La desnudez
es
aun mayor
cuando
las partes se juntan.
Hay ramas secas
alrededor
de la casilla, las junto para preparar un fuego, está
haciendo
mucho frío y el viento tartamudo me amenaza.
Levanto la cabeza y veo el
cielo,
está gris y parece pintado,
la
casa que no tiene alero agranda la presión.
Me
alejo de la casilla para buscar más ramas.
Cómo sería mi estupor
cuando
a metros de allí,
encuentro
la estría de un río completamente vacía, ahora,
en la
mañana plena, un cauce sin
agua.
Los psicólogos se arrodillarían
junto
a lo que estoy viendo, algo así como
un trastorno de la
personalidad del paisaje.
Han robado o he perdido mi
cantimplora, no la
encuentro
en
el bolso. ¿Quién
podría? ¿Robar es tan fácil?, puede haber
sido
uno de esos tantos niños que
venían en la lancha,
allí la saqué para beber y
la
dejé a un costado de mi bolso. Sus colores
estridentes
son muy llamativos. No recuerdo lo que
hice a
continuación, el
discurso
del
lanchero me pareció más importante que el mío, Estaba
tan
aburrido
que me
faltaban fuerzas para controlar la influencia del
entorno.
Así se enajena uno en la conversación
con
los demás,
así te roban como
le roban a
un niño. En homenaje a la pregunta del río seco
decido
acampar
allí. Traigo toda la leña que encontré.
A esta
altura ya no se dónde debería estar cada
cosa.
Camino
rodeado de santaritas y respiro el perfume del
hospital,
lo que veo
enfrente me perturba,
me siento perturbado por
primera vez.
¡¡¡Por
favor el cielo y su destilación en verde y ocre,
las riberas y los
muelles de sonrisas
que flotan
sobre la maldición de la ciudad!!!,
carne
sangrienta que nos obliga a recordar el castillito de la
cultura y
sus estancias. Detrás
del tejido vital
vuela la
avispa de las dolencias, con sus trucos agrietados y
el agua sucia
que beben los que buscan
la
explicación.
Dos o tres
días de fiebre sobre los pies de piedra,
al
abrigo de la opinión sagrada sin símbolos para la
Mente
densificada
por la humildad. El río sin agua
profundizaba
la pregunta
manteniendo
sus paredes por un poder automático.
Lo
perpetuo
de los
astros la explicación de la vista. La oferta tropical se
logra
desplazar
a través del exponente delicado hacia el
arenal
que
amenaza. No sirve comer. No sirve dormir. El
alimento
primordial
escapa
del alcance del poseedor de la piedra del
maestro,
manteniendo
el mundo marcado por un recorrido constante.
No
está la tradición en mí
pero
de todas formas puedo comenzar ya mismo
su
redacción, variaría geográficamente varias veces
por
minuto,
según
qué tipo de carácter esté llamada a describir,
mi
padre es el
Río Colorado, y
luego mi padre en mi
madre es
la Laguna
de San Juan.
No parece
servir para la devoción ni la ciencia, es una
tradición
a la
que no
podríamos llamar falsa, impostada, sino más bien
una
tradición
mixturada
sumamente inútil,
para
la representación de las “ formas de ser”
en cuestión.
Observo la inutilidad del viento sin agua,
pregunto a
los
árboles cómo debería comportarme después del golpe,
pero el
tejido no formula nada diferente a mi
sensación dominante. No hay respuesta.
A través
de la
barranca asolada en el desinterés natural consigo
contemplar
el
cadáver del futuro. Estoy perturbado.
Eso no se distingue en mis
pensamientos,
tengo un ataque de unidad y eso es todo,
verifico en mis manos
la
completud de una fruta y no comprendo
el
abandono ni
los vidrios
sucios de la casilla. Veinte metros están
separando
mi
formulación
de la apariencia estridente de cada tomate. La
huerta
resulta de un templo mezclado
con el
descanso de todas las
funciones.
Quiero dormir. No puedo incorporar esta
evidencia
a la
evidencia
mayor.
No
puedo postergar los nacimientos.
13.
Así
como la risa le da sentido al vacío o mejor debería decir
al despliegue de una hoja
agujereada y la repara otorgándole sentido como hoja agujereada sin más.
Este
privilegio del ser sobre el sentido siempre me pareció
sencillo de comprender,
ja!!! por eso podía
realizarme donde la vida me pusiera sin quejas y con acero en la voluntad. Cada
cual desplegará su obsesión en esos tres o cuatro centímetros
de frases
alocadas,
por
lo cual no tendrían que echar a los graciosos
de
las altas esferas, como sucedió con Pilar
en “ Casa de Gobierno”.
¿Por qué te echaron,
Horacio? Porque hacía bromas, la risa carcome las jerarquías, me dijo, y atento que no tenía ni lejanamente el carácter de Cristo.
Cruzo la estría y mi
bolso
se zafa. Evidentemente
aquí hay una energía. Mucha tristeza debe haber dado en la época en que empezó
a mermar. Sangre y espuma. Me acomodo el bolso.
¿Habrá habido indígenas aquí?
Alguien lo debe de haber
velado.
Me
doy cuenta que hay plantas secas a lo largo de toda
la
orilla, de uno y otro lado. Sí, han querido salvarlo: descubro
un círculo de piedras
a
pocos metros del cauce.
Sigo
caminando y paso junto a otro círculo idéntico.
Mi
sorpresa se vuelve más verdadera cuando
descubro que yo mismo soy
el centro de un círculo
enorme:
cientos
de piedras me rodean.
14.
Después
de dos kilómetros de paisaje igualmente árido
me
encontré de nuevo frente a las cañas,
primero en pequeños
grupos, luego como
propiamente maleza.
Sin
duda se debía a la cercanía del río. No pude volver a la casilla
porque
me conmoví tanto que olvidé mi orientación.
Empecé a penetrar entre
las cañas,
entonces,
que ya surgían de la tierra masivamente. ¿Dónde
encontraría
un muelle? El plan era llegar a la costa y
una
vez allí recorrerla hasta encontrar uno. De fracasar
el plan, de optar por el camino
más largo
o
complicado, tendría que hacerme de un elemento sonoro
para
llamar la atención cuando pasara una lancha,
las
otras opciones eran construir una bandera
o
llamar la atención colgándome de un árbol.
Hay
sauces cuyas ramas avanzan unos tres o cuatro metros sobre el agua.
De
todas
formas,
perderse nos enfrenta al trabajo o a la muerte, y yo
tenía
bastante por hacer, así que empecé a
caminar hacia la izquierda.
15.
Fruto
de una nostalgia espacial, sudaba y soñaba
con las islas.
