TEMPORAL
NOCTURNO
Lluvia
como ensayo
de
una caída más vasta,
más
insistente y helada.
Porque
un pájaro
suma
su escasísimo trino
al
desorden fastuoso del cielo:
las
hojas anchas y perfumadas,
los
contornos en la desnudez borrosa;
y
el cuerpito hundido
en
una melodía que sorprende al cansancio.
Sentimos
el estallido de las nubes
cada
vez más radiantes y extensas.
Avanzamos
más;
una
vereda entera
hasta
el próximo toldo.
...oímos?
(un
sonido rojo,
empapado)
¿o
solamente pensamos más
en
un dolor exiguo y cerrado?
Con
esfuerzo distinguimos un coche:
alguien
que pasa y advierte
nuestra
cerril aislación
en
la tormenta.
Estamos
donde hay una vidriera
y
en la luz exhausta descubrimos
un
spot que cuelga, apagado, torcido...
¿A
qué alturas llegará este canto
si
le permitimos oyendo un avance
lento,
desigual, en un ímpetu
de
inconstante lucidez y pasión?
Los
ojos en el pío-pío de la forma,
su
chapoteo como relato cabal.
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