Me
ofrecieron una extremaunción y mi reacción
fue negativa.
Los
edificios se expandían como nieblas en la madrugada.
Estar despierto como valor de
observación
y capacidad de escucha. La reacción sanadora en
su vínculo
con la clase de agilidad mental del
día.
Ya
en el colmo del rojo con tiras amarillas la manzana
se
me presentó y seguí a su lado. Los tres metros
que me separaban de la puerta.
La
puerta por donde pasaban los payasos, y las ventanas
por
donde pasaban los leones heridos. Sintiendo en los
brazos
un líquido ceremonioso. La
boca y la nariz
en
las colinas solares. Respirando un
aire filtrado
por
las hojas, creado por las hojas.
Las
imágenes giraban alrededor del camastro,
rozaban la cuerina manchada
con sangre,
seca
hace días. A mi derecha el Reloj de la Vida, a mi izquierda
la
vida: el bolso y las fotos, las fotos de cuando estuvimos
juntos en Valeria del
Mar.
Susana
me llamó y hablamos horas. Medio dormido y medio
despierto la acompañé siendo generoso
con
mi autolimitación. A eso de las seis me sirvieron otro
plato
de oxígeno y sentí verdaderamente lo que es saciar el
apetito. Pagaba
con mi cuerpo y
con
mi tiempo, todos los cuidados excesivos que los arqueros
me
prodigaban. Con la excusa de sanar mi pierna
me ofrecían toda clase
de elixires.
Recordé
una canción francesa que hablaba sobre el puerto,
la
silbaba mientras me cambiaban las vendas y
consideraban la cicatrización. Positivo.
Seis días por once años es negocio. Reconocer
entre las
cañas y las tacuaras
un
círculo de piedras es negocio también.
¿Qué
valoración podrían hacer
las
damas pálidas de las auroras físicas? ¿Cómo podría
despertar, si los
años sin dormir
se
apilaban como revistas de moda? Me recordaron
que
el barro es una fuente de contagio, que quizás esa fue la mezcla
fatal, el barro entrando y saliendo
de
una herida pequeña la hizo grande y recursó una infección.
Entonces
se explicaban los mareos, y me dijeron que tal tipo
de infección podía
incluso
inducir
a reacciones alucinantes. ¿Es que no hay árboles sobrevolados
por ángeles, y por ocultos jardineros criados tan raramente, que
sin
pertenecernos, nos cargan?
Sonreí
por dentro.
Mi
cuerpo era un labio recubierto por sábanas blancas.
Mi
cuerpo era una lengua peluda que generaba silencio.
Porque sentí respeto. Pero respeto
ordinario, es decir,
respeto común. El mismo respeto que
recorría las
habitaciones
piso por piso, consolando a los motociclistas
nerviosos y a los ancianos
de mente blanca.
Podía caminar si
llevaba el suero conmigo. El pasillo central
con plantas
artificiales me recordó ciertas
Analectas de Confucio.
Siempre fui bruto
porque mi delicadeza se
confunde con la
maldad. En los días anteriores al golpe
desaparecieron
muchísimas
preocupaciones, y
sentía que se aproximaban hermosos días
con hallazgos hermosos.
No fue buena idea vadear
ese riacho repleto de piedras y ramas secas.
No fue buena idea
caminar durante días
a lo largo de la costa para encontrar un
muelle, como si entre
lo absurdo y lo heroico no hubiera
diferencia. ¿Existe el
tiempo, el destructor,
realmente? Ay, el
fantasma de lo
pasajero, atraviesa la recepción como una
humareda fina: “Tsang Wen Chung tenía una enorme tortuga
en un habitación en cuyas
paredes había
representaciones
de montañas, y plantas acuáticas en las
columnas ... ¿De qué clase
era su sabiduría?”
16.
Detrás de unas
magnolias rodeadas de malvones estaba el
arroyuelo, de un
metro y medio de ancho al que pronto dejé
atrás.
Podía morir caminando
hacia la izquierda
pero eso era
glorioso. Era
de una hermosura terrible
porque El Dorado estaba
bajo el agua, junto con el Pejerrey,
los Dientudos, las Mojarritas
y Tortugas que repentinamente
aparecían y se
hundían, protegiendo
su locación
en el marrón madera
del río.
El sonido del agua me
inspiraba pensamientos pacíficos.
Me llenaba de
mundo como el cadáver
de César Vallejo.
Tenía ocurrencias y
les ponía melodías, caminaba gozando
de la luz y cantando.
Los luthiers obtienen unas cuarenta
guitarras por cada
paraíso joven, en cambio
el sauce no tiene
buen sonido, y lo mejor “de lo mejor”
es el paraíso adulto.
“A capella”, sucio y
lastimado.. Pensando
en vos, en tu problema y en mi
promesa,
en la necesidad
enteramente íntima
de tu
acompañamiento telepático.
¿Entenderías
que en mi tardanza
no
había ni un minuto de
deshecho,
pérdida, que observaba apasionadamente cada
detalle nuevo, cada
divergencia específica
del
verde y cada transformación del ocre en amarillo cobrizo?
Vale
la pena que te preguntes qué utilidad tiene
todo esto para tu
problema.
La
utilidad simplemente fraternal de saberte
acompañado
de sensaciones puras, en la ciudad que te rodea
como un círculo de piedras,
donde también
simplemente,
las flores desde los balcones nos llaman a la reflexión,
aunque
sea penosa, fútil. Lo primero que
quisiera es que
distingas en tu entorno
y
comprendas que sos un amable animal que está en peligro,
¿qué
clase de peligro?, ¿la pérdida incesante de energía que
supone la imitación de una máquina? Por
ejemplo.
He
ahí un punto.
Estás en el Monte de la Piedad, caíste
siete veces y no das
un
palmo de distinción, la distinción de vivir pese a las heridas
de
ciertas horas profundas
en las que la dicha se quiebra
como un cristal.
Las
mismas pruebas para despedirse o llegar. Eso me perturba.
Pero
mi sonrisa y lo que canto mientras recorro la
costa significan
vida después de la
muerte, de la
muerte
que quizás
he traspasado para volver
a
mi cuerpo y comprender que puedo ayudarte, y que semejante tarea
se
me atribuye porque en mi primera vida vi
lo suficiente, por
lo que al ver lo mismo
por segunda vez
soy más puro que un
niño superdotado.
¿Cómo
conseguiste comunicarte conmigo, si somos un puñado en un gesto único de
adoración? Incluso la mayor
parte de
los creyentes no
lo sabe,
salvo a veces, por
pequeñas señales puestas
para
avisarnos y al momento retiradas, en parte o totalmente.
De
tal manera el espectro de colores se aísla y compone imágenes imposibles de
mirar,
sólo
deja su huella
en un
grupo de tonos limitados
y gamas
de
los mismos sobre el soporte vegetal y la materia degradable del río.
Es
la condición del secreto que envuelve lo más querido y lo cierra sin que eso
sea definitivo.
Cuanto
más tiempo más se comprende. Encaramos una imitación
en
la medida de nuestras posibilidades,
lo que significa que
podemos lograrlo o no.
Cuando
sepas tu verdad, no te lances a preocupar el ánimo
de
quienes no están en condiciones de escucharla,
ya que las
enseñanzas fuera de tiempo
lo
distanciarían de la acción,
en la que sólo
verían confusamente
una
verdad a medias. La oración y la mortificación
son
como dos alas para volar al cielo. ¿Tu amigo estará preparado?
Despreciemos la
virtud viviente y elogiemos la que
ha
desparecido. Tendrías que comprender que un hombre es rico
desde
que se ha familiarizado
con su escasez.
17.
Recuerdo
al Prefecto Ortiz cuando
me
hablaba de los desfiles: no importa adónde va el batallón,
lo
que importa es
cómo camina. No puedo ignorar que
los
árboles viejos me observan con sus ojos marrones,
que
las lanchas son cosas que casi no recuerdo,
que mirándolos fijo
puedo obtener mucho
más de lo soñado:
corroídos
por la densidad del aire y atendiendo al reclamo subterráneo
y
a sus dones no se desplazan. Una situación
mortal para un
hombre, la crucifixión y
la
demanda celeste que se afila y recorta la tela
sobre
la que el Tigre está pintado. La tela en la cual me muevo
constantemente, tejida
para mí. Sumando
los
años de cada sauce comprendo mi dependencia
a
través de las raíces de la lengua. Poca comida. Dividirla. Suelo
pensar
solo, y cuando no puedo busco
en
mi Mente la solución adecuada, sin que me importe que la idea
sea
ajena, sin que me importe no gozar de los
honores
de un
descubrimiento introspectivo
de
factura propia. ¿Cuándo vas reaccionar?
¿Estaré caminando hacia vos, aunque no vea tu cara agrandándose
con mi marcha? Me
enfrentaba a la parte más escabrosa de la costa,
curvada
por decenas de pequeñas bahías,
donde
los pajonales podridos se amontonaban
produciendo la impresión de un suelo firme.
Tuve primeramente esa confusión y de ella resultó
que me mojé la pierna izquierda hasta la rodilla. La
ilusión que no
viene del corazón y
nos despista, alterando nuestro juicio y el valor de lo que la mirada sustrae del
entorno. Estigma pantanoso del límite curvilíneo incesante.
Caminar entre
pajonales podridos
y
muros de tacuaras. Volví rápidamente a la técnica egipcia y la dificultad
se
tornó menos fuerte. Pero en ocasiones
caminaba
sin mirar mis
pies. Pero el recorrido presentaba la mayor exigencia.
Mi
espíritu deportivo estaba en deuda con la travesía.
Pero
me distraía silbando y con las
manos simulaba dirigir a una gran orquesta
Meditaba
sobre las posibles causas que podrían haber determinado
el
vaciamiento del río. Todo Mente. Nada
natural me
conformaba, pensaba
en
catástrofes mentales, en la dilución de la fuerza plural
de
los indígenas que aún pudiendo salvarlo
lo esquilmaron
hasta matarlo. Estaba cómodo en mi cama
mientras
el tiempo se perdía. Pasaban las patronas y los especialistas,
incluían
en sus informes el color de mis ojos y mis huellas dactilares.
Habrían de haber estudiado
con los cadáveres experimentales
que
posee la Facultad de Medicina.
La frialdad se debía
de haber trasladado
de
los libros a los aspirantes, y de estos a los cadáveres.
Siendo las siete
de
la mañana, comenzaban a escucharse las vibraciones
de
los motores a lo largo de la avenida y de las calles
adyacentes.
El
sonido subía desesperado como una araña amenazada,
y
comunicaba a los vidrios el nerviosismo que lo poblaba.
Dejé de atender a los
vidrios. Miré mi pierna y entendí
gran
parte del tratamiento, estar quieto. Las patronas traían buenas y malas
noticias.
Los médicos partían una manzana
por cada visita.
Pero la atención no es la forma del amor
que me
interese
más. La historia quería enlazarse con su propio
comienzo. Por lo que
cuento con una habilidad deforme
que
vende mucho. Cuando publico mis
investigaciones,
pocos parecen entender,
la
declaración de amor a la Armonía no limita ni sugiere ningún planeamiento
territorial.
Te
regalo un país en marcha. A vos.
A tu madre.
Y
despierto porque me habla mi gato.
18.
Van
cuatro horas de caminata, la izquierda es lo peor,
no
quiero tener problemas con nadie. Consigo ver unos veinte
metros adelante. Reconozco un fulgor
rojizo
y
un verde bajo y vivo. Entonces comprendo que elegí lo
mejor.
Al acercarme comienzo a ver con más nitidez,
los tomates
están grandes y brillan
con una estridencia propia.
Acelero
mi paso. Siento una alegría inmensa. Unos quince metros y
me
encuentro con la huerta y la casilla. La
apariencia de abandono de
la casilla resulta de la comparación
con
el fulgor de la huerta. Me acerco a la casilla. Voy a golpear la puerta. Pero
mi
brazo se detiene
unos centímetros antes del contacto.
El
dueño de casa puede no estar, el dueño de casa
puede ser sordo, el
vínculo con el tomate
no
se altera por la destrucción del aparato auditivo.
Después de golpear
varias veces comienzo
a
rodear la casilla en busca de una ventana. Hay una del flanco
derecho.
Me asomo y empiezo a distinguir: hay una cama
donde nadie duerme, hay
una mesa humilde y un armario,
la
casa está vacía. Decido entonces, seducido por la idea de un descanso profundo,
forzar
la entrada y
apropiarme del lugar.
¡¡Qué bien me haría estar un par
de
noches protegido de la intemperie y dormir como se debe!! Vuelvo
al
frente de la casa, trato de estimar
cómo abrirla sin
destruirla, o dejar agujeros por donde
pueda
pasar el viento. En el flanco derecho
hay un pequeño galpón,
pienso
que posiblemente allí debe de
haber herramientas. Y no me equivoco: un serrucho,
decenas de madejas de piolín, una sierra pequeña, una
pala, varios hatos de leña, un tacho
de pintura de
diez litros,
cuatro
destornilladores, un hacha, un martillo y varios
frascos con
clavos y tornillos. Suficiente,
tomé los destornilladores
y
el hacha por si la operación se complicaba.
Adentro del galpón encontré
varias sillas, tomé una,
no
lo podía creer, me imaginaba sentado al sol después de un buen almuerzo,
sentado
entre
la huerta y la casilla.
Me había hecho un cálculo muy
de mente práctica.
Soplaba
un viento cada vez más fuerte, el cielo se volvía gris
y estaba por estallar una gran
tormenta.
Cuando
volví al frente de la casa encontré la puerta abierta,
la
miré impresionado, los destornilladores se me cayeron de
las manos. Otra ráfaga de viento y
la puerta golpeó ruidosamente contra el marco. Empezaban a caer las
primeras gotas. Me
acerqué y la empujé.
Entré
y sonreí por la grandeza de mi
suerte.
Afuera estallaba la lluvia y yo estaba bajo techo,
en unos estantes descubrí una lámpara de kerosén,
pero todavía
era temprano, no obstante la probé y conseguí,
acomodando la mecha, que
la misma funcionara.
Un día hermoso e inolvidable.
Salí
de la casilla y corrí bajo la lluvia hasta el galpón. Estaba
empezando a hacer frío.
Tomé el tacho
y
dos hatos de leña y volví a la casilla. Encendí un fuego dentro del tacho y
me
quedé pensando acostado en la cama, el calor me estremecía…
tuve
que entornar la puerta y la ventana para evitar la acumulación de humo. Así fue
que al
poco rato me dormí.
19.
El
sol le ganó la pelea a la tormenta y apareció por el Este
rozando
la orilla y entrando de a poco hasta la huerta,
la casilla, hasta el corazón mismo de la isla.
Despierto
con la vista puesta en la ventana, está sucia,
miro
alrededor y comienzo a descubrir telas de araña,
todo está comunicado por ellas, a no
ser la silla
que
traje del galpón que tiene un ecosistema propio.
Sorprendentemente me siento mal,
no mi cuerpo. He
dormido unas doce horas seguidas y siento la relajación.
-Me prometiste ayudarme y te internaste en un Petit Hotel.
Siento
lo que estás pensando. Siento tu furia y el nacimiento
de
tu desconfianza, aunque sé que en muchos momentos te sentías así.
Afuera la huerta cubierta
de rocío. ¿Querés que descargue
toda mi energía en la respuesta a tu problema, querés
que en caso de no encontrarla, o de hallarla y de resultarte paradójica
me crucifique ante tu
positivismo lírico?
Tal
vez este libro no sea para vos,
tal
vez este libro esté compuesto de respuestas
que son para un problema que no es el
tuyo. Enseguida me corrijo.
¿Es que existe un
problema diferente al tuyo?
Ahora
quizás entiendas la forma de mi exposición. Ahora quizás entiendas
que
cuando falta hay que llenar y eso es
más que suficiente.
Describe y organiza,
o
construye, según cómo lo quieras entender. Me doy cuenta
de
que tu problema fue el aliciente para encarar un problema
mayor,
donde tu problema estaba
incluido.
La
pureza del sufrimiento depende del diámetro del Alma.
Continuas desgracias turban el
juicio. La memoria
de la desgracia es dulce y sirve
de recreo
en
la prosperidad. Sabés. Siempre deja la ventura una puerta abierta
en las desdichas
para dar remedio a ellas.
No
sé si responderte así te calma más que la descripción del
río,
que los pajonales
podridos pasando como nubes
por debajo del muelle, que el
sol ardiendo en el cuello
y en los hombros. De
todos modos dentro de este problema mayor
está mi problema, y el tuyo
y el de tu madre, también,
ya lo dije.
Estás
en condiciones de cerrar este libro,
si estás listo para mirar fijo
esas viejas cosas que te expulsaron.
A
partir del encuentro se suceden los acontecimientos,
te
presiento. Estás con la vista clavada
en esta página,
bamboleándote de izquierda a derecha,
de arriba hacia abajo, mareos, de
izquierda a derecha.
Sos
como un río delirante repleto de manías,
lo que te impide
detenerte y
observar,
observar y
comprender,
comprender y realizar.
Dispuesto
a todas las transformaciones espero en mi silla.
Si
estoy en silencio es que digiero los sucesos.
Te
gusta verme sufrir. Te gusta que haya una distinción primordial
que
hacer acerca de todo esto: nuestros progenitores
fueron
aventureros e incluso guerreros.
Durante la dinastía
Tang hubo un rey
que
se convirtió en poeta a partir de su encarcelamiento,
sólo
quiero que no llegues a ese límite, tenés que vivir la
imitación y
la divergencia cuanto antes!! Entendeme, no
quiero que termines encerrado.
Sólo
quiero poner una estatua en el medio de tu Mente.
¿Te estarás poniendo nervioso porque dejé de filtrar la realidad?
Suponiendo
que estuviera comenzando la segunda parte
consideraría la defensa de
nuestro vínculo,
ignorando
ciertas diferencias ideológicas
que aunque me ponen triste,
no alcanzan a destruir nuestro pacto.
Te imagino con rumbo impreciso,
caminando
entre magnolias y santaritas, acercando tu cuerpo al agua para ver
tu rostro.
Algunos
pensarían que estás perdiendo el tiempo.
Pero vos, que sabés
la historia Roma, la Psicología,
la historia de Rusia, la
Medicina,
la historia de Inglaterra, la historia de la Iglesia,
no
te resulta escandaloso sin embargo ambicionar conocimiento
a
través de estas cosas tan sencillas.
Frases así me gustaría escucharte
decir.
Ya habrá oportunidad. Confío.
Vas a entender no entendiendo,
trascendiendo toda ciencia.
En tanto me considero una persona provisoria desde que nací,
jamás me detuve, siempre un piso más alto,
en el hospital más grande del mundo
20.
Uno
va tras la perfección. Los estímulos aprovechables
se
resguardan protegiéndose del olvido.
Tu
estilo de vida puede
que para muchos sea el peor.
Me
pregunto, ¿han tenido una entrevista como la hemos tenido nosotros?
Se
sabe la respuesta. Se han perdido a
partir de una
emoción fuerte,
pero
en un sentido que nosotros conseguimos abortar, quiero decir,
quedaron fascinados por el
último
Toyota
y hacen el amor mientras miran la TV.
Con calefacción y
electricidad constantes.
He
aquí un invierno que no es. Por lo que
el sentido del
verano comienza
a
derrumbarse desde los pisos más altos. Las polvareda lo cubre todo,
y
en esa niebla el calor que se siente no puede
relacionarse con nada.
Tememos
la separación entre naturaleza y cultura,
a
través de los escombros. Mi perfección se mantendrá
hasta
el día en que nazca nuevamente. Mi energía, en cambio, se mantendrá
a la vera
durante toda mi vida,
ayudándome
a
encontrar la pregunta justa, instándome a nuevos interrogantes.
Aunque
es verdad que no te comunico nada
prácticamente. Porque
querés saber
de
qué manera se va aprendiendo. Puedo engañar a quien se presente.
Pero
mi respuesta no será un
fetiche para que sigas igual. Te
responderé,
y
lo sé, con una descripción conmovedora que realce tu amor,
tu
gratitud y tu armonía. La Jaula es mucho más grande de lo que vos
pensás,
y vas a aprender a cantar en
ella.
Jilguerito
mío, jilguerito de tu madre. Ante todo un NO a la violencia.
Se
trata de un asunto delicado, sin silencio.
Delicado como las plumas de
un pájaro.
Detrás
de las hortensias aparecen las cañas.
Esto
significa que el placer te llevará al trabajo,
siempre
y cuando no renuncies al placer, lo que
no creo, o al trabajo, podría pasar.
Recuerdo
que las hortensias son originarias del Japón.
Leí
que producen hermosas flores rosáceas y azuladas
que poco a poco
pierden
su color hasta quedar casi blancas.
En tren de confesiones debo decir que me
marea, que
todo este paisaje
y toda su apelación
me
marean. Sé que parecía un experto, al inicio de todo esto,
pero
sólo fue para encarar el peligro acompañado, te
necesitaba junto a mí, necesitaba
que
me
leas. ¿No es gracioso lo que estoy diciendo? Cuanto más
placer
más cañas nos esperan. O al revés, contemplamos
un murallón de cañas y tacuaras punzantes y decidimos atravesarlo,
imaginamos
el fin por una última abertura y
la
aparición de las hortensias: placer!!,
rodeados de colores.
Así
es al revés y más mundano,
después
del trabajo y aunque los ojos no compren nada, aunque el brillo
del dinero
pertenezca a otra realidad
la
realidad de las flores no se gasta en su lección,
siempre es suave, precisa. No es cierto que
cuanto
más recorras las islas
más dinero
estás gastando, el dinero
se
gasta, como el tiempo, insensiblemente entre el arroz
y
los fideos. Nada. Tráiganme de vuelta. Me desperté gritando
a las tres de la mañana, en el hospital
donde siempre es temprano, rodeado
de
médicos seducidos por la opinión de piedra.
Estás grave. Lo sabía.
Como
si más enfermo fuera mejor médico. Son cosas que no se comprenderían,
por
eso no las comento con nadie. Había transpirado mucho
y la cama estaba
empapada de sudor.
Vinieron
las esclavas de los mutilados,
vinieron
los consejeros del ateo, y entre frases y preguntas organizadas
me pusieron
sábanas secas. Luego
de
que se ausentaron pude ver mis venas,
y
las arterias que las rodeaban. ¿Qué tipo de sistema fluvial me habitaba y
giraba para darme vida? Pensemos
en
el Tigre… ¿dónde se encontraría la fuente primordial de la sangre
y
la energía para la vida que nos rodea? Los médicos
clasifican mis
preguntas,
estas
últimas son alucinatorias, producto del delirio de mi fiebre. Pero
no
es la primera vez que pregunto esto.
En una casa abandonada, un amigo
mío, todos niños,
pisó
una tabla podrida y hundió su pierna hasta la rodilla,
cortándose
con un clavo de la tabla contigua.
Entonces me pregunté,
¿Qué
tipo de sistema fluvial me habita y gira para darme vida?, ¿dónde
se
encuentra la fuente primordial de la sangre
y la
energía para la vida que nos
rodea?
Pero
la codicia entrega todo por un momento religioso y puro.
Como esa línea
blanquecina que señala
el ahondamiento
de
la noche. Como confesando:
la noche es un secreto
que se va con la Luna.
Precisamente se va deformando mi atuendo.
No
es nada. Ostenta manchas y dolores imaginarios.
Por un túnel en el que al final
hay dinamita para el ánimo.
¿Ahora el problema soy yo?
Propongo a mi segunda
parte que argumente las emociones
que crea a
través de los sonidos y de los
significados,
la parte no es el
puerto del libro,
allí donde llega y
descansa.
Mi mérito, si tengo
alguno, es convencerte de que te juntes
conmigo en tanto y en
cuanto dure este problema,
para qué.
Has visto que
se interrumpe,
que está
mezclado,
que amenaza con partir
y regresa.
Compartir es mi
mérito y tu mérito es compartir.
Tras la apariencia de
una Obra construimos un
refugio poderoso y
sutil.
Un lugar en el que
nunca nos van a encontrar las malas noticias,
aquí por fin, están
controladas. Sólo nos llega
el sufrimiento
lírico, que viene hecho
de señales y de huellas,
largo tiempo atrás producidas,
y enmascaradas luego,
en unas monedas de
belleza. Tristeza y
asombro son
posibles remedios,
pero tristeza y
aburrimiento son la mezcla fatal.
Eso no debe ser compartido. A
esto yo llamo calidad.
Comunidades inmensas
de lectores van
tras un autor, y este mientras se esconde
o se escapa, piensa
fríamente en la situación. Se siente víctima de un cocodrilo,
padece ataques
de adicción
y se recupera, solamente,
en la soledad de sus
propias luces, que aunque parecen viejas luces
son las que él
dispuso y fabricó. En las más
famosas
librerías un tomo puede salir mucho.
Debo leer menos de lo
que estoy diciendo, para encontrar el centro de mi clave,
para considerarme
como
perteneciente a la Obra,
para que
la Obra nos pueda
ayudar a hablar. Primero está todo destruido. Un lema,
por ejemplo: ESCAPAR
DE LAS PESADILLAS. Vista así,
la Obra es titánica.
Y permanece todo el tiempo
amenazada por la estabilidad.
Luego se agrega la
palabra boca,
lágrima, ensueño, fuente, anillo, y las
cosas
se nos empiezan a ir de
las
manos. Como el
problema al que estamos atendiendo,
que cuanto más claro
más dificultoso,
tu problema nos envía
a recorrer la historia de la charla y la
edad
de las palabras, es decir,
cuáles viven hace
mucho, cuáles acaban de nacer y morirán pronto,
cuales de la misma
condición seguirán vivas de ahora
en adelante.
La edad de la Obra depende de esto.
Volamos sobre la
naturaleza con papel y lápiz.
Rescatamos objetos
desahuciados y los
ponemos
en
marcha: hacia arriba el árbol,
el río hasta su
desembocadura y cada cosa hacia su estado siguiente,
después pasamos una
lima muy fina y juntamos a
unas con las otras.
Tenés la sensación en
esta parte de que la Obra ya está terminada,
pero no es cierto. Solamente
camino
hacia la izquierda o
me demoro en muelles destruidos.
Casi
toda la literatura es la historia de cómo
un
puñado de hombres “se han animado a hablar de”. Esto produce
valoraciones que
superan el patrón
de
la calidad incorporando al Corpus Mundial Obras de mala factura,
mas
de mucho riesgo. Se decían cosas en estos
libros que podían, y en muchos casos pasó,
acercar al autor o al lector a la muerte, el destierro o la locura.
En una época lejana quemaban los libros, unos siglos después
quemaban
a los autores,
y
a esta altura de la historia se los oculta bajo el rótulo de “creadores”.
Sin
duda este nombre anda vacío por el mundo.
Pero
nada escapa a esta soldadura verbal a la que le he dado forma,
le he dado forma
hasta en los más
mínimos detalles.
Esto
es casi la sucesión del día, de la tarde y la noche.
Pero
después de la noche hay un amanecer fijo
que es lo que estamos
armando para los dos.
Cuando
tapaba a Santiago te tapaba a vos.
21.
Entre
las pajas de la orilla, que te ha hecho el jaguar,
se
fueron echando al piso con las marcas de las garras,
así como rasgas las
hojas de este libro
que
ya no te gusta. Encontrándote tal vez desorientado
por
la velocidad de las imágenes, arrastradas por una corriente profunda.
Aquí
la edad ya no cuenta. Sólo recibe al color en un acto de inmadurez parcial.
Destilaciones
del verde hacia el ocre brillante.
Destilaciones del verde
hacia un sombreado marrón.
Cuántas
posibilidades empiezan a surgir del agua del río
y
a tomar posición en la isla. Así es el río después de
la tormenta,
trae desde lejanas distancias
materiales
de novedad. Ya no te gusta este libro. Es horrible reconocer
que
a uno lo dominan, pero es
hermosa la
hermandad y la función
del
amigo. Él espera cuando nosotros esperamos.
Se
ríe junto con nosotros. Recibe con una de sus manos las malas noticias
y
con la otra mano distorsiona el contenido real, reemplazándolo
por un contenido menos Mítico
y por eso mismo menos doloroso.
Yo
te invoco amigo de los efluvios, compañero del viento y la lluvia,
yo
deseo que en mí se incorpore tu paciencia
y tu justicia.
Hasta hace poco recorría todo esto
con
la ingenuidad y los peligros que con ella vienen: el atiborramiento,
el delirio y la
posibilidad
inexpresable,
vale decir, la fe sin objeto.
Ahora
que todo lo que debía hacer lo he hecho debo suplicarte que me ilumines.
Soy
un cuarto con una ventana
pequeña que mira
hacia el Sur,
veo
bandoneones y milongueros, cantadores de cifras y payadores.
Me
resulta temible tu respuesta pero mis
preguntas son cada vez
más insistentes.
¿Debo
irme hacia el Sur? ¿Hacia las fuentes de mi nacimiento?
¿Tendría que averiguar qué música escuchó mi
madre durante el embarazo?
Pero
algo
me detiene, ahora el río es un símbolo de paz.
Me
extiendo y me dejo llevar, la sintonía es perfecta, oigo la
música
del barro y de las piedras,
podría
escribir una zamba submarina, tanto placer me da. Siempre lo agradecí,
no
me ignores, no te alejes de este
Espejo Vocálico
de las Almas.
En
una transición que no resultó completa, tuve como experiencia
a
una madre que vaciaba el Paraná,
acompañando la acción
con algo de cantos y silbidos.
En
rock eso significa amor, para mí caso no puede separarse
mucho
de su significado de desgracia.
Con la música
naciendo de la corriente, debajo de un sauce,
eufórico, abrigado apenas,
sintiendo la información que crecía y que se
iba comiendo la orilla,
haciendo desaparecer
a las pequeñas
piedras y a las grandes.
La
base de las tacuaras se nublaba en el agua marrón.
Se terminó la literatura, dice la
corriente y la arrastra,
entre
la espuma encuentro una carta de defensa,
escrita por el río con una
espina como pluma.
Hay
en nosotros tanta adoración que no reconocemos lo útil,
por
eso nos hemos perdido tras los golpes fuertes de la estética del Delta,
tras las apariciones y
desapariciones
del
paisaje que ocurren del día a la noche, y de la noche al día.
Como
unos niñines deliramos sobre las entrañas del sol,
pensamos en su
verdadero nombre y temblamos
como
la luna en el solsticio. ¿Qué más hay detrás de la ventana? Vemos
pilas
y pilas de libros, donde está todo
y mucho más,
pero
luego de leerlos perdemos libertad y nos enfurecemos. Tratamos
de nivelarnos, la
nivelación trae sueño,
y
el sueño trae cartas más duras
que las cartas que trae la
corriente. Ahora el río sube
por
una escalera corroída e informe. Nosotros
lo
esperamos mientras sentimos el barro en la planta de los pies.
Voy
a interrumpir nuestro contrato en aras de una mayor información,
porque
así lo exige tu problema.
Tu problema es más importante que
este libro,
Acerca de nuestro
problema:
3 sueños verbales
FORMAS DE LA FE
Ten con favores a los
de buen ánimo
Amigos del almuerzo
de trabajo
Pero yo no puedo
recibir más del caso
Seis con el suyo ya
van
Si no me comprende
Siente que está
desmerecido
Se arrodilla como en
las películas
Y prueba cama y café
Muy perseguidos
Alcanzan la cresta
De cuando el médico
no contesta
No me animaría
A pasearme con ellos
Pero los ojos que preguntan
son muy bellos.
EL EXTRANJERO
En la periferia
Buscan evidencias
de la vida en Marte
Rumores aparte
Se dice que son
buenos
Realmente buenos
Como los SANYO
Y los TOYOTA
Ahora la pista no
sitúa al astronauta
Deja caer su sánguche
Y baja del adminículo
Ahora la pista no
sitúa al astronauta
Lo despista
prometiéndole una reflexión sobre su madre
Con el arte del que
hace arte
A LA PREGUNTA
A la pregunta sobre
cómo ocurrió
Articuló un NO, con
mayúsculas
Para entrar en la
jueza
Que miraba al fiscal
Las pilas de papeles
Orilleaban la puerta
Dejando a las
pequeñas hojas
La virtud de un
viento en el corredor
Supo responder y
cuándo
Supo vestirse y
desayunar
Supo trabajar por
nada
Se merece entonces
El Emblema del
Canciller
La jueza votó por él
de
la solución de tu problema depende la belleza que puedas recibir y dar.
En
un primer momento los dos parecíamos curados,
recorríamos
el laberinto tropical sin
angustia. Así la
cultura ha definido al viaje literario
como
un espacio de recreación y un aliciente para la inteligencia.
Entonces
me exigí que mi viaje
literario
fuera una cadena de preguntas y de informaciones,
y
te transformé en un personaje que me oía y
opinaba.
¡¡¡Qué momentos hermosos
hemos
pasado juntos!!! ¡¡¡en un personaje testigo!!!
¡¡¡
qué alucinaciones compartimos de cabo a rabo!!!
¡¡Y
todavía seguimos juntos!!!, Nuestro amor es diferente. No te detengas,
me
voy a encargar de que no dudes y voy a
convencerte de que actualmente estamos
rodeados del paisaje más universal que existe,
nada
está salido del marco,
a pesar de lo que parece haber pasado. ¿Estás
seguro?
Te
prometo continuar con el estilo que nos unió.
Pero
el paisaje universal no tiene coto, y eso lo
mantiene
presente. A partir de ahora
todo va a
cambiar.
Esta
es mi promesa y la voy a realizar por los dos.
22.
Pero así es que anuncio lo peor,
si el paisaje es un espejo vamos llorar y maldecir juntos.
Si el paisaje es una interioridad extendida o
el lugar donde la interioridad se extiende
manejando el Don de la Representación realmente no sé qué nos espera.
Nunca
lo hice. Te necesito, para acompañarme y
para que nos comparemos y
aprendamos en qué lugar estamos
cuando
no estamos en los libros. ¿O el amor es una forma de la ciudad?
Toneladas de cemento
destruidos en un segundo
cubren
la calle, a dos cuadras un hilo de humo nos adelanta la data del origen.
Explotan los periodistas
ante las
cámaras. Los
bomberos han olvidado
su
función específica y están desorientados.
Hay
muchos desaparecidos entre las ruinas de una idea importada. Más
madres y más té. Están
usando lámparas de mano,
no
hay corriente después de la explosión. Todo esto es sólo para nosotros dos.
Acaba
de comenzar la tercera parte.
En la segunda nos
emocionamos y nos asustamos
y en esta nos asustan y
emocionan. Yo sé todo lo que hacés,
conozco
tu duro trabajo y tu constancia,
y sé que no podés soportar a los
malos.
También sé que has puesto a prueba a los
que dicen ser apóstoles y no lo son,
y
has descubierto que son mentirosos. Pero los carteles eléctricos transmiten
una vibración
distinta, que se ve entre la avenida y el árbol, como si hubiera
pájaros enormes
y luminosos posados en su copa.
Estamos en donde no hay refugios,
la
cama caliente es la cama quemada,
el agua para beber la dan los bomberos.
Querías conocer tu locación y lo estás haciendo.
Vamos de la mano hasta la
próxima esquina,
detrás de un auto abandonado hay una ambulancia.
Todos
los colores y todos los sonidos están presentes,
escucho
los gritos que cambian
de frecuencia,
cada
tanto hay un silencio donde la sirena respira para poder recomenzar.
23.
.
La
ambulancia misma es dolor. Un niño que no sabe lo
que es la muerte es
introducido
cubierto
de mantas y custodiado por el llanto familiar.
El
niño mira y no comprende la instalación callejera y apenas
percibe la acumulación de vecinos y
periodistas.
Le
colocan la mascarilla de oxígeno y se siente un robot.
Esto sí que es jugar
piensa el niño. Cuando
el
oxígeno comienza a circular de afuera
hacia
adentro el niño comprende la inutilidad de su madre,
la
inutilidad de su padre, y observa el barrio con algo
de mareos y
consternación. Ve gente que nunca
lo
saludó, mirando desde las puertas traseras con una asombro
parecido
al amor. Pero el amor es diferente a
dejar que la
fiebre te mastique durante
cuatro
días y te haga delirar a la hora en que todos duermen. La madre
se
acerca sin despertarse, le pregunta
cómo está y lo
tapa y vuelve a acostarse.
El
silencio convoca toda clase de padecimientos
y
se extiende por el barrio poniendo de pie a todos los que sufren.
Llega otra ambulancia,
pero
esta es azul oscuro y parece más grande. Desde la ventanilla el chofer
pregunta
a la gente reunida si saben
dónde es el incendio, seis o siete
personas le indican
el
rumbo con unas palabras aclaratorias y medrosas. Entonces
la
ambulancia reanuda su marcha y desaparece
girando hacia la
izquierda en la primera esquina.
Ahora
el niño que está solo sonríe,
puede comprender que tiene
buena suerte, que cenar con su familia
es
insoportable como es insoportable el volumen de la radio, oxígeno, mamá lava y
canta, papá canta mientras se afeita,
mientras papá se afeita mamá le
prepara el bolso y coloca su vianda en el
bolsillo derecho.
Yo
duermo. Siempre duermo. Alrededor del calor de mi frente todo parece congelado.
Voy con este dolor a la
escuela. Mi familia es peronista,
mis vecinos no son nada,
el
chofer de la ambulancia pone un disco de Julio Sosa y acelera dos o tres
veces con
el móvil detenido.
Ya
termina… Ya me llevan a mirar mi cuerpo en el Reloj de la Vida,
me
llevan hacia un lugar donde hay cientos de niños
como yo. Me llevan
al aeropuerto donde el
cariño aterriza 2da
Parte:
Tiger Quiroga
Anotaciones a un
horario sobre
la ciudad.
Primer convenido
previamente intento
lírico.
con pastillas de colores y
mascarillas
de carnaval.
Se me van los pibes al otro lado,
ambulancias en todas las
esquinas,
una nueva promoción
para una vida nueva,
nueva
vida en la vieja ciudad.
Por oposición
a las vigas un amarillo
fuertísimo que anuncia el paso a nivel.
¡¡Tanto tiempo esperando esto!! La
acumulación
de
automóviles presiona la línea de acción chupadora
de la unidad. Manteniéndose todos con el motor entre las manos
y transformando la esquina en una estación
donde el tren
no para.
Todos esperan que el tren pase y aventuran con qué rumbo
vendrá disparado desde las estaciones centrales,
porque podría ir a la zona más hermosa
de la ciudad o podría ir a la zona donde el
óxido
habilita
las voces que carraspean ante las cámaras de los comedores.
La
pretensión es oscilante y la fuerza es de
buen origen. Entonces
perforan
alrededor
de las vías en busca del bebé.
Para el mantenimiento del paisaje
del sur,
pintan
el puerto en cada vagón, y en los boletos
consta la misma
actitud pero con sellos.
Entonces
para qué seguir oyendo los resabios de las vías,
si
el atardecer nos obliga directamente al oro.
Volver entonces
con la defensa del
emplazamiento en cuestión.
No
necesita rimar. ¿Necesidades? Sólo que no se puede permanecer
todo
el libro en el Tigre, debe haber una segunda parte que transcurra en la ciudad.
Yo contesté que estaba a mi alcance, sin
duda.
El
proyecto de este documental por donde pasan los trenes perforados.
El teatro del
proyecto
que comienza a
despertarse, al oír las sirenas de los remolcadores, “cucarachas del agua” dicen
las gentes de las islas. Cuento esto porque luego de los
desplazamientos página por página
y de la cantidad de sucesos lingüísticos que se derraman no queda mucho
para calcular.
El
micro revienta el sonido con el humo podrido que despide.
Se
acumulan los racimos de rosas, que van llegando
de sus seguidores,
te
lee el Tarot y le pagás con cigarrillos. Oh Feliz!!! ¿Qué sentido tiene tu vida
Vallejo?
sabría de lo que hablo.
Me
están torturando con esa música
de ballet y encima querés invitarme un
pancho.
Para
comer sobre la fuente de viento.
Donde
lo que se pierde se vuelve irrecuperable.
Sólo los
pájaros ven.
24.
A través del ave
contemplé la claridad manchada de la noche.
Viajé y viví en un galpón
abandonado,
en donde aprendí la
medicina, la historia de la pintura,
la historia de la
música. En cuyo centro había una mesa con una máquina
de coser y una
sombrilla, lo lamentable
es que hable para
comentarios de lo sombrío…
Siempre contemplé las
construcciones como lo que son: construcciones.
No perdí la gracia
cuando encontré o,
me pusieron en el
camino: unas pastillas para los nervios.
Acá en el incendio se
siguen llevando chicos. El fuego es el bobero más clásico para
formar un
grupito con la sombra
de los comentarios y
las quejas. Si usted quiere detengasé.
Está prohibido hablar
con la boca cerrada. He ahí un punto
excluyente que nos define.
Yo, por dar un
ejemplo, hablo como alguien que camina
sobre arena caliente.
El recorrido de la costa a la sombra
de las santaritas es
largo. El club es hermoso. Pero más larga es la escalera de los bomberos.
Arriba es lo último
y
el derrumbe los va a hacer mudar violentamente.
Es lo que murmuran
los bomberos escupiéndose a la cara.
Me abrocho la chomba y
me subo a la puerta del
camión
para mirarme en el
espejo. Bajo, me veo bien, sólo que estoy un poco despeinado.
Pero el espejo no recibe
ni devuelve el humo
que nos está rodeando.
Aquí no hay heroísmo,
por la confusión del surf
con el coraje nuestra época es
tan incapaz.
No quieren ver el arco
iris. Algunos ni saben que existe.
Sus sueños son copias
de los posters neuronales.
El mar es viejo, démonos
algo nuevo, dicen.
Para qué, ja!!! No
hay manera de no dar en el centro
si llevamos manzanas
con nosotros.
Manzanas
viejas de viajar de la copa al plato.
Si llevamos amor en
el corazón claro.
No hay manera de no
dar en el centro.
Si el presente es lo
más antiguo que tenemos, claro.
25.
Todos
los esfuerzos concentrados en la conducta de las
llamas, algunas con pintas azules y base
amarillenta,
como
en el dicho popular también, en muchos
casos el humo no
deja ver el fuego.
Apercibido
por la temperatura que sube sin detenerse
decido
protegerme y cambiar de lugar. Cruzo a la vereda de
enfrente. Veo el
cartel ya dañado que dice:
SASTRERÍA.
El calor que tengo me obliga a sacarme el saco.
Los
enfermeros se comunican entre ellos por una radio.
Dicen cuatro,
cinco, seis…
bolsas
de la morgue, camiones de la morgue, personal de la morgue,
eficiencia
de la morgue, dirección de la morgue.
Sin duda
hacia donde estamos yendo,
para
sacar a los muertos de a uno como a las pizzas caseras.
La casa marchita parece
estar cansada de arder,
y
tarda un poco más, unos diez minutos, hasta que los bomberos entran,
aunque siguen escupiendo las paredes.
Hay
un sillón quemado… me gustaría saber con el pellejo
de
qué animal estaba recubierto.
Eso me daría la clave, ¿de todo? ¿Cuántas
personas hay aquí
capaces
de perder el sueño
por
la noticia de un drama ciudadano? En otro libro
verdaderamente no hay
nada.
Acá
fue y será feroz. Esto sucedió por una sensación de dominio
que
sólo fue nominal. A la hora del escándalo
mediático se esconde debajo
de un escritorio
de
tickets, tópico acotado, como jardín de infantes.
A partir de la operación de un encadenamiento romántico
hacia vos.
Pero no sabés si aburrirte o seguir
tomando café.
¿que
“esta consecutividad de lo paralelo” no está cerca?,
¿es
un ataque hacia nosotros? Tuve
los
mejores Maestros.
Tuve
tiempo
y elegí lo
que hago.
Pero
mi
aspecto es horroroso frente a la gente. Ya se me va a pasar, ya… ya… O
simplemente es que te extorsiono, con
los argumentos mejorados por una muchacha de la experiencia. Una ex bañera
del Club
Atlanta.
El
Deporte Mental está obstruido por la realidad.
Que
ahora se manifiesta orgullosa.
Pude
con él.
Pude con él.
Pude con él.
Empiezan
a llegar los camiones de arena.
Pude con él.
El
fuego se apaga con partes de playa.
Pude
con él.
Las luces de los distintos
automotores componen una red en el espacio, con zonas de claridad y zonas
sombrías. Pero porque
estoy en el centro. Si me alejara del incendio entraría en la oscuridad, si me
alejara de los camiones de arena que participan del incendio,
poco vería, estoy en un barrio pobre,
estoy en una calle sin lámparas entre sombras que no se sabe dónde nacen ni adónde
van. Tengo frío. Es hermoso como la luz en otoño, o hermoso
como cuando el cielo celeste se abre paso
entre
las nubes grises que lo restringen. Entonces,
si
yo pudiera hacer
lo
que quiero estaría en el loquero,
me abstengo de millones de
comentarios.
Estoy
aquí por tu problema y tu confianza,
esa
confianza tuya que me ha permitido renacer por segunda vez.
¿Será
la gracia? ¿Será el sonido que,
anticipadamente
surge del alta voz para llamar
a
quienes concurren a estos laboratorios?
Tengo
la medida de mi salud en mis manos.
Paso las manos por las veredas y por
las avenidas.
¿El
regreso será también, perder la vista para no desear,
y poder incorporarse a una Secta?
Ya
es hora de que pierdas el zapato.
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Alfredo Zitarrosa 1985.

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